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Control de alcoholemia montado por la Guardia Civil en la rotonda de Isla Grosa; la foto es de archivo.

El delegado volvía de las fiestas de Molina cuando lo paró la Guardia Civil

Bascuñana se dirigió «en tono autoritario» a los agentes, les instó a darle «las novedades» y les requirió para que se cuadraran en su presencia

RICARDO FERNÁNDEZ

Miércoles, 24 de septiembre 2014, 02:04

Ni en su época de consejero del Gobierno regional, ni en su actual responsabilidad como delegado del Gobierno en la Región, Joaquín Bascuñana ha renunciado ningún año a disfrutar de las fiestas patronales de su pueblo: Molina de Segura. Su presencia en ese foro es mucho más que habitual en esos días de celebración, que suele aprovechar para disfrutar de un puñado de amigos incondicionales, entre los que destacan el exconcejal de Molina de Segura y actual director general de Pensiones, Juan Castaño; el también exedil y actual asesor de la Administración regional José Ríos; el empresario y destacado militante del PP regional José Filardi, y el ex director general y ahora secretario general de la Delegación del Gobierno, Fernando Mateo.

Acompañados por sus respectivas esposas se dejaron ver a lo largo de la tarde y parte de la noche por las calles más céntricas de la localidad, como el Paseo Rosales, en algunas de cuyas terrazas disfrutaron de unas cervezas y unos vinos hasta que se dispusieron a cenar.

Eran ya cerca de las dos de la madrugada cuando el coche en el que viajan el delegado del Gobierno y su mujer, acompañados de otra pareja, se topó con un control de alcoholemia. La Guardia Civil lo había montado en la rotonda de Isla Grosa, en la N-301, más conocida como la 'antigua carretera de Molina'.

Fuentes contrastadas confirmaron a 'La Verdad' que la primera reacción de Bascuñana, que ocupaba el asiento del copiloto, fue requerir al agente que se había aproximado al vehículo a que le diera «las novedades». Una exigencia que causó extrañeza al guardia civil y que le habría llevado a responder que no tenía por qué dar novedades a nadie, y menos sin que se hubiera identificado previamente.

«En tono autoritario»

Fue entonces, siempre según las mismas fuentes, cuando Bascuñana, «en tono autoritario», informó al funcionario de que estaba hablando con el delegado del Gobierno y, tras negarse a mostrarle el DNI, descendió del vehículo y lo conminó a gritos a ponerse firme en su presencia.

La actitud del delegado, que rechazaba cumplir con su obligación legal de identificarse y que seguía instando a viva voz al guardia civil a que se cuadrara, llevó a este agente a pedir al responsable del control que se acercara. La situación tampoco mejoró, pues el delegado del Gobierno habría insistido en su negativa a identificarse con un documento oficial.

Finalmente, después de unos minutos de tensión, y con el fin de evitar que el incidente fuera a más, los agentes optaron por permitirle que se marchara del lugar. Fuentes conocedoras del suceso confirmaron que lo hizo sin haber enseñado su DNI. Tampoco se requirió al conductor para que se sometiera a la prueba de alcoholemia, aunque aseguraron que éste no mostraba signos de haber bebido.

Lo contrario que aparentaba Bascuñana, según las mismas informaciones, que señalan que ofrecía «signos bastante evidentes» de estar bajo los efectos del alcohol, entre ellos un «deambular vacilante».

El conductor, sobre cuya actitud no existe reproche alguno, era -según esas fuentes- el secretario general de la Delegación del Gobierno, Fernando Mateo.

Redactaron una nota interna

Una vez concluido el servicio, los guardias civiles que se vieron involuntariamente inmersos en el incidente redactaron una nota interna, ofreciendo detallada información sobre los hechos. Un escrito que deberá ser remitido por el coronel jefe de la Comandancia de Murcia a la Dirección General de la Guardia Civil para su conocimiento y análisis.

Aunque el delegado del Gobierno eludió ayer pronunciarse sobre el suceso, fuentes de ese organismo rechazaron que Bascuñana se hubiera negado a identificarse, ni que se hubiera producido altercado alguno. «Se detuvo a preguntar si había ocurrido algo y si podía ayudar», sostuvieron. Una explicación que choca con la evidencia de lo que es un control rutinario de alcoholemia, montado 'ex profeso' en una carretera que enlaza con una población en fiestas.

Al día siguiente, domingo, Bascuñana volvió a ser visto en Molina, esta vez en la procesión. Quizás, ya más calmado, rogando a la Virgen de la Consolación para que el incidente no trascendiera. Si así fue, sus plegarias no fueron escuchadas.

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