La figura universal de Miguel Hernández es, de vez en cuando, objeto de ásperas desavenencias, como si fuera una piñata a la que golpear sin ... ton ni son con un bate cualquiera. Es llamativo que parte de este bamboleo nazca en su propia patria, en Orihuela, pese a ser su figura el principal atractor del turismo en la ciudad, y ahí están las cifras de visitas a su casa-museo. La última contienda se dio en el Ayuntamiento de Orihuela, donde el Pleno no logró ponerse de acuerdo en una declaración institucional para pedir al Gobierno, como solicita la familia del autor de 'Viento del pueblo', la anulación de los procesos judiciales abiertos durante la dictadura franquista contra el poeta. El caso es que 'Miguelico', cada dos por tres, se ve envuelto en una disputa detrás de otra, algo que solo sirve para ensuciar su leyenda.
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'Cancionero y romancero de ausencias', obra póstuma de Miguel Hernández («en el fondo del hombre / agua removida. / En el agua más clara / quiero ver la vida»), publicado en Buenos Aires en 1958, es para Aitor Larrabide, director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, el libro que mejor resume esos 31 años de constante evolución y afán de superación. Ese contexto suyo de cárcel, de vida, muerte y amor, de sabiduría, está ahí esencializado. «Miguel fue siempre fiel a las mismas imágenes poéticas». La luna, por ejemplo, aparece desde el principio hasta el final. El mar también. Con Miguel Hernández se puede leer toda clase de poesía: la poesía modernista, la poesía vanguardista de 'Perito en lunas', la poesía política, la poesía amorosa de 'El rayo que no cesa'... En él están las líneas más importantes de la poesía española del siglo XX en apenas 12 años de escritura. Esto, posiblemente, es lo que muchos de aquellos que arman algazara desconocen. Que el hombre y la mujer evolucionan, pueden desarrollar pensamientos diferentes a lo largo de sus vidas, que entrar en contradicción con uno mismo no es retroceder sino progresar.
Las primeras ediciones de Miguel Hernández eran escondidas o destruidas por miedo a ser incautadas durante el franquismo, siendo el poeta un símbolo de resistencia frente al régimen. Era un peligro tener eso, o cartas firmadas por el poeta, pues todavía se producían fusilamientos hasta mediados de los años 40. Por eso se han perdido muchas cosas de ese tiempo en Orihuela y en su comarca, donde la guerra civil fue larga, y todavía mayor la represión. Lo dice Miguel en las cartas desde el seminario de San Miguel a su mujer. ¿Puede que pesen todavía esos recelos en el imaginario actual? Es lo que parece. Lo cierto es que Miguel Hernández, en su dimensión literaria, barre los más grandes despropósitos.
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