Entre los múltiples personajes interpretados por Robert Redford (que en paz descanse) me quedo con su interpretación de Bob Woodward, el periodista de 'The Washington ... Post' que investigó el escándalo 'Watergate', junto a su compañero Bernstein. Y esta, mi preferencia, no es técnica sino sentimental y hasta agradecida, ya que nos lleva a momentos cimeros del periodismo. No descubro nada si afirmo que el caso Watergate despertó miles de vocaciones periodísticas en todo el mundo.
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En mi caso reafirmó esa vocación.
Y modestamente, pero convencido, afirmo que en estos tiempos deberíamos volver al entonces de hace 50 años, al ejercicio de un periodismo serio, arriesgado y comprometido. El escándalo Watergate es un ejemplo para todos y especialmente para los utópicos, es la esperanza de cómo el periodismo puede frenar los abusos de poder. En 'Todos los hombres del presidente', que así se titula la película, la trama logra que el espectador no se desenganche de la historia.
Como recuerda Guillermo Altares en 'El País', Redford interpreta al ordenado y aseado Woodward y Dustin Hoffman al caótico Bernstein, que fuma hasta en los ascensores. Los dos, dirigidos por un fabuloso equipo editorial, convirtieron un robo en la sede del Partido Demócrata en Washington en una prodigiosa investigación, que se prolongó durante dos años y que acabó con la dimisión del presidente Richard Nixon. Un triunfo absoluto del periodismo que lograron dos profesionales principiantes (29 y 28 años de edad, respectivamente) con alguna ayuda (la 'Garganta profunda') y el coraje de la dueña del periódico, Katharine Graham, que resistió toda suerte de presiones y alguna que otra amenaza. Recomiendo a las nuevas generaciones de colegas que lean el libro y vean la película 'El Post' (sublime el momento en el que un dedo aprieta el botón de la rotativa para imprimir las noticias que acabarían con la dimisión de Richard Nixon).
A juzgar por la deriva autoritaria actual, poco han cambiado las cosas. Como le dijo Robert al verdadero Woodward: «Ya no tenemos a Nixon, pero tenemos a Trump».
Que nos sea leve.
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