El campeón no vio venir el empate
El Barcelona demostró actitud y a ratos fútbol pero le faltó velocidad de balón, y sobre todo, rematar a puerta tras encajar un golazo desde medio campo de Florenzi
rodrigo errasti mendiguren
Miércoles, 16 de septiembre 2015, 01:35
El Barcelona salió malhumorado de Roma, la ciudad en la que tocó el cielo en 2009 quizá en el momento más alegre de la historia azulgrana. El regreso era a lo grande, como vigente campeón del torneo tras una campaña de histórico triplete, pero el regreso fue con la cabeza baja. No sólo por el frustrante empate, que llegó más por falta de tino y acierto de los dos guardametas romanitas, sino por la lesión de Rafinha. Enfrente tuvo un rival que le plantó más dificultades que aquel Manchester United de Ferguson. Parecía muy complicado que la Roma puntuase, pero logró empatar con un gol soberbio y con el 1-1 reforzó su idea. Rudi García ordenó a su equipo defendiendo bastante atrás, intentando cerrar espacios y acumulando gente dentro.
Enfrente, Luis Enrique volvió a sacar una nueva alineación esta campaña -siete partidos, siete once diferentes- con Mathieu de central, ya que ante Sevilla y Athletic fue lateral zurdo. Su misión era parar a Dzeko por arriba y eso sí que lo logró. El bosnio sólo apareció en el 87 y para eso tuvo que salir del área a rematar. El Barça, cuyo traje azul es similar al que utilizó en la final del la Recopa del 89, logró tener controlado a Salah, peligroso con espacios, ya que evitó sus carreras del modo más lógico: teniendo mucho la pelota y evitando perderla en posiciones que hicieran posible armar el contragolpe. Aunque demostró actitud y a ratos fútbol le faltó velocidad de balón, y sobre todo, rematar a puerta. .
En la Roma llamaba la atención que Totti, Gervinho o Iturbe dejasen solo a De Rossi con Iago Falqué, Nainggolan y Keita. El italiano puso un pie Puyolesco para evitar que Messi marcase en su centenario en Champions. Era superior el equipo catalán, que rondaba la meta rival, A veces deprisa, a veces despacio. Y no, no era cosa de la imagen de televisión. Miles de aficionados tuvieron la suerte de saber que el Barça se había adelantado, porque las alertas telefónicas y la radio lo anunciaron casi un minuto antes. Para aquellos que no lo vieron: tocó y tocó el Barça hasta que Rakitic, aprovechando un desplazamiento largo de Mathieu, controló y la puso a la cabeza de Suárez al segundo palo. A centímetros de la línea, cabeceó a placer.
Los romanistas se quejaban amargamente de que Messi pisó a Digne en el inicio de la jugada. Acusaciones de falta de fair play mientras Suárez, que lleva 30 goles en competición europea, negaba con el dedo que fuera necesario lanzar fuera la pelota. La polémica no cesó ya que apenas poco después Szczesny trabó al uruguayo dentro del área. Penalti tan absurdo como innecesario, se jugó la amonestación cuando luego empujó al 9 que empezó a desquiciarse. Desde ese momento, estuvieron delantero y guardameta diciendose perlas hasta que el polaco se fue lesionado.
El golazo de Florenzi
Y en ese momento en que el 0-2 parecía la opción más probable, llegó el que puede ser mejor gol de 2015 en la próxima edición del premio Puskas. Florenzi emuló a Nayim por la posición en el campo aunque Luis Enrique recordó el reciente de San José, ese con el que comenzó la debacle en Bilbao que convirtió en imposible el reto del sextete. El del canterano romanista, hasta ahora conocido por abrazar a su abuela en la grada tras uno de sus goles, fue aún más complicado que aquellos dos: la pegó junto a la línea y en carrera. Tras pegar en el palo entró para locura del Olímpico y sorpresa barcelonista. Seguramente Ter Stegen no tuvo responsabilidad real en el tanto, pero está acostumbrado a los rivales a que lo intenten desde lejos porque juega muy adelantado. El empate provocó momentos de desconcierto para el Barça y fue entonces cuando Ter Stegen, con
Y en ese momento en que el 0-2 parecía la opción más probable, llegó el que puede ser mejor gol de 2015 en la próxima edición del premio Puskas. Florenzi emuló a Nayim por la posición en el campo aunque Luis Enrique recordó el reciente de San José, ese con el que comenzó la debacle en Bilbao que convirtió en imposible el reto del sextete. El del canterano romanista, hasta ahora conocido por abrazar a su abuela en la grada tras uno de sus goles, fue aún más complicado que aquellos dos: la pegó junto a la línea y en carrera. Tras pegar en el palo entró para locura del Olímpico y sorpresa barcelonista. Seguramente Ter Stegen no tuvo responsabilidad real en el tanto, pero está acostumbrado a los rivales a que lo intenten desde lejos porque juega muy adelantado. El empate provocó momentos de desconcierto para el Barça y fue entonces cuando Ter Stegen, con una excelente parada, evitó el gol de Nainggolan, demasiado acelerado tanto en defensa como en la asociación, antes del intermedio.
El Barça chutó, pero sin la precisión de su rival. El descanso pareció un alivio para el Barcelona. Necesitaba recomponerse y al regresar de la caseta el Barcelona pareció decidido a arreglar la situación. De inicio se topó con Szczesny, que detuvo un zurdazo de Messi y después se adelantó a Suárez, tanto que eluruguayo le pisó en el intento. El polaco se tuvo que ir sustituido y con cara de pocos amigos. Entró al campo bajo una terrible ovación De Sanctis, que en su día pasó por el Sevilla. Quiso Luis Enrique darle más ritmo al equipo con Rafinha por Rakitic, pero una dura entrada de Nainggolan cercenó su plano. Quizá por el agobio de la lesión, el Barça tuvo unos minutos de dudas pero después empotró en su área a la Roma. Acumuló opciones pero le faltaba tino. Messi se topó con el larguero e Iniesta, tras una buena asociación con Neymar, obligó a De Sanctis a una parada milagrosa con la rodilla.
El Olímpico celebraba cada pelota atrapada por su portero - enorme a sus 37 años frenando en la prolongación las intentonas de Alba y Sergi Roberto-, cada despeje, cada error visitante, cada segundo que arrañaban los suyos al reloj. Y es que, no caer ante el vigente campeón del tridente es todo un triunfo.