Caballos más libres para limpiar montes
Ya existe una iniciativa que trata de importar a la Región el proceso de renaturalización que se ensaya en zonas de España como Cataluña, Aragón y Extremadura, y que supone la suelta de equinos con vistas a mejorar terrenos forestales
Un mustang original no es un coche, ni tiene su origen en Estados Unidos, sino en España; aunque desde el siglo XVI lleva pastando libre por las inmensas llanuras de aquel país. Este caballo, heredero de la raza andaluza, es uno de los grandes iconos de la cultura norteamericana, en la que luce como logotipo en un afamado Ford y el Congreso protege desde hace medio siglo. Su crianza, en libertad, le ha procurado un desarrollo muscular y un porte único, que ahora, en un singular viaje de vuelta, podría replicarse en España si prolifera el denominado 'rewilding', una fórmula que la experta y propietaria de caballos María López Mayol quiere introducir en nuestra geografía del Sureste peninsular.
El término que mejor se ajusta en español a lo que propone la especialista murciana (ha llegado a impartir clases en la santanderina Universidad Internacional Menéndez Pelayo sobre sus prácticas con equinos) es renaturalización. Consiste en la recuperación de un terreno para reintroducir especies que en el pasado fueron desalojadas o exterminadas de él.
El biólogo Chema Catarineu recuerda que fue el ser humano el que, con su llegada hace 40.000 años, acabó echando del Sureste ibérico a los grandes animales, como elefantes y rinocerontes, y posteriormente a los de talla media, incluidos uros, tarpanes (caballos salvajes) y encebras. Catarineu es el presidente de la Asociación de Naturalistas del Sureste (Anse), donde ven con buenos ojos esta propuesta para «contribuir a restaurar las funciones ecosistémicas de los herbívoros de talla media» perdidas con su desaparición de nuestros territorios.
La desaparición de herbívoros pastando es un hecho sin precedentes en millones de años
La media docena de ejemplares de López Mayol, más una mula, se crían ahora en un magnífico entorno junto a Cabo Tiñoso, en Cartagena, donde colaboran en sesiones de equinoterapia para ayudar a la gente, dentro de la iniciativa Equynos, a encauzar emociones interactuando con estos animales imponentes. No es mal trabajo para un caballo, aunque aún podrían estar mejor si encuentran un espacio, más acorde con su naturaleza, de entre 15 y 40 hectáreas (ahora estos siete equinos ocupan apenas una), en el que retozar y, de paso, recuperar.
La Asociación de Defensa Équidos (ADE) sí logró encontrar hace unos años una finca de 2.200 hectáreas en Biel, en el Prepirineo aragonés, en el que por ahora pastan casi un centenar de ejemplares (rescatados) que, como explica su fundadora, Leonor Díaz de Liaño, «ya están limpiando bastante superficie antes muy invadida por la maleza».
Cada caballo, con entre 400 y 900 kilos de peso, es capaz de eliminar, también con su pisada, una cantidad de matorrales mucho mayor que, por ejemplo, una cabra o una oveja (con menos de 50 kilos) o también un ciervo (unos 200 kilos). Se trata de plantas que consumen mucha agua y contribuyen a propagar incendios, explica López Mayol. En contraste, en los pastos, a los que ayuda a aflorar la presencia de caballos, también con el abono de su estiércol, el fuego «corre poco y se apaga enseguida».
Cada animal necesita al menos una hectárea de terreno en el que moverse con más libertad
Su papel de creadores y mantenedores de zonas de vegetación abierta y mosaicos de hábitats es el que, apunta Catarineu, hacían los antiguos pastadores y posteriormente, durante siglos, una ganadería extensiva que en las últimas décadas ha desaparecido, con la consiguiente «reducción de la herbivoría, un hecho sin precedentes en los últimos millones de años». Es algo serio, sentencia la directora de Equynos: «Si no hay herbívoros, el monte y los bosques se desequilibran», como vemos en los cada vez mayores incendios.
En nuestros días, si bien «los uros, tarpanes y encebras ya no existen», lamenta el presidente de Anse, «sí tenemos especies parecidas, como es el caso de los caballos domésticos». De ahí que, desde su asociación, consideren «que esta experiencia es muy interesante y debería ser monitoreada para evaluar su validez como herramienta de gestión ecológica en nuestros bosques», concluye el biólogo.
De momento ya se van acumulando algunas experiencias que podrían avalar la fórmula en España. Antes de la iniciativa de ADE, hace diez años, la etóloga galesa Lucy Rees soltó un grupo de caballos pottokas (raza autóctona el País Vasco) en una finca extremeña de 900 hectáreas para estudiar su comportamiento natural.
Su ensayo ha servido para comprobar cómo una zona, «muy deteriorada a nivel vegetal por una mala gestión ganadera durante décadas, ahora está recuperando su vegetación y biodiversidad, poco a poco», explica la experta murciana. Distintas asociaciones, sobre todo catalanas, están impulsando esta «liberación supervisada de caballos en la naturaleza», particularmente en Cataluña y Aragón, donde «también se está aprovechando su presencia en programas educativos y actividades turísticas», dos ventajas adicionales para «dinamizar zonas rurales». En el Alto Tajo, la fundación Rewilding Europe está trabajando igualmente en un espacio de varios miles de hectáreas, y en Teruel y Valencia se han empleado caballos transhumantes para eliminar el cañizo invasor de la cuenca del río Turia, por ejemplo.
Los ensayos también están constatando «que los caballos se adaptan mejor de lo creíamos a terrenos montañosos y de pasto relativamente pobre», apunta Díaz de Liaño. La creadora de ADE propone complementar su presencia con rebaños de ovejas o vacas, «porque cada uno prefiere un determinado tipo de pasto». Lo que sí precisan es agua, ya sea de fuentes naturales o no; terrenos con zonas llanas y algo de arbolado, y vallados, «para evitar accidentes y quejas», señala, si bien en el norte de España es frecuente su presencia en espacios abiertos.
Un cobertizo
No está de más tampoco contar con algún cobertizo donde atender a los animales de posibles incidencias y albergar un extra de alimento por si resulta necesario en algún momento, añade López Mayol, que estima en una hectárea, «con buen pasto», el mínimo necesario para cada caballo en libertad. Lógicamente, la capacidad del terreno depende de sus características y las del clima de la zona. La experiencia de ADE les lleva a proponer fórmulas como la rotación de una decena de ejemplares, por ejemplo, en espacios de cinco hectáreas cada dos días.
Rubén Vives, en nombre de Ecologistas en Acción de la Región de Murcia, advierte de que cualquier solución de cercado de estos animales «puede generar un sobrepastoreo y un deterioro de la masa forestal». Además de señalar «que a los caballos no les gusta el monte cerrado, y tienden a irse a las zonas abiertas donde se genera el pasto, en las que no hay tanto problema de exceso de biomasa», explica.
No es, por tanto, una fórmula mágica que se pueda implementar sin más, como coinciden sus artífices. Precisa de un alto conocimiento y una participación de la Administración y los agentes implicados para reducir riesgos y potenciar los resultados de un sistema que todavía se está ensayando.
Ecologistas en Acción advierte del deterioro que puede producirse a partir del cercado que suele precisar esta fórmula
De momento, López Mayol ya ha iniciado gestiones con el departamento de Sostenibilidad de la Administración de Albacete, «y están muy interesados con la iniciativa», para encajarla quizá en algún espacio de la zona de la Sierra del Segura. «También he contactado con un par de ayuntamientos de Alicante y con algunos propietarios de fincas de la Región de Murcia y de Albacete, pero de momento no hay nada cerrado», detalla.
«Siempre que este proyecto se haga con respeto y consideración a los animales, es perfectamente exportable, es lo que ha hecho la ganadería extensiva durante años», concluye Díaz de Liaño al ser preguntada por la posibilidad de su aplicación en terrenos murcianos.
Para López Mayol «sería muy interesante que la Administración facilitara e impulsase iniciativas de este tipo», en vista de que, afirma, «los caballos pueden ser un impagable aliado en la gestión del territorio y en un dinamizador y atractivo para las zonas que se están quedando despobladas». A nadie dejaría indiferente ver correr manadas de trotones por nuestros campos, como ocurría hace milenios y como llevan siglos haciendo los mustang en México y Estados Unidos.
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