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A la casa de Zuriñe ha venido «gente hasta de una islita del Caribe». Mireya López
Tu casa... es la mía

¿Intercambiarías tu casa por vacaciones? «Les dejamos usar todo, pero cada cual pone sus condiciones»

Dos familias nos cuentan la experiencia de veranear en el hogar habitual de otras personas, que a su vez están de viaje... ¿te apuntas a esta tendencia?

Jueves, 17 de julio 2025, 19:23

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Zuriñe, Asier y Aimar De Erandio (Bizkaia) a Selva (Mallorca) Esta familia vizcaína lleva más de 30 intercambios

«Les dejamos la despensa llena y una guía para que conozcan la zona... de verdad»

Zuriñe, Asier y su hijo Aimar irán de vacaciones a Selva, un pequeño pueblo del interior de Mallorca... sin pagar un solo euro por el alojamiento en pleno mes de agosto. Esta familia de Erandio (Bizkaia) pasará quince días en la casa de Esteve y Aina, una vivienda de planta baja, dos habitaciones, terraza y «un corral grandecito» a media hora de la costa. No se conocen, no son amigos, hace unas semanas ni siquiera se ponían cara y en apenas un mes dormirán en su cama, comerán en su cocina y disfrutarán de las puestas de sol tumbados en sus hamacas. Una casa por la otra. Una especie de 'Tú a Londres y yo a California' en versión vacaciones.

La familia de Zuriñe Sarabia lleva más de una década viajando por todo el continente europeo con el sistema de intercambio de viviendas, una fórmula cada vez más demandada en todo el mundo no solo para viajar sin pagar alojamiento -uno de sus puntos fuertes, no cabe duda- sino también para «poder vivir el destino desde dentro, como uno más», precisa esta psicóloga reconvertida en esteticista y embajadora de la plataforma HomeExchange, con más de 200.000 miembros.

La idea de intercambiar la casa durante los periodos vacacionales surgió hace más de seis décadas de la mano de dos profesores -un holandés y un suizo- y ha ido evolucionando para adaptarse a las nuevas necesidades de los usuarios. Al principio, el 'change' era casa por casa y en el mismo periodo de tiempo. Ahora, el volumen de usuarios es tan alto que han cambiado las condiciones. «Puedes intercambiar la vivienda en diferido y no tiene que ser una por otra. Por ejemplo, nosotros nos vamos este año a la casa de Esteve y Aina en Selva y a la nuestra viene una familia de Nantes», explica el matrimonio vizcaíno, que lleva más de una treintena de intercambios a sus espaldas.

«Hemos recorrido toda Europa: Estocolmo, Copenhague, Praga, Rotterdam, Roma, Budapest, Gante, diferentes localidades de Croacia, Ezcaray o el Pirineo navarro. Y a nuestra casa -un piso de tres habitaciones y un baño a diez minutos de Bilbao y de las playas- también ha venido gente de todo el mundo, hasta de una islita del Caribe», cuenta Zuriñe, que les suele dejar la despensa llena y una guía con recomendaciones para que conozcan la zona «de verdad», no solo lo turístico. «Les sugerimos restaurantes y planes que nos gustan a nosotros y que se salen un poco de la ruta más típica. En nuestro caso, los huéspedes pueden usar todo lo que tenemos en casa, pero cada uno pone sus condiciones y se pactan con la familia. Aimar, que tiene 16 años, por ejemplo, está más que acostumbrado a compartir sus juguetes y sus cosas con otros niños desde que es pequeño. Es parte de la experiencia».

Este año se van al interior de Mallorca porque les apetecía «un veraneo más tranquilo», que es justo lo que les ofrece la casa de Esteve y Aina. «Empezamos a mirar hace tiempo. Vimos la vivienda, nos gustó, nos encajaban las fechas y enseguida nos dijeron que sí. Porque también puede ocurrir que te guste un destino o una vivienda, pero no coincidas en las vacaciones o tenga mucha demanda. Lo mejor para acertar es mirar las valoraciones», aconseja Asier, que es profesor.

De todas las casas en las que han estado, la «más impresionante» que recuerdan fue «un chaletón» en Budapest. «Tenía una piscina privada que nos dejó con la boca abierta. Imagínate lo grande que era que la vivienda tenía dos plantas y no llegamos a subir a la de arriba». Respecto a las casas, «hay de todo». En unos casos, las familias valoran más la ubicación que el tipo de construcción y otras veces lo contrario. «Es ir buscando lo que más se ajusta a lo que te apetece en cada viaje. En Estocolmo estuvimos quince días en una eIn la que nos dejaron unas recomendaciones maravillosas. Conocimos el país desde otra perspectiva y eso no lo puedes hacer si te alojas en un hotel».

Esteve y Aina de Selva (Mallorca) a Seúl (Corea del Sur) La pareja se 'ahorra' unos 4.000 euros en alojamientos

«Hemos pasado las navidades en Nueva York y ahora nos vamos a Corea veinte días»

Esteve y Aina han convencido a varios amigos para que les imiten. E. c.

Mientras Zuriñe y su familia disfrutan de la casa de Esteve Palou y Aina Adrover a los pies de la Sierra de Tramuntana, esta pareja mallorquina se embarcará en un viaje de 21 días por Corea del Sur. La primera parada será Seúl, donde estarán una semana. Después irán a Busan, más tarde a la isla de Jeju y, finalmente, visitarán algunas zonas rurales del interior. «Todo mediante sucesivos intercambios de casas. Cerramos el alojamiento en la capital muy rápido. La propietaria del piso de Seúl no sabemos dónde estará en esa fecha, pero en Busan la anfitriona es europea y se tienen que ir a Londres por trabajo, así que le venía muy bien que estuviéramos en su piso», detallan.

A pesar de que solo llevan un par de años viajando con este sistema de trueque de viviendas, la pareja está «encantada» con la experiencia. «Nos habló de ello una compañera del gimnasio, que nos contó que ella viajaba así con su familia cada verano. Nos picó la curiosidad, abrimos una cuenta y empezamos a recibir solicitudes de intercambio de inmediato. No había nadie en el pueblo que hiciese esto y desde que nos apuntamos nosotros ya se han sumado otros cuatro amigos. Cuando ven que puedes pasar unas navidades en Nueva York sin gastarte un dineral, la gente se anima rápido», desvela Esteve, técnico de medio ambiente.

Corea del Sur no era su primera opción para las vacaciones de este verano. De hecho, barajaban pasarlas en Canadá. Como no terminaban de decidirse, echaron la caña en diferentes países y la anfitriona de Seúl fue la primera en contestar. Les gustaba el destino y coincidían en fechas, así que no se lo pensaron y confirmaron el alojamiento al momento.

Esteve y Aina, profesora de Secundaria, están «muy ilusionados» con este viaje, aunque su experiencia «más alucinante» hasta el momento en el mundillo del intercambio de casas se produjo hace unos meses. La pareja pasó las vacaciones de Navidad en Nueva York. «Estuvimos alojados en un apartamento chulísimo de Brooklyn Heights durante casi tres semanas», una «experiencia inviable» si hubiesen tenido que pagar «los 3.000 o 4.000 euros» que les hubiese costado la estancia en un hotel o en un piso turístico en esas fechas. «La propietaria era holandesa y se fue a pasar las fiestas navideñas a Europa con su familia. El apartamento tenía unas vistas espectaculares al río y estaba perfectamente ubicado. Este sistema de intercambio de casas te permite viajar a sitios maravillosos con un presupuesto mucho más accesible», reconoce la pareja.

Pero mucho más allá del beneficio económico, lo que más valoran es «la dimensión humana» de la experiencia. «Los anfitriones suelen dejar en la casa una guía con recomendaciones personalizadas de restaurantes, cafeterías, museos... Te proponen planes alternativos al circuito turístico y eso es un plus muy grande porque te sientes como un vecino más del barrio».

Ellos hacen lo mismo con sus huéspedes. Antes de cada intercambio, la pareja prepara un PDF con instrucciones sobre el funcionamiento de la casa y sugerencias para explorar la zona, desde rutas por la Tramuntana hasta sitios donde descubrir la gastronomía local. «Queremos que quienes vienen a nuestra casa conozcan la Mallorca real, no solo la de sol y playa. Aquí vivimos personas, con una cultura y un ritmo de vida diferente», comentan. Su casa, además, resulta especialmente atractiva para quienes buscan unas vacaciones más auténticas, alejadas del turismo de masas. «Recibimos solicitudes de todo el mundo, sobre todo los meses antes del verano».

Corea del Sur será su gran aventura de este verano, pero ya piensan en el siguiente destino: «Quizá Londres en fin de año. Estamos tanteando opciones. Lo ideal es empezar con tiempo porque a veces cuesta cuadrar las agendas».

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