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Ilustración que recrea la sima en la que caían los animales, con algunos de ellos en su interior, en el momento en el que empezó a formarse el depósito
Ilustración que recrea la sima en la que caían los animales, con algunos de ellos en su interior, en el momento en el que empezó a formarse el depósito Núria Malo

Un safari pleistoceno por la sierra de Quibas

El yacimiento de Abanilla es una cápsula del tiempo de hace más de un millón de años en la que se han descubierto ya más de 80 especies de fauna, algunas desconocidas

Domingo, 5 de octubre 2025

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Casi en el límite de la provincia con Alicante, la Región de Murcia alberga en el municipio de Abanilla, en Cañada de la Leña, un yacimiento de hace entre 1.100.000 y 900.000 años (Pleistoceno Inferior) que está desvelando los secretos de antiguos mundos ahora perdidos. Una auténtica «cápsula del tiempo», la define el codirector del yacimiento, Pedro Piñero, que está desentrañando las condiciones ambientales en las que vivieron los humanos más antiguos de Europa occidental, cuyos restos se hallaron en Orce (Granada) y Atapuerca (Burgos), datados en torno a las mismas fechas de las que guarda registros Quibas.

El enclave es una antigua cueva bajo tierra, una trampa natural donde caían por accidente animales que hace en torno a un millón de años habitaban la Región. Sus huesos quedaron sepultados durante cientos de milenios hasta transformarse en piedra.

Los arqueólogos excavan en el yacimiento de Quibas. Guillermo Carrión / AGM
Imagen principal - Los arqueólogos excavan en el yacimiento de Quibas.
Imagen secundaria 1 - Los arqueólogos excavan en el yacimiento de Quibas.
Imagen secundaria 2 - Los arqueólogos excavan en el yacimiento de Quibas.

Ahora, acaba de concluir la primera fase de acondicionamiento del yacimiento, con una subvención de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Región de Murcia «para hacerlo visitable con seguridad y desde dentro » y que los ciudadanos puedan disfrutar de un safari pleistoceno en lo que fue la sierra de Quibas hace un millón de años. En esta primera fase, «se ha protegido el entorno de la sima y cueva con un vallado y se ha montado un andamio. Y ya está en estudio la segunda fase del acondicionamiento. Estamos a la espera de la segunda subvención y creemos que el año que viene se podrá abrir al público».

Tras los pasos del primer lince ibérico

Los descubrimientos de los paleontólogos han desenterrado uno de los primeros linces ibéricos del mundo, que habitó en las montañas de Abanilla; en concreto, 60 fósiles de su esqueleto, la colección más amplia entre las poblaciones más antiguas de este felino. «Si fuésemos linces, Quibas sería nuestra Atapuerca», afirma orgulloso el paleontólogo Piñero, feliz también de que se vayan a presentar este otoño dos réplicas del animal realizadas a partir de los fósiles y gracias a la financiación de la Fundación Séneca: una permanecerá expuesta en el Centro de Interpretación Paleontológico Sierra de Quibas, en el hall del Auditorio Municipal de Abanilla, y la otra se exhibirá de manera itinerante por los centros escolares de la Región.

Pero además del lince, las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento de Quibas desde 2000 (bajo la dirección de Miguel Ángel Mancheño, primero; y, después, de Jordi Agustí y Pedro Piñero) han sacado a la luz muchos más datos reveladores, entre ellos, los restos del cárabo común (rapaz nocturna) más antiguos de los hallados hasta la fecha en la Península y, en su mayor parte, responsable de la acumulación de restos fósiles de pequeños mamíferos, no tan llamativos y sorprendentes como los también presentes rinocerontes, macacos, tigres dientes de sable, linces o puercoespines, pero quizá mucho más importantes, ya que alguno era desconocido y se ha descrito por primera vez ('Manchenomys orcensis') y, además, permiten datar con extremada precisión la cronología de los sedimentos y conocer con mayor detalle el hábitat en el que evolucionaron.

En total, desde que en 1994 se descubrió el yacimiento por el hallazgo fortuito de unos excursionistas, que entregaron los restos óseos al grupo cultural paleontológico de Elche Cidaris, han sido 80 los animales identificados en el interior de la cueva y la sima, entre los que también se encuentran otros mamíferos como los ancestros de lobos y bueyes almizcleros, bisontes, gamos, zorros, licaones, jabalíes o caballos; así como aves, entre ellas especies hoy desaparecidas de la Península, como el ibis eremita, y aún presentes, como la codorniz común, la paloma bravía, el cuco, el avión común, el carbonero común, el verderón europeo, el jilguero europeo, el águila real, el quebrantahuesos o el buitre negro, entre otros.

La presencia de anfibios y reptiles también queda reflejada en el registro fósil de Quibas, con víboras hocicudas, culebras de escalera, bastardas, de collar..., sapos verdes y sapillos moteados, salamanquesas, tortuga mediterránea (la más antigua documentada) y hasta la nueva especie de lagarto sin patas 'Ophisaurus manchenioi', que, en los niveles más antiguos del yacimiento, permitió confirmar que el Sureste de la Península fue el último refugio de fauna subtropical en Europa. También han encontrado fósiles de peces y moluscos terrestres.

El paleoclima y la sucesión de fases glaciares e interglaciares

Fase Interglaciar

Imagen después - Recreaciones del entorno del yacimiento de Quibas

Fase glaciar

Imagen antes - Recreaciones del entorno del yacimiento de Quibas
Recreaciones del entorno del yacimiento de Quibas Núria Malo

El yacimiento de Quibas se ha convertido también en un laboratorio para explorar las dinámicas glaciares e interglaciares que se sucedieron en el momento de formación del yacimiento abanillero. Ciclos fríos y secos se alternaban con episodios cálidos y húmedos, «modulados por intervalos de unos 40.000 años, fruto de las variaciones en la inclinación del eje de la Tierra», explica el codirector del yacimiento Jordi Agustí.

Así, entre hace 1.100.000 y 900.000 años, el equipo de investigación de Quibas ha podido detectar una sucesión de hasta 6 cambios climáticos, «la primera vez que se registra en Europa para este período de tiempo en el ámbito terrestre, preludio de las fases glaciares mucho más intensas de mediados del Pleistoceno (desde hace 800.000 años)», puntualiza.

Para detectar esta alternancia de 7 episodios glaciares e interglaciares, los investigadores analizaron la composición mineralógica de los sedimentos de cada nivel del yacimiento para conocer el alcance y la intensidad de cada uno de estos cambios (4 interglaciares y 3 glaciares) y de qué forma afectaron a la flora (mediante el análisis del polen) y a la fauna, incluido el ser humano, en este periodo. Algo que también han constatado con el importante cambio en la fauna de la zona en las diferentes fases climáticas.

Esta antigua cueva rellena de sedimento rico en fósiles es un enclave exclusivo en Europa por su edad y una oportunidad única para avanzar en el conocimiento sobre el contexto paleoambiental y faunístico del Pleistoceno Inferior, una cronología algo posterior a los yacimientos de Orce y Atapuerca, con los restos humanos más antiguos de Europa occidental, constatando y completando los datos de estos cambios climáticos mediante el estudio del polen fósil, que dibuja de forma más precisa el paisaje de los ecosistemas en este periodo temporal tan antiguo y cómo afectaron más concretamente a la comunidad vegetal. Porque, como subraya Pedro Piñero, es importante lo que averiguamos del pasado para nuestro futuro. «Si sabemos qué ha pasado, cómo plantas y animales han reaccionado ante fluctuaciones ambientales, por una parte, entendemos cómo estamos y cómo hemos llegado a esta situación; y, por otra, si sabemos cómo los seres vivos reaccionaron en el pasado, podemos inferir qué podrá ocurrir o cómo podrán reaccionar en el futuro. También los humanos».

Para dar a conocer el abundante fruto de 25 años de investigación y campañas de excavación en Quibas, aquí presentamos un safari para conocer las especies de fauna halladas hasta el momento en la cueva y la sima, tanto en periodos glaciares (fase árida con matorrales en nuestras latitudes) y que convivieron con nuestro antiquísimo lince, como en interglaciares (fase húmeda con más bosques).

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(1). Sapo verde ('Bufotes viridis')

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Se encuentra hoy extinto en el extremo occidental de Europa. En Quibas, se ha documentado una de las últimas poblaciones de este anfibio en la Península, junto con la del cercano yacimiento de Cueva Victoria. En Quibas, también se han recuperado restos del sapillo moteado ('Pelodytes punctatus').

(2). Molar de 'Canis (Xenocyon) lycaonoides'

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Considerado el ancestro del actual licaón o perro salvaje africano ('Lycaon pictus'), un carnívoro característico de las sabanas africanas.

(3). Metápodo de rinoceronte etrusco 'Stephanorhinus etruscus'

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Es un rinoceronte extinto emparentado con el rinoceronte de Sumatra actual. Podía alcanzar un peso de hasta 3 toneladas, una longitud de alrededor de 4 metros y una altura de aproximadamente 2 metros. Su tamaño se acercaba al de los rinocerontes blancos modernos, aunque presentaba patas relativamente más largas.

(4). Mandíbulas de 'Meles meles'

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Es la especie de tejón que aún habita gran parte de Eurasia. La colección de fósiles de tejón recuperada en Quibas es la más completa conocida para las poblaciones más antiguas de esta especie.

(5). Mandíbula, dientes y pelvis de caballo

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En Quibas, se han identificado dos especies de équidos: ‘Equus altidens’ y ‘Equus suessenbornensis’. Ambas convivieron en la misma zona e interactuaron –simpatría–, aunque mantienen diferencias notables: ‘E. altidens’ era de tamaño medio y presentaba una anatomía similar a la de las cebras, mientras que ‘E. suessenbornensis’ era más grande y robusto, con rasgos convergentes a los caballinos. Se cree que ‘Equus altidens’ habitaba ambientes de sabana en mosaico o bosques, mientras que ‘E. suessenbornensis’ prefería espacios más abiertos y secos.

(6). Molar de puercoespín

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‘Hystrix refossa’ es una especie extinta de gran puercoespín que estuvo ampliamente distribuida por Eurasia durante el Pleistoceno. Era aproximadamente un 20% más grande que su pariente más cercano, el puercoespín indio actual. Hoy en día, existe una especie de puercoespín en Europa (‘Hystrix cristata’) que está presente en algunas zonas del sur de Italia (Sicilia y sur de la península itálica), donde probablemente fue introducida por los romanos hace más de 2.000 años.

(7). Esqueleto de ‘Lynx pardinus’

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El lince ibérico es una de las especies emblemáticas de Quibas, yacimiento que ha proporcionado el esqueleto más antiguo de ‘Lynx pardinus’ recuperado hasta la fecha. Aunque este carnívoro es abundante en los yacimientos Paleolíticos de la Península Ibérica, los restos de sus poblaciones más antiguas son muy escasos. En Quibas, sin embargo, se ha encontrado un esqueleto compuesto por más de 60 fósiles, que conforman el registro más completo del Pleistoceno Inferior para este felino. Esta especie emblemática apareció en la Península a partir de su antecesor ‘Lynx issiodorensis’ y ha estado presente en el Sureste ibérico durante un millón de años, hasta su extinción a finales del siglo XX. Afortunadamente, el lince ibérico ha vuelto a repoblar la Región de Murcia gracias al impulso del proyecto Life LynxConnect y al apoyo de la Consejería de Medio Ambiente.

(8). Vértebra de trucha común

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En el yacimiento de Quibas, aunque de forma escasa, han aparecido vértebras de ‘Salmo trutta’. Se trata de la presencia más meridional de esta especie en la Península durante el Pleistoceno Inferior documentada hasta el momento. Estos restos habrían llegado hasta el yacimiento llevados por algún depredador. De acuerdo al tamaño de la vértebra hallada, el individuo alcanzaría unos 14 cm.

(9). Placas de caparazón de ‘Testudo hermanni’

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Los restos fósiles de tortuga mediterránea en Quibas son muy abundantes y la población de este yacimiento representa la más antigua documentada en la Península. Actualmente, ‘Testudo hermanni’ ya no habita la Región, aunque sí está presente la tortuga mora (‘Testudo graeca’).

(10). Esqueleto en conexión anatómica de culebra de escalera (‘Zamenis scalaris’)

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Esta especie todavía habita en la sierra de Quibas. Al igual que la víbora hocicuda, aparece en los niveles más recientes del yacimiento, donde las condiciones más áridas favorecieron su asentamiento y supervivencia. En Quibas también se han encontrado restos óseos de culebra bastarda (‘Malpolon monspessulanus’), culebra lisa meridional (‘Coronella girondica’) y culebra de collar (‘Natrix natrix’).

(11). Mandíbula de ‘Oryctolagus giberti’

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Es el antepasado del conejo europeo actual, que probablemente constituyó una de las presas habituales del lince ibérico. Esta especie fue descrita por primera vez en el yacimiento vecino de Cueva Victoria, en Cartagena.

(12). Mandíbula y radio de ‘Vulpes praeglacialis’

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Considerado un posible ancestro de los zorros comunes actuales (‘Vulpes vulpes’). Esta especie de zorro extinto era algo más pequeña que la actual.

(13). Buitre negro

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'Aegypius monachus' es una de las cuatro especies de buitres presentes en Europa y la segunda identificada en Quibas, junto al quebrantahuesos. En este yacimiento se halló en 2025 una primera falange atribuida a esta ave en el nivel glacial árido, lo que atestigua su presencia en la Península Ibérica desde hace al menos un millón de años. Fotografía del buitre: Creative Commons, autor Juan Lacruz.

(14). La víbora hocicuda (‘Vipera latastei’)

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Aún presente en la sierra de Quibas, aparece en los niveles más recientes del yacimiento, cuando el cambio climático favoreció la expansión de espacios abiertos de matorral y la reducción de los bosques, lo que proporcionó un hábitat adecuado para la supervivencia de esta especie.

(15). Metápodo de ‘Praeovibos mediterraneus’

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Fue un gran bóvido, considerado ancestro del actual buey almizclero. El yacimiento de Quibas ha proporcionado la mayor colección de fósiles de esta especie conocida del Pleistoceno Inferior. Su tamaño alcanzaba aproximadamente 1,5 m de altura.

(16). Maxilar y mandíbula de erizo común

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‘Erinaceus europaeus’ es un insectívoro que se encuentra actualmente en la Región. Los restos fósiles del erizo común son generalmente escasos, aunque en Quibas se ha recuperado una amplia colección.

(17). Mandíbulas de ‘Capra alba’

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Una cabra de origen asiático hallada en Quibas. Esta especie parece estar relacionada con el tar, una cabra salvaje que actualmente habita las montañas del Himalaya. Los fósiles de este artiodáctilo son muy abundantes en el yacimiento.

(18). Molares de lirón careto

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‘Eliomys quercinus’ es un roedor que aún está presente en la zona. Es un mamífero nocturno que generalmente vive en zonas arbóreas.

(19). Mandíbula de ratón de campo

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En Quibas, se han identificado dos especies de ratón: ‘Apodemus sylvaticus’, que aún habita la Región, y ‘Castillomys rivas’, un ratón de menor tamaño que se extinguió hace unos 800.000 años.

(20). Húmero y cráneo de águila real

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El águila real (‘Aquila chrysaetos’) continúa habitando actualmente la sierra de Quibas, donde se mantiene como uno de los principales depredadores de la zona. También aparecen otras rapaces diurnas de gran tamaño como el quebrantahuesos (‘Gypaetus barbatus’).

(21). Diente del ancestro del lobo

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‘Canis mosbachensis’ es un lobo extinto que habitó Europa desde finales del Pleistoceno Inferior hasta el Pleistoceno Medio. Se considera ampliamente como el antecesor del lobo actual (‘Canis lupus’), aunque tenía un tamaño menor.

(22). Cárabo común y mochuelo común

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En el yacimiento de Quibas, se han recuperado restos óseos de cárabo común (‘Strix aluco’), especie que aún habita en la Región. Su presencia en el yacimiento es especialmente destacada debido a su papel como depredador, ya que es el principal responsable de la acumulación de miles de restos de pequeños mamíferos. Tras la ingesta, esta rapaz nocturna regurgita egagrópilas cargadas de huesos pequeños, que se fueron acumulando a lo largo de milenios en el yacimiento. Otras rapaces nocturnas halladas en Quibas son el mochuelo europeo (‘Athene noctua’) y el autillo europeo (‘Otus scops’).

(23). Cráneo de murciélago ratonero y mandíbula de murciélago de cueva

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La asociación de murciélagos en Quibas es amplia, con hasta once especies recuperadas de los diferentes niveles estratigráficos. Entre ellas, se encuentran los murciélagos de herradura ‘Rhinolophus euryale’, ‘Rhinolophus ferrumequinum’ y ‘Rhinolophus hipposideros’; los murciélagos ratoneros ‘Myotis myotis’ y ‘Myotis escalerai’; el nóctulo pequeño ‘Nyctalus leisleri’ (registro más antiguo de esta especie en la Península); el murciélago rabudo ‘Tadarida teniotis’; el murciélago hortelano ‘Eptesicus sp.’; el murciélago orejudo ‘Plecotus sp.’; el murciélago común ‘Pipistrellus sp.’; y el murciélago de cueva extinto del norte de África ‘Miniopterus horaceki’. La identificación de esta última especie en Quibas, fósil hasta ahora solo documentado en Marruecos, confirma su migración a Europa y la colonización del Sureste ibérico hace aproximadamente un millón de años.

(24). La salamanquesa común (‘Tarentola mauritanica’)

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Es muy abundante en el yacimiento de Quibas, con miles de restos. Se trata de un reptil que tolera ambientes con cierta humedad y que puede refugiarse tanto en paredes rocosas como en grietas, fisuras o galerías de cavidades subterráneas poco profundas, lo que explicaría su abundancia en este yacimiento. Otros reptiles hallados en Quibas incluyen la culebrilla ciega (‘Blanus cinereus’), el lagarto ocelado (‘Timon lepidus’) y la lagartija colilarga (‘Psammodromus algirus’).

(25). Ibis eremita

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En la actualidad, el ibis eremita (‘Geronticus eremita’) no posee una población silvestre autóctona establecida de forma natural en la Península Ibérica. Sin embargo, esta especie habitó estas latitudes en el momento de formación del yacimiento de Quibas. En el Antiguo Egipto, los ibis fueron venerados como símbolo del dios de la sabiduría. Otras aves registradas en Quibas son la codorniz común, la paloma bravía, el cuco, el avión común, la bisbita común, el colirrojo tizón, la tarabilla africana, la collalba rubia, el carbonero común, el verderón europeo, el jilguero europeo y cuervos.

(26). Restos craneales de bisonte

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‘Bison voigtstedtensis’ es una especie extinta de bisonte que vivió en Europa desde el Pleistoceno Inferior y Medio. Se caracteriza por una robusta constitución y cuernos bien desarrollados. No parecen ser ancestros directos de los bisontes actuales y estaban más relacionados con ambientes boscosos.

(27). Metápodo de ‘Megantereon’

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Un tigre de dientes de sable que fue un depredador altamente eficiente. Poseía caninos alargados, potentes zarpas y alcanzaba un tamaño comparable al de un jaguar o un leopardo. Además, se cree que era capaz de trepar a los árboles. Cazaba al acecho herbívoros de tamaño medio o grande, a los que mataba con sus caninos de 10 cm de longitud. De acuerdo a su dentición, este félido seguramente solo podía acceder a abrir el abdomen de sus presas y comer las vísceras, dejando el resto del cadáver para carroñeros como la hiena gigante o los primeros humanos.

(28). Mandíbula de la ardilla voladora ‘Hylopetes’

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Esta ardilla se desplazaba planeando de árbol en árbol, por lo que su presencia en los niveles más antiguos de Quibas indica la existencia de un bosque bien desarrollado. Tras el cambio climático registrado en el yacimiento hacia condiciones más áridas, esta ardilla desaparece de Quibas. Actualmente, especies relacionadas con el género ‘Hylopetes’ habitan regiones boscosas de Asia tropical y subtropical.

(29). Molares de ‘Prolagus calpensis’

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Fue una especie de pica ya extinta, perteneciente a un grupo relacionado con los conejos. Actualmente, las picas o liebres silbadoras han desaparecido de Europa occidental y las poblaciones vivas más cercanas se encuentran en las laderas asiáticas de los montes Urales.

(30). Mandíbula con molar de ‘Manchenomys orcensis’

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Un género y especie nuevos descritos por primera vez en el yacimiento de Quibas. Se trata de un topillo extinto que también habitó la zona de Orce hace más de un millón de años, coincidiendo con la presencia de los primeros humanos en Europa. Su nombre rinde homenaje al profesor Miguel Ángel Mancheño, de la Universidad de Murcia, quien fue el primer director de las excavaciones entre 2000 y 2009.

(31). Vértebra y maxilar de agámido

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Estos reptiles, entre los que se encuentra el lagarto de fuego o el agama de Bibrón, viven en climas cálidos y secos. Debido a las glaciaciones del Pleistoceno, estos lagartos terminaron por extinguirse en Europa, persistiendo en latitudes más bajas, como África. Los últimos agámidos de Europa, antes de su extinción por la intensificación de los ciclos fríos, se han hallado en el yacimiento de Quibas.

(32). Mandíbula y molar de ‘Neomys’

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Los musgaños actuales descienden del género ‘Asoriculus’, presente en yacimientos algo más antiguos (Fuente Nueva 3 y Barranco León). La presencia de ‘Neomys’ en Quibas representa uno de los registros más antiguos conocidos de este insectívoro semiacuático, resultado de su evolución a partir de ‘Asoriculus’. Este es uno de los musgaños del género ‘Neomys’ más antiguos documentados hasta la fecha. Además, en Quibas también aparece la musaraña ‘Crocidura kornfeldi’, una especie extinta que contribuye a la diversidad de insectívoros del yacimiento.

(33). Mandíbula de ‘Ophisaurus manchenioi’

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En los niveles más antiguos del yacimiento de Quibas, de una fase climática húmeda, se descubrió esta nueva especie de lagarto sin patas, un reptil cuyos parientes actuales habitan en regiones tropicales y subtropicales. Es una especie endémica de Quibas y su presencia confirma que el Sureste de la Península actuó como el último refugio de fauna subtropical en Europa. Su nombre rinde homenaje al profesor Miguel Ángel Mancheño, de la Universidad de Murcia, primer director de las excavaciones entre 2000 y 2009.

(34). Restos craneales de ‘Macaca sylvanus’

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El macaco de Berbería es una especie poco común en el registro fósil de la Península Ibérica, pero excepcionalmente abundante en Quibas, el yacimiento con mayor número de restos fósiles de este primate en toda Europa. Aunque durante el Pleistoceno ‘Macaca sylvanus’ estuvo ampliamente distribuido por Europa y las regiones mediterráneas, las sucesivas glaciaciones provocaron el retroceso de sus poblaciones hasta su desaparición de la Península Ibérica al final de dicho periodo. En la actualidad, sus únicas poblaciones silvestres relictas sobreviven en el Atlas, al norte de África. La población de Gibraltar es, con toda probabilidad, introducida.

(35). Cráneo de gamo

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‘Dama vallonnetensis’ es una especie extinta de gamo que habitó Europa durante el Pleistoceno Inferior. Está estrechamente relacionada con el gamo actual (‘Dama dama’), con el que comparte muchas características morfológicas, aunque tenía un mayor tamaño que su descendiente.

(36). Concha de ‘Palaeoglandina montenati’

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Se trata de un molusco pleistoceno de gran tamaño, relacionado con los caracoles carnívoros actuales. Su presencia en Quibas se considera un relicto de una época anterior más cálida y húmeda, posiblemente relacionada con condiciones del Plioceno. En Quibas, se han encontrado diversas especies de invertebrados, incluyendo otros moluscos como ‘Bythinella sp.’, ‘Pomatias sulcatus’, ‘Pseudotachea splendida’, ‘Chondrina farinesii’, ‘Jaminia quadridens’, ‘Testacella haliotidea’, ‘Vitrina sp.’, ‘Rumina decollata’, ‘Oxychilus mercadali’, ‘Trochoidea murcica’, ‘Iberus gualtieranus’ y ‘Sphincterochila candidissima’. Entre los artrópodos aparecen el milpiés (‘Diplopoda’) y la cochinilla de humedad (‘Armadillidium sp.’).

(37). Molar de jabalí

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Se trata de la especie actual ‘Sus scrofa’. Los jabalíes estuvieron ausentes durante gran parte del Pleistoceno Inferior en Europa, pero reaparecieron hace entre 1,2 y 1,1 millones de años, coincidiendo con una tendencia hacia condiciones más húmedas y cálidas y la expansión de los bosques tras una fase fría y seca. En ese momento, además de los jabalíes, también reaparecen los macacos y las ardillas. El yacimiento de Quibas es uno de los mejores ejemplos de este momento.

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Créditos

  • Ilustraciones Núria Malo

  • Programación Admir Bahtagic

  • Diseño Mar Saura Rosique y Admir Bahtagic

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