Urgente Un terremoto de 2,6 grados sacude Murcia y alarma a los vecinos

Quien dice un árbol dice un millón

LA ZARABANDA ·

Como que nos va en ello el futuro de nuestros nietos

Martes, 9 de marzo 2021, 02:05

El adagio, como es tan suyo, ya se sabe. Propone (para un completo vivir del ser humano) tener un hijo, escribir un libro y plantar ... un árbol. El hijo y el libro los dejo al arbitrio del lector. Cada uno es cada uno y, en esa materia, el lector es muy libre de tomar la decisión que mejor pueda y quiera. Lo del árbol, en los tiempos de escorrentía que corren, es un asunto más que obligado.

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Este domingo pasado padecimos un ejemplo de lo que puede suceder, cuando llueve de golpe y porrazo en un territorio tan árido como el nuestro. Esta vez le ha tocado a Águilas soportar los desbordamientos, igual que otras veces le tocó a Los Alcázares. Y la verdad es que son algo intolerable, porque el daño que provocan suele ser de los que llaman catastróficos. Y menos mal que, a veces, nos escapamos de tener que lamentar que haya muertos. Como si no tuviésemos ya bastante con la Covid dichosa.

Pero el asunto es todavía más grave de lo que parece. Lo diré con palabras de los técnicos. «Cuidar y fomentar las masas boscosas ayuda a mantener la biodiversidad, regular el clima y proteger el terreno ante lluvias y corrimientos de tierra, pero, sobre todo, contribuye a absorber las emisiones de CO2». Una parte notable de la Región de Murcia está desertificada. Y sabemos por experiencia que desierto llama a desierto. El cambio climático hará más daño en aquellos lugares donde la aridez es cada vez mayor. Lamentablemente, tal es nuestra situación. Que irá a peor por dos razones. Porque los tormentuchos son cada día más frecuentes. Y porque cada vez está el suelo más pelado de vegetación.

Estudios viejos y nuevos coindicen en que a los de aquí no nos queda más camino que repoblar. Tampoco es que sea algo del otro jueves, en una Murcia acostumbrada a plantar. Es cierto que lo hacemos con el propósito principal de obtener, por lo bajo, verduras, y por arriba, frutos. Pero conviene que plantemos mucho más, hasta lograr que los árboles (de tantos como serán un día) nos impidan ver el bosque.

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Nuestros nietos lo necesitan como el comer.

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