Mejor plantar árboles que tirarse piedras

Apenas 500 metros separan a las poblaciones de Lorquí y Ceutí, en la Vega Media del Segura. Es una distancia suficiente como para que ambas hayan cultivado el atávico desencuentro que brota entre las localidades que ocupan un mismo territorio, y que aquí refuerza la presencia del Segura como río fronterizo. «Cuentan que los mozos se tiraban piedras entre los márgenes», apunta Antonio Verdú, profesor de Historia jubilado que ha impartido clase en los institutos de ambas localidades. No hay dudas de que la orilla izquierda es de los ilorcitanos, a los que desde el otro lado se provoca llamándoles 'lorcinos', y que la derecha pertenece a los ceutienses, a los que los primeros llaman malintencionadamente 'pancines'. Igualmente tampoco hay dudas de que lo que ocurre en una parte acaba repercutiendo en la otra, ya que el agua que pasa entre ambas es la misma. Esta evidencia racional quizá es lo que ha llevado a unos y otros a romper sus viejas rivalidades para ponerse de acuerdo en que el caudal que les separa es el mayor interés compartido; así que nada mejor que cuidarlo juntos por el bien de todos.

«Resulta muy gratificante ver cómo lo que fue frontera ahora es punto de encuentro», explica Jorge Sánchez, biólogo de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), una de las muchas entidades que colaboran desde hace cuatro años en la recuperación del tramo de 1,5 kilómetros de río (tres kilómetros de ribera en total) que separa (o une, según se vea) a los 20.000 habitantes de las dos poblaciones. Dos ayuntamientos de distinto color político (el alcalde de Lorquí es del Partido Socialista y el de Ceutí del Partido Popular); voluntarios de distintas edades (desde alumnos de colegios hasta profesores jubilados); miembros de Protección Civil; distintas organizaciones (la Asociación Camino al Humanismo y a la Ciencia, la Asociación de Patrimonio de Lorquí, Thader Lutra de Ceutí, por ejemplo); entidades de custodia como la propia Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), y también algunas empresas privadas, se han ido sumando a un proyecto que arrancó por iniciativa particular.

Sánchez relata que las primeras intervenciones en la restauración ambiental del río en la que participó su asociación comenzaron «a petición de Pedro Pérez, un ciudadano de Ceutí», y «como continuación del proyecto Life Segura Riverlink», que es un programa de ayuda en la recuperación ambiental de la cuenca del Segura que tuvo lugar entre 2013 y 2017, cofinanciado por Europa. La concejala de Medio Ambiente de esta localidad, María Ángeles Martí Bravo, recuerda que hace cuatro años su ayuntamiento comenzó «esta andadura con una acción llevada a cabo con asociaciones del municipio, que tuvo una primera buena acogida del público en general».

La actuación, continúa Martí Bravo, «sirvió para asentar las bases de la iniciativa puesta en marcha por un grupo de alumnos del IES Felipe de Borbón que, en 2019, acompañados de su profesora de ciencias, vinieron a verme para presentarme la idea de colaborar con la repoblación del bosque de ribera del Río Segura». Los chicos llevaban incluso «un listado de firmas de todos los alumnos dispuestos a tomar parte e implicarse en la plantación y el posterior cuidado de la zona». Este año, añade la concejala de Medio Ambiente, «se han sumado además todos los colegios del municipio».

El origen popular del proyecto queda acreditado; como también el puente figurado que se construye con él. Lorquí, explica la política de Ceutí, «es nuestro pueblo hermano, además de vecino, y el río nos une». Desde la margen izquierda, el concejal de Medio Ambiente de Lorquí, Isidoro Martínez Cañavate, coincide: «Somos muy conscientes de que es una riqueza y parte de nuestro patrimonio, de ahí que sea más fácil trabajar coordinadamente y sumar esfuerzos».

El político ilorcitano destaca igualmente la importancia de «hacerlo también para fomentar la unión entre los pueblos, porque la recuperación debe hacerse tanto en una orilla como en la otra, para que el esfuerzo sea conjunto y que beneficie a cuantos más mejor».

Con las actuaciones de ambos municipios para limpiar y recuperar el bosque fluvial del Segura, añade Martí Bravo, «claramente sumamos en un proyecto común que es la vida de nuestros respectivos municipios». La concejala ceutiense concluye: «En proyectos de este calibre no hay colores políticos». Ni tampoco hay edades. «El río es algo que nos atañe a todos y es un legado que dejar a generaciones venideras», apunta Martínez Cañavate.

Atrás parecen quedar aquellos tiempos de «pique intenso entre los dos pueblos» a los que apuntaba el profesor de Historia jubilado Antonio Verdú, que ahora es uno de los muchos implicados en esta singular recuperación del río. Verdú destaca el papel de la CHS en «el primer escalón de implicación» en esta restauración fluvial. Y cita sobre todo a su dirigente, Pedro Urrea, y más aún al técnico de Medio Ambiente Eduardo Lafuente, por su participación, acompañados por ANSE, «que está luchando a brazo partido». La implicación de todos en la recuperación ha llegado al punto de que en ocasiones los alumnos de los institutos de ambas localidades han trabajado al mismo tiempo en ambos márgenes «sin especificar Lorquí y Ceutí, un día en uno y otro día en otro», señala el profesor. Un colega suyo, el profesor de Historia jubilado Miguel Pérez Vidal, que además fue concejal de Lorquí y está igualmente implicado en estos trabajos, corrobora que ahora siguen marcha: «Estos días se están preparando unos 400 metros más de la ribera del río [a su paso entre Ceutí y Lorquí] para seguir con el bosque apropiado y la desaparición de las cañas como especie invasora». Ahora la única piedra que se cruza en el camino de ilorcianos y ceutienses es la del monolito del puente que enlaza sobre el caudal del Segura ambas poblaciones, en la que puede leerse: «La unión de los pueblos es nuestro orgullo». Y el de todos, teniendo en cuenta que el bosque de ribera es un bien común. Ojalá cunda el ejemplo.

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