Una trinchera verde para defender la costa
La asociación conservacionista ARBA Cartagena-La Unión propone enlazar los espacios naturales del litoral para preservar su biodiversidad única en Europa frente al embate del cambio climático
Ya no hay trinchera posible que pueda detener el cambio climático. Pero con esfuerzo sí se pueden limitar las consecuencias de este proceso en un medio natural saturado por la presencia humana. Nuestros cultivos intensivos, áreas urbanas, polígonos industriales e infraestructuras de comunicaciones han fragmentado y aislado los espacios naturales, que se han quedado sin respuesta potencial ante el calentamiento global. «Hasta el siglo XIX, en un entorno de economía preindustrial, la afectación humana sobre el entorno no debía ser demasiado relevante», apuntan los responsables de la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono ARBA Cartagena-La Unión al explicar el ambicioso proyecto que se han propuesto para salvaguardar la enorme biodiversidad del litoral cartagenero-unionense. Antes de la irrupción de nuestro actual hiperdesarrollo, por tanto, se extendían sobre el planeta «enormes superficies de terreno poco alteradas por las que las plantas y los animales podían ir desplazándose en respuesta a los lentos cambios del clima. Los animales podían migrar libremente entre diferentes regiones y las plantas irían variando su área de distribución».
En los numerosos episodios de variación climática que ha experimentado la Tierra, las especies migraban sin mayor dificultad a, por ejemplo, terrenos más altos y latitudes más septentrionales buscando el frescor que el aumento medio de las temperaturas había eliminado de su área original de distribución. Sin embargo, ahora, «la alteración del entorno es tan grande que la movilidad de las especies y ecosistemas, ante cualquier eventual modificación de los parámetros climáticos, se convierte en imposible, condenando a numerosas especies de plantas y animales, aisladas en pequeños reductos protegidos, a una extinción cierta». Así lo explican los conservacionistas de ARBA, que se han propuesto evitarlo construyendo una gran trinchera verde que conecte los espacios naturales que se extienden a lo largo de toda la cadena montañosa del litoral de Cartagena y La Unión, considerado como uno de los mayores tesoros de biodiversidad del continente europeo.
Aquí habitan especies paleotropicales, norteafricanas e iraníes, con taxones mediterráneos y endemismos
«A lo largo de toda nuestra cadena montañosa litoral, de este a oeste, nos encontramos ecosistemas de un valor incalculable», precisa la fuente. Aquí confluyen desde especies paleotropicales hasta otras de origen norteafricano e incluso iraníes, y, por supuesto, taxones mediterráneos junto a numerosos endemismos. Toda esa riqueza tendrá pocas posibilidades de sobrevivir si no se le deja una vía de escape de un ecosistema, ya de por sí en el límite del desierto, que resulta muy vulnerable a un cambio climático acelerado.
Cinco tesoros para preservar
Esparragueras del Mar Menor
El 'Asparagus macrorrhizus', conocido vulgarmente como esparraguera del Mar Menor, es un endemismo exclusivo del Campo de Cartagena cuyo hábitat puede desaparecer casi totalmente a finales de siglo por el cambio climático.
Matorrales de Calblanque
En el Cabezo del Atalayón en Calblanque se localizan matorrales esclerófilos con numerosas especies iberoafricanas, incluida una de las escasas poblaciones de brezo blanco ('Erica arborea') de la Región de Murcia.
Matorrales de la Cola del Caballo
En la Microrreserva botánica de la Cola del Caballo, ubicada en el municipio de La Unión, habitan matorrales arborescentes de palmitos, artos, lentiscos, mirtos y aladiernos, entre otras especies de alto interés.
Palmitares en Cabo Tiñoso
En cabo Tiñoso, al oeste de la comarca de Cartagena-La Unión, se encuentran palmitares de 'Chamaerops humilis' y 'Periploca angustifolia', como se muestran en esta imagen captada en el lugar por Eduardo Agüera.
Iberoafricanismos en el Cabezo de San Ginés
En el Cabezo de San Ginés nos encontramos con especies iberoafricanas de palmitos con orovales ('Withania frutescens'), artos ('Maytenus senegalensis') y cornicales ('Periploca angustifolia').
El arto ('Maytenus senegalensis'), por ejemplo, que ahora encuentra refugio en rincones húmedos de las sierras entre Portmán y Cabo de Palos, vería su futuro «muy comprometido ante un eventual descenso, incluso pequeño, de las precipitaciones». Y el ciprés de Cartagena ('Tetraclinis articulata'), considerado un tesoro botánico prácticamente único en Europa, directamente desaparecería de los montes de Cartagena, y del continente.
Esta riqueza tiene pocas posibilidades sin una vía de escape de un ecosistema muy vulnerable, en el límite del desierto
Para impedirlo, ARBA propone la creación de «esta 'trinchera' mediante el establecimiento progresivo de masas arbóreas o de matorral biodiversos, núcleos de dispersión de semillas y cuerpos de agua en localizaciones específicas del litoral de la comarca de Cartagena, cada vez más próximos». De esta manera, continúa, se tratará de fomentar «la generación natural de una barrera forestal conformada por especies adaptadas a los distintos hábitats de la zona y resistente a los incendios, las plagas y la sequía». Para ello, explican desde la asociación presidida por José Luis Sánchez, proponen la restauración ambiental de puntos concretos de biodiversidad dañados por la actividad humana (incendios, minería, agricultura, etc.), «que se conviertan en focos de dispersión de biodiversidad»; la repoblación con especies autóctonas; la recuperación de polinizadores; el restablecimiento de cuerpos de agua desaparecidos; la reposición de especies en peligro de extinción, «en colaboración con la Dirección General del Medio Natural de la Región de Murcia», y, especialmente, la conexión de espacios naturales, para garantizar «el desplazamiento de individuos o poblaciones de especies de flora y fauna».
El objetivo es generar una barrera forestal con flora resistente
En 2007 ya se diseñó una red de corredores para la Región de Murcia que, sin embargo, no se ha traducido desde entonces en ninguna actuación concreta. Ahora ARBA, consciente de la dificultad de llevar a cabo el programa, en buena parte por la necesaria implicación de fincas de propiedad privada, plantea una serie de actuaciones concretas en las que busca comprometer a multitud de agentes. De ahí que se esté tratando de embarcar desde a colectivos medioambientales y vecinales hasta empresas privadas, pasando por el apoyo de las distintas administraciones a lo largo de una década completa. Y además pretenden hacerlo dentro de unas directrices en línea con los planes de la Agenda 2030, de manera que se pueda optar al «apoyo de la Unión Europea a través de los programa Life o de otros de apoyo a la conservación de la biodiversidad».
Actuaciones en primera línea de batalla
El Cabo Tiñoso ya revive
Los expertos de ARBA califican el espacio natural de la sierra de la Muela, Cabo Tiñoso y Roldán, entre Cartagena y Mazarrón, como uno de los lugares de mayor importancia ecológica del Sureste de la Península Ibérica. En 2015 arrancó el denominado proyecto Revive, para la recuperación de los sabinares y enebrales de Cabo Tiñoso, que conforma una de las zonas con menor pluviometría de la Península Ibérica, que ha implicado la plantación de más de 850 árboles y arbustos.
Fénix en Sierra de la Muela
El Proyecto Fénix, denominado así por suponer la recuperación de un tesoro medioambiental desde sus propias cenizas, las del incendio que arrasó en 2012 más de diez hectáreas en la Sierra de la Muela, se basa en su transformación en un bosque biodiverso estructurado en torno al ciprés de Cartagena. Aquí se han plantado en total más de 3.000 árboles y arbustos con los que los conservacionistas tratan de recuperar el enclave con el 'Tetraclinis articulata' como gran protagonista.
La redención del Sancti Spiritu
El Proyecto 33 en Verde que ARBA inició en 2019 junto a la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), busca recuperar el bosque original del cabezo del Sancti Spiritu, la mayor cota de la Sierra Minera (434 metros). Aquí se cebó con la naturaleza las minería que dio nombre a la sierra, y que ahora se busca redimir con, entre otros, la repoblación de la zona con 2.500 árboles y arbustos. Lo de 33 hace referencia el llamado Camino del 33, por donde los antiguos mineros iban a Portmán.
Un bosque en Calblanque
En 2020 arrancó este proyecto de recuperación de un palmeral autóctono denominado Proyecto Calblanque. La actuación, que ha incluido la plantación de más de 1.500 árboles y arbustos, se ha desarrollado en zonas de cultivo abandonadas en pleno corazón del Parque de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila. El enclave, protegido por la Comunidad Autónoma, ocupa una extensión de casi 2.500 hectáreas a lo largo de un frente total de 13 kilómetros de costa al sur del Mar Menor.
Entre las acciones concretas de la Trinchera Verde, como de hecho se denomina el programa, se encuentran, 'grosso modo', el uso de setos agrícolas en el entorno del Mar Menor, la restauración de cauces hidráulicos, la recuperación de vías pecuarias y el establecimiento de una red de corredores verdes urbanos y de jardines autóctonos. Todo el conjunto, admiten, «supone un cambio de paradigma de nuestra relación con el entorno», en un objetivo que reconocen como «extremadamente ambicioso». De momento, ARBA trabaja en la zona en cuatro proyectos sobre cuatro enclaves concretos (Cabo Tiñoso, Sierra de la Muela, Calblanque y bosque del Sancti Spiritu de La Unión) que contribuirán a enlazar esta gran Trinchera Verde que los conservacionistas ya han propuesto al Ayuntamiento de Cartagena.
Una riqueza única en todo el continente
El espacio que el programa Trinchera Verde pretende proteger «alberga ecosistemas de un valor incalculable», según sus artífices. De este a oeste, el frente litoral de más de medio centenar de kilómetros del proyecto, comienza por el Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila, entre Cabo de Palos y Portmán. En él se confluyen bosques iberoafricanos de cipreses de Cartagena, pinares, antiguos encinares, matorrales esclerófilos, ramblas, arenales, dunas, paleodunas, calas, acantilados y «una cuenca endorreica en la que se encuentran las Salinas del Rasall». Más hacia poniente, la Sierra Minera de Cartagena-La Unión se erige como una de las últimas estribaciones de los Sistemas Béticos hacia el este, que conforman, «por su posición geográfica y su extraordinaria diversidad climática y geológica, uno de los puntos de mayor biodiversidad de todo el continente europeo», y en el que la Sierra Minera «se configura como uno de los enclaves en los que se manifiesta esta diversidad botánica de manera más relevante». Pasado Cartagena se eleva el Parque Natural de la Sierra de la Muela, Roldán y Cabo Tiñoso, con «el punto de menor pluviometría de la Unión Europea», con «un ecosistema estepario y semidesértico con especies adaptadas a estas extremas condiciones».
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