Alberto Saiz trabajando en la Antártida. MARIO CUESTA
Realizador de documentales de naturaleza

Alberto Saiz: «Ser un buen cámara de vida salvaje exige ser naturalista de base y corazón»

«Incluso el medio más humanizado puede dar muchas sorpresas en el mundo natural»

G. S. FORTE

MURCIA.

Martes, 4 de enero 2022, 20:57

Con once años Alberto Saiz (Madrid, 1976) ya trasteaba con su primera cámara réflex. Tan temprano uso de un aparato tan aparantemente avanzado para ... esa edad ha dado mucho de sí con el tiempo. En concreto le ha dado el Premio Nacional Fundación Biodiversidad en España; el de The Travel Marketing Awards, de Reino Unido; el del Festival Internacional Sondrio, en Italia; el del Festival International Nature Namur, en Bélgica; el del Festival de Menigoute, en Francia; el de Matsalu Nature Film Festival, de Estonia, y el IWFF estadounidense, entre otros galardones por sus documentales, realizados por libre para otros o en proyectos propios para su productora Into the Wild Productions. Este colaborador de la prestigiosa compañía japonesa Fujifilm, para la que prueba nuevos modelos de cámaras y objetivos, ha rodado en localizaciones a lo ancho de todo el mundo. La imagen en la Antártida que acompaña esta entrevista solo es un ejemplo.

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–¿Cuánto tiene de cazador salir al campo armado con una cámara en busca de ejemplares?

–Supongo que los seres humanos guardamos en mayor o menor medida ese instinto atávico del cazador. En mi caso, cuando filmo una especie esquiva o un comportamiento inédito, o simplemente un momento de su vida íntima, más allá de la emoción de conseguir el trofeo, que estaría asociado al instinto cazador, me hace sentir privilegiado por la relación de confianza que se crea y que te conecta con el animal de una manera muy profunda. En ese sentido, creo que tanto la actividad cinegética como la de la, mal llamada, caza fotográfica deben pasar por un profundo respeto, amor y conocimiento tanto de las especies como de su hábitat.

RECUERDOS NÍTIDOS

«Me impactó la primera leona que vi cazar de noche y ahora el volcán de La Palma»

–¿Qué entornos son sus preferidos para trabajar?

–La verdad es que el mundo natural es tan rico y lleno de matices y secretos por descubrir que es difícil elegir uno preferido. Incluso el medio más humanizado puede dar muchas sorpresas. Pero por elegir alguno en el que he trabajado mucho: las zonas húmedas. Las lagunas, salinas, marismas, son entornos que por su elevada biodiversidad y la siempre estética interacción con el agua, y los cambios que traen el paso de las estaciones, son muy agradecidos. Y también las sabanas del este de África.

–¿Qué se precisa más para hacer su trabajo, el conocimiento en técnicas fotográficas o el conocimiento naturalista?

–Creo que en la actualidad ambas tienen importancia. Para ser un buen cámara de vida salvaje es fundamental ser naturalista de base y corazón y dedicar tiempo a estudiar y conocer los sujetos que quieres documentar. Por otro lado, la tecnología audiovisual nos ha traído nuevas herramientas para facilitarnos nuestro trabajo, (drones, cámaras de super alta velocidad,...) pero esta tecnología avanza tan rápido que te obliga a ir reciclándote continuamente en lo técnico, y esa dedicación puede dejar poco tiempo para cultivar la parte naturalista. También es cierto que en muchos casos se requiere de la ayuda de expertos que trabajan con los sujetos que pretendes filmar. Esa simbiosis es esencial para poder mostrar cosas inéditas y poner en valor el trabajo de los científicos.

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–¿Qué grabación conserva más nítidamente en su memoria?

–Hay varias. La primera vez que vi una leona cazar en la noche o, últimamente, el volcán Cumbre Vieja de La Palma, que me dejó muy impactado. Pero un día recurrente en mi memoria fue un atardecer en la península Antártica a bordo del buque oceanográfico español 'Hespérides', en que tuvimos la suerte de fondear en una bahía esperando a unos científicos que estaban muestreando en la costa. De pronto aparecieron tres ballenas yubartas que estuvieron dos horas alimentándose muy cerca del barco. La mar estaba como un plato, la luz era alucinante y las ballenas estaban muy relajadas. Recuerdo especialmente el silencio sereno tan sólo roto por los resoplidos que emitían cuando emergían y los susurros de asombro de la gente que estábamos en cubierta. Un momento mágico, ejemplo vivo de naturaleza pura.

REGIÓN DE MURCIA

«He disfrutado mucho filmando en el cañón de Almadenes y las Salinas de San Pedro del Pinatar»

–¿Y la más complicada de las que ha realizado?

–Pues también coincidiría en la Antártida. La meteorología era muy cambiante y tuvimos varias cancelaciones de desembarcos por mal tiempo, hubo algún trayecto en zodiac en muy malas condiciones de mar y frio intenso. Especialmente recuerdo una mañana, yendo a grabar una colonia de pingüino barbijo en la isla Decepción junto con mi amigo Mario Cuesta y un grupo de investigadores. El acceso era muy complicado porque había un gran desnivel y el frio y el viento habían congelado toda la pendiente. Sin crampones para agarrarse bien y con el hielo muy resbaladizo te enfrentabas a una caída hasta la playa rocosa a 200 metros más abajo. Gracias a la ayuda de mis compañeros y yendo muy, muy despacio conseguimos acceder a la colonia. La subida de regreso también fue divertida de recordar.

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–¿Qué especie no se cansaría de grabar?

–Hay muchas interesantes, pero elegiría el guepardo, por el reto que supone filmar una caza del felino más rápido del mundo y en un entorno tan icónico para un cineasta de naturaleza como son las planicies del este de Africa.

–¿Cuáles son sus lugares preferidos en el mundo, en España y en la Región de Murcia?

–Difícil elegir. De los que he tenido la suerte de visitar por trabajo fuera de España, serian sin duda el Masai Mara en Kenia y la península Antártica. En España, me alucinan las Islas Canarias, especialmente La Palma y Lanzarote, Ibiza, Asturias, Extremadura... La verdad es que tenemos país tan variado que cada año se descubren lugares nuevos. En la Región me falta mucho por explorar pero he disfrutado mucho filmando en el cañón de Almadenes, entre Cieza y Calasparra, y en las salinas de San Pedro del Pinatar. Y por supuesto el Altiplano de Yecla, de donde es la familia materna de mi mujer y he pasado muchos buenos momentos.

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–¿En qué lugar de la Región de Murcia le gustaría perderse?

–Murcia tiene muchos sitios fantásticos en los que perderse, me gusta especialmente la zona de Cabo Cope y la Sierra de Almenara, una conjunción fascinante de mar y montaña.

–¿Nos quiere contar algo más?

–Aprendamos a respetar y disfrutar de nuestra naturaleza más cercana. Últimamente he trabajado con [la Asociación de Naturalistas del Sureste] ANSE en un pequeño documental sobre su comprometido trabajo con el murciélago ratonero patudo, una especie en peligro de extinción de la que Murcia alberga buenas poblaciones y que yo desconocía. Hay un mundo fascinante delante de nuestros ojos que muchas veces no somos capaces de apreciar.

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