Regantes, pescadores, y ecologistas, aliados en El Hondo
La solución a los problemas que las carpas ocasionan a los embalses de este espacio natural, junto a la desembocadura del Segura, ha servido para sellar una colaboración a varias bandas que busca rentabilizar el control de esta especie exótica invasora
La carpa ('Cyprinus carpio') es muy resistente, puede vivir en aguas salobres, con escaso oxígeno, y es fácil de cultivar, así que desde al menos los tiempos de los romanos se vienen criando en Europa con fines alimentarios. Tanto éxito se le subió a la especie a la cabeza y ahora no es fácil quitársela de encima, y conviene hacerlo. A este pez de agua dulce le gusta remover los fondos poco profundos en busca de comida, «lo que causa turbidez y empobrece el hábitat», apunta el biólogo Ángel Sallent, implicado en un proyecto del Programa Pleamar, cofinanciado por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP), que trata de controlar su expansión en el Parque Natural de El Hondo, en Alicante, próximo a la desembocadura del río Segura.
La proliferación y los daños que provocan las carpas la han erigido en una de las cien especies invasoras más dañinas del mundo. En nuestro país es uno de los 21 peces incluidos en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. Aquí «se encuentra en la mayor parte de las cuencas hidrográficas, excepto del Noroeste peninsular», recuerda el texto.
En el caso de El Hondo, donde las carpas perjudican al resto de la fauna acuática y también causan estragos en las instalaciones de los regantes, la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) ha echado mano de los profesionales de la pesca para tratar de ponerla a raya. Y están obteniendo buenos resultados. «Estamos muy contentos, está funcionando muy bien», resume Sallent. En un mes, y en uno solo de los dos embalses de El Hondo, han logrado extraer casi diez toneladas del pescado, trabajando únicamente tres días a la semana. Ha habido jornadas, explica el experto, en las que han obtenido casi dos toneladas, cuando previamente apenas se lograban sacar entre 50 y 100 kilos en un día, apunta.
Se ha pasado de pescar entre 50 y 100 kilos de la especie invasora al día a casi dos toneladas
La diferencia la marcan los profesionales. Ahora son experimentados trabajadores de la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar los que se encargan de las capturas, con sus artes de pesca y su conocimiento del oficio. Antes, los intentos para eliminar las carpas provenían apenas de aficionados reclutados, para tratar de limitar la presencia de la especie, por Carolina García, ambientóloga de Riegos de Levante, la compañía que hace cien años construyó los dos embalses de El Hondo (uno de 650 hectáreas y otro de 450) para facilitar agua a los agricultores, y en los que ahora proliferan las carpas. En vista de los escasos resultados, se optó por buscar una solución más contundente, y que a la vez no conlleve un coste. De hecho, el objetivo final es obtener un beneficio de la extracción de las carpas, una especie muy complicada de eliminar, «porque su tasa de reproducción es muy elevada», de acuerdo con Carolina García, que al fin y al cabo se ha domesticado y extendido en gran medida por sus cualidades culinarias y que continúa formando parte de las recetas de muchos lugares, como China, Polonia y Alemania.
El objetivo es obtener un beneficio de la extracción de esta especie consumida en muchos lugares
El director de ANSE, Pedro García, pone el acento en la importancia de «la conservación e incluso la recuperación de ciertas actividades del sector primario tradicional» en beneficio de espacios naturales. A su juicio, «pueden constituir buenas herramientas para el mantenimiento y aumento de la biodiversidad y los paisajes en áreas geográficas muy humanizadas, como el Sureste de la península ibérica».
Con estas premisas, se dio el paso de buscar a pescadores profesionales que pudieran entrar en el proyecto de 'Pesca artesanal para la gestión de humedales costeros y especies de interés pesquero' (Gepescart), como se ha bautizado a esta iniciativa que arrancó el pasado enero. «La idea es resolver un problema medioambiental de forma sostenible y con pescadores profesionales», resume Sallent, de ANSE. A la licitación del contrato, recuerda, únicamente se presentó un pescador: José Blaya Gómez, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar. «Vengo de la quinta generación de pescadores del Mar Menor, por eso sabemos de qué forma hacerlo», explica Blaya Gómez, quien revela cómo «los artes que se utilizan en El Hondo son parecidos a los del Mar Menor», que es igualmente muy poco profundo. Blaya detalla además que en su familia ya se conocía que es posible pescar en EL Hondo. Ginés Blaya, padre de José, faenó en el lugar hace 60 años, contratado por Riegos de Levante para que capturase las anguilas que entonces les paralizaban las bombas. Finalmente, apunta, «dejaron de pescar porque el pescado no tenía valor».
«Esta solución sería extrapolable a la Albufera de Valencia», ejemplifica el biólogo Ángel Sallent
Superar ese mismo problema de rentabilidad es ahora uno de los objetivos más importantes del nuevo proyecto. De momento hay disponibles 200.000 euros para los ocho meses de duración de esta iniciativa puesta en marcha por ANSE con la colaboración de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio para la Transición Ecológica, a través del citado Programa Pleamar, cofinanciado por el FEMP. Una vez pasado agosto, cuando el periodo de actuaciones haya concluido, la esperanza de los artífices del Gepescart es que se haya logrado una vía de salida al mercado de las carpas que rentabilice la continuidad de su pesca, y de ese modo impedir su presencia desbordada.
Malvendiendo como harina
De momento, «lo estamos malvendiendo como harina de pienso hasta que logremos la venta» como pescado, apunta Sallent, quien en todo caso se muestra optimista: «Seguro que lo conseguimos, pero es complicado». Blaya confirma que los precios actuales impiden rentabilizar las extracciones, y llama a una mayor implicación pública: «La pesca en El Hondo sería más efectiva si nos ayudaran más las administraciones, para dar valor a lo que se está haciendo». De lo contrario, como advierten los expertos, el exceso de carpas en estos embalses continuará empobreciendo la zona, como viene ocurriendo en las últimas décadas.
La invasión de las carpas
La forma que tienen las carpas de alimentarse, removiendo el sedimento y arrancando la vegetación acuática, degrada los hábitats donde se introducen. Básicamente, según se recoge en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, su presencia aumenta la turbidez del agua; aumentan los nutrientes por resuspensión y excreción; se pierden macrófitas por consumo directo, bioturbación y turbidez; aumenta la biomasa y se altera la estructura de la comunidad de fitoplancton; disminuye el zooplancton; también disminuyen los invertebrados bentónicos por depredación; se reduce la biodiversidad y la abundancia de peces por competencia, degradación de zonas de cría y depredación de huevos y alevines; y se reduce finalmente la diversidad y abundancia de aves acuáticas por la competencia de la especie invasora. Y todo ello sin tener en cuenta los problemas que causan a instalaciones de riego, por ejemplo.
Las apenas dos barcas y tres personas que, habitualmente, están pescando en El Hondo desde hace un mes, tres días a la semana, ya van demostrando la rentabilidad medioambiental de una iniciativa que aún busca el retorno económico suficiente para que continúe en marcha después del verano. Si se logra, como está confiado Ángel Sallent que va a ocurrir, se habrá encontrado una fórmula que abre camino a una solución más allá de este enclave. «La carpa es un problema en muchos humedales y sería extrapolable a la Albufera de Valencia», ejemplifica el biólogo de ANSE. En el famoso espacio de la comunidad autónoma vecina ya hay, de hecho, una excepción a la normativa que impide la pesca de exóticas invasoras, como ocurre en El Hondo, indica Sallent, pero de momento apenas se obtienen entre 900 kilos y una tonelada en todo el año. Si se traslada la solución ensayada aquí, esas cifras se podrían multiplicar notablemente.
«Seguramente la pesca artesanal sea solo una de las soluciones para el control de las desmesuradas poblaciones de carpa en El Hondo y en otros humedales», aclara García, «pero puede constituir un ejemplo de cómo promover la colaboración de diferentes sectores en la búsqueda de soluciones que pueden generar beneficios para la naturaleza y las comunidades ligadas a esas actividades tradicionales». De momento, señala Carolina García, «es demasiado pronto» para valorar cómo va a resultar el proyecto, «pero la pesca sostenible es la solución más efectiva probada hasta el momento», añade. Si esta prueba tiene éxito, la naturaleza de la zona, sus pescadores, sus regantes y, al final, todos nosotros saldremos ganando.
Proyecto con mucha ciencia
Además de la colaboración de la Fundación Biodiversidad, con fondos del FEMP, el proyecto 'Pesca artesanal para la gestión de humedales costeros y especies de interés pesquero' (Gepescart), puesto en marcha por la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), cuenta con la colaboración de Riegos de Levante, WWF-España (Fondo Mundial para la Naturaleza), del Grupo de Investigación Biología y Conservación Vertebrados Acuáticos del Departamento de Zoología de la Universidad de Murcia, del Marine and Environmental Sciences Centre (Mare) de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa, de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) y del Grupo de Acción Local de Pesca y Acuicultura de la Región de Murcia (Galpemur), y con el apoyo del Servicio de Pesca y Acuicultura, de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente de la Región de Murcia, y del Parque Natural El Hondo.
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