La oportunidad de una alianza
El fundador del gigante turístico Pablo Piñero siempre quiso implicarse con su tierra. Su hija Encarna, CEO Global del Grupo, llega el martes a Murcia
Matrona. Perdona que te diga, pero tú ya sabes cómo somos en esta Murcia, qué hermosa eres, cuando nos obstinamos en poner otros bueyes por ... delante de nuestros reyes, afectados, como seguimos estando, por ese síndrome de nuestra Matrona de El Almudí, que refleja la histórica hospitalidad de esta tierra, albergando en su regazo y dándole el pecho al mamoncillo ajeno mientras que desatiende al propio. Nuestro histórico afán por acoger y valorar al extraño y regalar indiferencia al paisano por muchos méritos que este atesore. Algunos han visto en la actitud de la Matrona una muestra de caridad desde que la esculpiera Hernando de Torquemada poco más de cinco siglos atrás. La caridad, queridos exegetas, empieza por uno mismo.
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Yo no digo, líbreme Dios, de rechazar al extraño; pero sin descuidar al propio, puñema. Que al menos los dos mamoncillos tienen el mismo derecho a la misma ubre de la gentil matrona. Dicho de otra manera, para irnos aclarando. Si de verdad somos la mejor tierra del mundo (panochari López Miras dixit) acojamos al de fuera, pero valorando al de dentro. Ejemplos de murcianos brillantes allí e ignorados los hay a montones. Y todavía hay muchos más ejemplos de murcianos y murcianas rutilantes exitosos en medio mundo a los que aquí hemos tardado demasiado en reconocer. Y la primera consecuencia de eso es que fuera nos acaban mirando más por nuestro acento que por nuestro talento. Y esta es una región de talentos. Algunos venimos afanándonos en eso mucho tiempo. Nunca demasiado, pero sí mucho.
Pablo. Nacido, como yo, en una tierra de habares y alcauciles, a la sombra de naranjos, limoneros y moreras, entre almendros floreados (si quieres ver una estrella en una flor tendrás que ir a Mula por primavera), Pablo Piñero, amigo y coterráneo, murciano de seda y dinamita, muleño de tambor y trompeta, tuvo la gran virtud de escalar el liderazgo del turismo mundial desde una casita de pueblo y una humilde agencia. Para eso, ya te digo, hay que tener muchos méritos, credenciales y salvoconductos en el caletre. Mucho talento, ingenio, clarividencia y pericia en la mochila. Un embalaje de astucia, agudeza, tenacidad y honradez. Presumiendo de nada, sereno, tranquilo pero firme y decidido, Pablo Piñero construyó un emporio, un gigante de referencia en el panorama turístico internacional. Pablo se fue hace unos ocho años pero en su mujer, Isabel, y en sus hijas Encarna, Isabel y Lydia quedan vivas la convulsión de su palabra, el vuelo de su fantasía aventurera, la aventura de su persistencia, el ansia incalculable de su creación, su decidida apuesta por la más funcional estructura de empresa familiar, el ansia irrefrenable de su creación o ese espíritu de azogue perseguidor de las más altas cotas, por difíciles que fueran, fuesen. El Grupo Piñero, medalla de oro de la Región, hoy es un referente mundial y nunca ha renunciado a sus raíces muleñas. Veintitrés hoteles, veinticuatro mil camas, cerca de veinte mil puestos de trabajo directos e indirectos, catorce mil colaboradores, ochocientos mil viajeros y pasajeros, diez mil puntos de venta, cien mil servicios de traslados, resorts valorados por su respeto y protección ambiental por las más prestigiosas asociaciones internacionales. Presencia firme y solida en México, República Dominicana, Jamaica y España (Baleares y Canarias)... suficiente para que te hagas una idea de qué y de quiénes estamos hablando. Grupo Piñero, palabras mayores. Pablo abrió puertas y tendió puentes por los que hoy transitan quienes han sabido dar continuidad: su mujer y sus hijas. Habrá cosa mas hermosa.
Compromiso. Lo que te voy a contar ahora podría callármelo. Pero no me da la gana. Por ti, por el periódico y por nuestra región y su futuro. Habíamos viajado a la Repúblicana Dominicana mi santa y yo para celebrar nuestras bodas de plata. Invierno caribeño en el Bahía Príncipe. Y allí Pablo Piñero tuvo la gentileza de sentarnos en su mesa familiar para celebrar la cena de nochevieja. En el grupo había también otros murcianos, la mayoría muleños con quienes compartíamos estancia. Y en un momento de la cena, me hizo el honor de situarme a su lado, Pablo Piñero me hizo sabedor de su amor a su tierra, de su deseo de colaborar con nuestra Región, de tener un vinculo permanente con su Mula querida. Y en un tristás, así era Pablo, ya me había dibujado una región ambiciosa en lo turístico (una de nuestras pocas salidas si nos dejan sin trasvase y con el galillo más seco que un secarral) con un aeropuerto, con unos resorts sostenibles y respetuosos con el medio ambiente (él sabía muy bien que la costa entre Mazarrón y Águilas, con kilómetros y kilómetros de calas tan espectaculares como desaprovechadas, es el único lugar de España donde se podrían hacer proyectos que conjugasen la riqueza social con el respeto medioambiental).
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Encarna. Acabo. Este martes llega la plana mayor del grupo Piñero al foro tertulia La Luz, donde se expone cada vez el talento murciano. Con su CEO global Encarna Piñero a la cabeza, ejemplo vivo de combinar tradición, sostenibilidad e innovación. Digo yo que a alguien en la política, instituciones y organizaciones murcianas se le podría encender la bombilla y entender que este Grupo Piñero, al que el gigante Hyatt busca como socio, y avalado por las más prestigiosas instituciones de todo el mundo, puede ser un enorme, vital y trascendente aliado para el futuro turístico de la Región, aeropuerto y falta de camas, incluidos. Yo ahí lo dejo. Por si alguien se cae del burro. Como Pablo de Tarso.
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