Aporofobia, una tormenta con nombre
Más de medio millón de personas de la Región podrían verse despreciadas por el hecho de estar en la pobreza
Las tormentas no siempre tuvieron nombre. La decisión de nombrarlas empezó en la década de los 50 del siglo pasado. Al hacerlo, la tormenta en ... cuestión pasaba de ser un problema difuso a uno concreto. Los servicios meteorológicos y de emergencias podían comunicar mejor todo lo relacionado con la tormenta fulanita o menganita y la gente se tomaba más en serio los riesgos que se corrían y seguían más y mejor los avisos de las autoridades. Lo que no se nombra no existe.
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Evidentemente, antes de 1995 ya existían actitudes de miedo, rechazo y odio hacia las personas pobres. Se trataba de un desprecio que, a falta de un nombre que lo identificara en su particularidad, se mezclaba con otros, como el clasismo o el racismo. Por ejemplo, no a todas las personas extranjeras se las trataba por igual. A quien venía a comprar un equipo de fútbol o a gastar dinero en turismo se le trataba de una forma y a quien venía a ganarse la vida trabajando se le trataba de otra.
El ejemplo anterior no está elegido al azar. Es el que suele utilizar Adela Cortina cuando explica cómo creó la palabra aporofobia. En su libro aporofobia, el rechazo al pobre, Cortina, filósofa y catedrática emérita de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia, escribe: «... lo cierto es que las puertas se cierran ante los refugiados políticos, ante los inmigrantes pobres, que no tienen que perder más que sus cadenas».
Cortina identificó una «lacra sin nombre», algo así como una tormenta que llevaba décadas dañando nuestra sociedad sin que nadie se hubiera parado a pensar desde dónde soplaban esos vientos huracanados. Para ponerle nombre a la tormenta, la filósofa española hizo uso de dos palabras griegas que combinó en el neologismo aporofobia y que definió como «rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado que, al menos en apariencia, no puede devolver nada bueno a cambio».
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El término aporofobia apareció por primera vez en un artículo publicado por Cortina en el ABC Cultural y desde entonces ha tenido un impacto muy notable en la sociedad española. En 2017 fue elegida palabra del año por la Fundación Fundeu y ha sido incorporaba por el Ministerio del Interior en los informes anuales que elabora sobre discriminación y delitos de odio. Seguramente porque fue aquí donde primero se definió este problema, España es un país pionero en la lucha contra la aporofobia. Nuestro Código Penal la incluye como causa específica de discriminación y obliga a investigar y a cooperar entre instituciones en el caso de haber indicios de aporofobia. Además, la Ley de Igualdad de Trato y no Discriminación contempla la discriminación socioeconómica y permite abordar todos aquellos incidentes contra las personas en situación de pobreza.
Los insultos racistas a futbolistas ricos dejan claro que no todo es cuestión de dinero
Conviene entender que la aporofobia no es un rechazo, aversión, temor o desprecio que aparezca aislado. Las discriminaciones se entretejen entre ellas y aparecen complicándose unas a las otras. Muchas tormentas en una. Tal vez no se trate igual a un extranjero rico que a uno pobre, pero los insultos racistas a futbolistas ricos dejan claro que no todo es cuestión de dinero. El desprecio que la persona pobre recibe también se ve modulado, por ejemplo, por su origen. Las persecuciones racistas ocurridas en Torre Pacheco tenían un importante elemento de aporofobia, tanto como de islamofobia.
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Nos encontramos ante una problemática muy desconocida para un amplio conjunto de la población, y ni siquiera existe un consenso a nivel europeo a la hora de tipificar, prevenir, perseguir y reparar esta vulneración de derechos. A esto hay que sumar una respuesta institucional y social ante la pobreza que se centra en criminalizar a quienes la sufren. Son pobres porque no quieren trabajar, son pobres porque consumen drogas, son pobres porque no tienen estudios... Culpar a la víctima es una forma muy habitual de eludir la responsabilidad colectiva que a cada cual nos toca en problemas que son de carácter social. Haciendo responsable de su desgracia a quien la sufre, desplazamos el foco de la raíz del problema: un sistema económico, social y cultural injusto y desigual que condena a millones de personas a la exclusión y la pobreza.
En lo que a la Región de Murcia se refiere, ese sistema económico, social y cultural injusto y desigual se cobra un alto precio. Según el XV Informe 'El Estado de la Pobreza' realizado por EAPN-ES, más de medio millón de nuestras vecinas y vecinos (un 32,4% de la población murciana) están en riesgo de pobreza y exclusión social. Dicho de otra forma: más de medio millón de personas de la región podrían sufrir aporofobia y verse despreciadas por el hecho de estar en pobreza.
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En este contexto, la Red Europea de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado español (EAPN-ES) organiza en Murcia el I Simposio Europeo sobre Aporofobia, en colaboración con su red territorial EAPN Región de Murcia. El seminario será el 24 y 25 de septiembre y contará con Adela Cortina y Olivier De Schutter (relator especial de las Naciones Unidas sobre la extrema pobreza y los derechos humanos) en la jornada inaugural.
El propósito de este encuentro es analizar de forma específica la aporofobia y su carácter interseccional (su intersección con el género, el origen, la orientación sexual...) para promover el desarrollo de las herramientas necesarias para su prevención y erradicación, tanto a nivel estatal como a nivel europeo. Los ataques hacia las personas más vulnerables de nuestras sociedades son un ataque a los derechos humanos y al conjunto de la sociedad. Por ello, resulta clave no solo ponerle nombre al odio sino determinar las formas más eficaces de luchar contra él.
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