Yayo Delgado, con la camiseta de sus queridos Viva Suecia y bebiéndose una cerveza (Estrella de Levante, claro), junto al faro de Cabo de Palos. Pablo Sánchez / AGM
Estío a la murciana

Yayo Delgado: «El buen rollo de Carlos Alcaraz es pura identidad murciana»

Periodista y director de Comunicación de Estrella de Levante

Domingo, 20 de julio 2025, 08:08

Disfrutar intensamente del regalo que es la vida es una de las más potentes turbinas que mueven el motor diario de Yayo Delgado (Murcia, 1977), ... hijo de Aurora y Santiago, padre de tres hijos, murcianista hasta la médula y embajador de lujo de esta tierra, que un día cambió la vorágine del periodismo por la responsabilidad de comunicar desde un gabinete de prensa en una empresa tan icónica para la Región de Murcia como Estrella de Levante. Esa cerveza de la que presume y alardea incluso fuera del horario laboral aunque, cuando era un 'skater', allá en la adolescencia, no le gustara la cerveza y bebiera refrescos de cola y naranja cuando todos sus amigos ya coquetearan con el alcohol. Pura vida, Yayo.

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–¿Por qué lo de Yayo?

–Es un nombre familiar. Un amigo de mi padre de la mili, que era canario, me llamaba así. Y yo desde pequeño decía que me llamaba Yayo. Y se me quedó Yayo.

–¿Alguien le llama Santiago?

–Muy poca gente. Algún excompañero del colegio.

–Las mejores cervezas de su vida, ¿recuerda dónde y cuándo se las bebió?

–Probablemente, estudiando la carrera en Pamplona.

–¿Y cuáles le resultaron especialmente indigestas?

–Seguramente, las primeras. No me gustaba la cerveza al principio. Cuando era joven no bebía alcohol. Era 'skater' y bebía Coca-Cola y Fanta, mientras los demás ya bebían alcohol. Yo empecé a beber más tarde y la cerveza me costaba, pero luego ha sido lo que más he bebido.

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–¿'Skater'?

–Sí. Hubo una moda en Murcia y yo entré ahí y me quedé más tiempo que los demás. Me gustaba mucho patinar.

–¿Qué mas quiso ser?

–Siempre quise ser periodista deportivo. Mis padres me ofrecieron la posibilidad de estudiar donde quisiera. Pude estudiar en Salamanca y en Pamplona. Y cuando me admitieron en Navarra, que es una facultad con mucho prestigio, mis padres me dijeron 'adelante'. No lo pensé y fue una época fantástica de mi vida.

En tragos cortos

  • Un sitio para tomar una cerveza Una Estrella de Levante en cualquier bar.

  • Una canción 'Getting away with it (all messed up)' de James.

  • Un libro para el verano 'Amistad', de Jacobo Bergareche y Mariano Sigman.

  • ¿Qué consejo daría? Solo perdemos lo que dejamos de buscar.

  • Un aroma El del proceso de cocción de la cerveza. Con la cebada, el lúpulo...

  • ¿Con quién no cenaría jamás? Con alguien que fuma mientras cena.

  • ¿Quién dejó de caerle mal? Si conociera bien a quien creo que me cae mal, dejaría de caerme mal.

  • ¿Le gustaría ser invisible? No, es mejor dar siempre la cara.

  • ¿Qué le gustaría ser de mayor? Periodista.

  • ¿Tiene enemigos? Sería ingenuo pensar que no.

  • ¿Qué es lo que más detesta? El insulto gratuito.

  • Un baño ideal La cala de Las Mulas, en Los Belones.

–¿Cómo le entró esa pasión por el periodismo deportivo?

–Me gustaba mucho la narración. De pequeñito jugaba partidos con los Playmobil. Siempre partidos del Murcia, y ganando la Copa Europa. Siempre me he considerado que estaba cercano al deporte y al fútbol especialmente. Tengo muchos amigos dentro de ese mundo y para mí es parte de mi vida.

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–Volviendo a la cerveza, ¿a qué hora se puede tomar la primera del día?

–Bueno, depende de qué día sea. El contexto es muy importante. Siempre dicen que a partir de las 12. Pero hay días especiales. Algún almuerzo huertano hemos hecho a las 10 de la mañana, y es una tradición maravillosa. Lo que no se puede es seguir tomando cerveza continuamente.

–La vida sin cerveza, ¿qué sería?

–Pues creo que no sería vida. Creo que la cerveza está en la cultura desde hace milenios. Y es una bebida muy arraigada a la alegría y a celebrar momentos especiales. En todos los sitios es parte de la cultura local. Y eso es lo que la hace muy especial.

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–¿Y la vida sin periodismo?

–La reputación está ligada a la buena profesionalidad en la comunicación y el periodismo. Y aunque son tiempos difíciles, donde hay mucha interferencia, mucha comunicación de todo tipo, los medios referentes siguen siendo necesarios y hay que darles valor, porque eso es lo que ahora mismo necesita la sociedad: medios profesionales que informen con rigor.

–¿Y sin música?

–Inimaginable. La música es esencial para darle forma al pensamiento, al sentimiento, a las decisiones, a todo. Yo siempre digo que, cuando vayas a tomar una decisión, párate, escucha música y piénsalo, que seguramente te va a ayudar.

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–¿Qué música escucha usted para tomar decisiones?

–Muchos tipos. Cada momento requiere una música diferente. Me gusta escuchar música que no conozco, conocer cosas nuevas. Siempre lo tengo ahí y sé a dónde me lleva, pero con tantas opciones y con tanto talento que hay, me gusta muchísimo escuchar cosas nuevas hechas en esta tierra.

Una estrella, ¿quién es y no se sabe?

–¿En Murcia? Mucha gente. Mucha gente con talento, especialmente en el mundo de la música, en el mundo del arte. No podría decirle una persona en concreto, porque sería hacer de menos a los demás.

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–Sus tres hijos.

–La maravilla de este mundo. Al final, lo único que quiero es que sean mejores que yo. No paro de decírselo. Intento ayudarles en todo lo que puedo con la experiencia que he tenido y siempre trato de transmitirles que lo más importante es ser buena persona y, a partir de ahí, sentirse a gusto con lo que hacen.

–¿Qué le aportan?

–Verles disfrutar, verles avanzar, ver cómo mejoran las cosas. A mí me hacen sentir que para algo estoy aquí. Dan sentido a mi vida.

–Los amigos.

–Mucha diversión y mucha alegría. Es muy murciano compartir con amigos, y a mis amigos los considero una familia. Una familia con la que te olvidas de todo.

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–¿Qué momento soñó y se acabó cumpliendo?

–[Piensa] Casi al principio de mi carrera, cuando hice micrófono inalámbrico en la radio y cubrí al Real Murcia. Estuve en los campos de fútbol siguiendo al equipo y entrevistando a los jugadores. Era algo que desde niño había soñado y que pude hacer.

–¿Algún jugador predilecto?

–Hombre, yo siempre he sido muy de Maradona. No habrá un futbolista como él. Pero, si me tengo que quedar con uno, ese es Manolo Sánchez, el eterno '7' del Real Murcia.

–¿Para qué se considera usted muy bueno?

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–Para cocinar arroces para mis amigos. Me sale muy bien el de conejo y caracoles con setas.

–¿Y muy malo, para qué es?

–Me considero un torpe para todo el tema bricolaje. Nada de electricidad, nada de colgar cuadros... Nefasto.

Una familia en Pamplona

–¿A qué lugar siempre quiere volver y por qué?

–A Pamplona. Allí viví momentos inolvidables, aunque los murcianos en Navarra somos unos raros [risas]. Pero la convivencia en el piso de estudiantes desde los 19 años con un murciano como Alejandro Oliva, el mallorquín Joan Sans, mi amigo Víctor el gallego, Marcos Ruiz, Rafa Cores, Carlos Marañón, Carlos Ranedo, Xabi Pérez... Al final formamos una familia, cuatro años apoyándonos unos a otros... Eso generó un karma muy especial. Y luego la ciudad. Los sitios donde estás siempre forman parte de tu vida.

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–En otra vida, ¿qué otro Yayo le hubiera gustado ser?

–Hombre, me hubiera encantado ser futbolista y haber triunfado en el Murcia, y haber ganado ligas y haber marcado muchos goles. Yo era delantero, siempre he soñado con marcar de chilena en La Condomina.

–¿De qué se arrepiente?

–Podría arrepentirme de muchas cosas en mi vida. Pero tengo una filosofía, que es tirar para adelante. Y al final aprendes de lo que haces mal. Eso no forma parte del arrepentimiento. Al final, ¿para qué te vas a arrepentir? Si has tomado decisiones, y te has equivocado, hay que asumirlo y aprender de los errores. Y creo que eso es lo que te hace crecer.

–¿De qué se siente orgulloso?

–Pues mire, me siento orgulloso del momento que vive Murcia. Del momento que me ha tocado vivir, gracias a Estrella Levante, cerca del talento y de todo lo que está pasando en la Región de Murcia. Lo que ha logrado el UCAM de baloncesto, por ejemplo, llegando a la final de la ACB el año pasado. Ese momento que vivimos y que representa muy bien Carlos Alcaraz ahora con el buen rollo que tiene con todo el mundo. Cómo habla con Tom Holland y le dice: 'Buen swing, tenemos que jugar'. Eso le sale por murcianía. Ese buen rollo de Carlos Alcaraz es un icono de la pura identidad de Murcia. Es un estereotipo que tenemos que vender. Porque al final los murcianos somos eso, somos gente cercana, gente amable, gente amigable. Y creo que Alcaraz lo representa perfectamente.

–Ahora la gente critica a Alcaraz porque le gusta salir, le gusta la fiesta, y que por eso no va a llegar a ser lo que era Nadal. ¿Qué le parece?

–Creo que se ha sacado de contexto. Alcaraz dice que le gusta desconectar unos días, estar con su familia, con sus amigos. Creo que, como murcianos, todos lo entendemos. Eso no significa que renuncie a nada. Al final, para ser el mejor del mundo o el mejor de la historia, no tienes que renunciar a nada. Creo que también es una lección y está dando un mensaje muy interesante. No confundamos con perderse en Ibiza, ¿eh? Creo que él lo que está diciendo es que, a su manera, él necesita tiempo para su familia, para sus amigos, para desconectar. Y creo que eso es perfectamente entendible. Desde que vi el documental, me considero aún más alcarazista.

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Los aplausos y la nostalgia

–Un aplauso, ¿quién se merece?

–Mi madre. Cuando tienes hijos, y pasa un tiempo, y te das cuenta de todo lo que yo no he agradecido a mi madre, de lo que mi madre ha hecho por mí. Pero mire, voy a ir un paso más allá y, también pensando en mi madre, que es abuela, diría que las abuelas se merecen un aplauso. Yo creo en las abuelas. Es difícil explicar cómo todos sentimos lo que nuestras madres y nuestras abuelas han hecho por nosotros.

–¿En qué mas cree?

–Creo en comer bien. Y creo en el Real Murcia. También creo en la nostalgia, en la nostalgia buena. Creo que recordar las cosas buenas que nos han pasado no tiene por qué ser triste ni tiene por qué ser malo. Las cosas malas las olvido, pero las buenas las recuerdo. Y creo que eso es bueno para afrontar el presente y el futuro. Bueno, y creo muchísimo en Alicia [Alicia Serrano, su pareja], que es quien mejor me conoce y con quien más me río de la vida, que es lo más importante.

–¿Cuándo dijo 'basta ya'?

–Pues ahora mismo. Basta ya de guerras, de mentiras y de desinformación generalizada. Basta ya de extremismos y basta ya de esperar a decidir según dicten los gurús ideológicos.

–¿Un verano inolvidable?

–La verdad es que no hay uno solo. Esos veranos en La Manga, de hogueras en la playa, de noches en el Zoco. Hacíamos hogueras y barbacoas y dormíamos en la playa, viendo el amanecer en Isla Grosa, escuchando 'Fading like a flower', de Roxette. Son recuerdos que tengo marcados y con los que sonrío y con los que me alegro.

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–¿Qué sobra?

–Superficialidad. Sobra que la gente no tenga paciencia para profundizar en las cosas y tratar de entenderlas. Tal y como está el mundo ahora mismo, creo que necesitamos parar el tiempo y tratar de profundizar en lo que pensamos y en lo que hacemos para tomar decisiones.

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