El recuerdo de 13.000 ausencias al año
Los cementerios se preparan para acoger las visitas con que las familias honran a sus difuntos cada 1 de noviembre. En la Región se producen cerca de 36 fallecimientos diarios, de los que el 7% sigue debiéndose a la Covid-19
Los familiares de los difuntos se acercan estos días en un lento goteo a los camposantos. Allí limpian y adecentan tumbas, nichos y panteones de sus seres queridos, retiran el polvo y la tierra de las lápidas y las adornan con flores. Son generalmente crisantemos, claveles y dalias que se depositan con ceremonia y en silencio. La escena se repite cada año en todos los cementerios de la Región de Murcia como antesala del Día de Todos lo Santos, cuando el goteo de visitantes se convierte en catarata, en un ritual que se celebra el primer día de noviembre desde hace siglos para honrar la memoria de los muertos.
El día sirve para visibilizar el peso de la pérdida, una circunstancia que suele permanecer en la esfera íntima la mayor parte del año y mantenerse alejada de las conversaciones y abordarse a través de eufemismos. Se dice que alguien descansa en paz, o que ha abandonado este mundo con tal de no pronunciar la palabra más incómoda del diccionario. «La muerte está ligada a la vida por definición y es la única cosa inevitable que vamos a experimentar todos y todas. A pesar de esta verdad universal, hablar de la muerte se ha convertido a lo largo de los años en un tema tabú, sobre todo en occidente», explica María Romero García, coordinadora del Grupo de Trabajo de Psicooncología y Cuidados Paliativos del Colegio Oficial de Psicología de la Región. «Esta negación, en algunos casos, dificulta el proceso de final de vida porque, cuando llega el momento, no sabemos cómo actuar. El hecho de no hablar de una realidad, no la cambia en absoluto -señala-. Al contrario, empezar a hablar de muerte y de lo que ésta conlleva, nos permite afrontar aspectos tan importantes como definir nuestras últimas voluntades, poder despedirnos de quienes queremos con más serenidad, tomar decisiones o ser parte activa en los cuidados al final de la vida».
Tras el hecho de la muerte se esconden numerosas caras de una realidad poliédrica que afecta a todos: desde los mecanismos del duelo y el luto a las causas que hay tras la pérdida de más de 13.000 vidas anuales en la Región, pasando por la evolución de las cifras de fallecimientos a lo largo de los años o la dimensión económica de la muerte.
En los últimos años, la cuestión estadística ha estado fuertemente marcada por la irrupción de la pandemia. La aparición del coronavirus ha provocado un exceso de mortalidad que ha impactado con fuerza en la sociedad murciana. Aunque se hayan dado por terminados los peores días de la Covid-19, con dramáticas escenas en las residencias y las unidades de cuidados intensivos de los hospitales de la Región, los efectos de los contagios y sus complicaciones siguen dejándose notar. En 2022 el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III contabilizó 13.161 fallecimientos en la Región de Murcia, un 13,4% más que los registrados en 2019, el año previo al inicio de la expansión del SARS-CoV-2 por el país, y un 15% más que las en 2015. En total, el pasado año se produjeron cerca de 36 muertes diarias, y casi un 7% de ellas se debieron a los efectos de la pandemia.
Según los informes del MoMo, en 2022 910 muertes correspondieron a personas diagnosticadas de Covid-19. Ese año fue el segundo con más fallecidos achacables al coronavirus, pese a que la pandemia pareciera ya un recuerdo de otro tiempo y las medidas sanitarias para prevenir los contagios hubieran decaído casi por completo.
Por encima de la cifra de muertes por Covid del pasado año solo se sitúa la de 2021, cuando la Región superó el millar de víctimas mortales, con 1.035 decesos. Eso provocó una descompensación en las estadísticas de causas de mortalidad, elevando hasta cerca del 10% las achacadas a enfermedades infecciosas, según los datos del Instituto de Salud Carlos III.
Los principales cambios en las causas de muerte
Dejando a un lado los efectos de la pandemia, el peso relativo de los distintos motivos de muerte han variado de forma notable en los últimos 40 años en la Región. Uno de los cambios más relevantes en la serie histórica ha sido el incremento en el número de fallecidos por tumores. Mientras que en 1980 solo 1,71 de cada 1.000 muertes en hombres y 1,21 en mujeres se atribuyen a esta causa, en 2021 la cifra ya había escalado hasta los 2,54 y 1,64 respectivamente. Este incremento significa que cerca del 30% de las defunciones de los hombres se deben ya a la aparición de tumores frente al 20% registrado en 1980, mientras que en el caso de las féminas esta proporción alcanzaba el 20% en 2021 frente al 16% que suponía 40 años antes.
Por otra parte, los trastornos mentales también han incrementado su peso el fin de la vida de los ciudadanos de la Región, sobre todo de las mujeres, donde se han multiplicado por 12, mientras que se ha producido una destacable disminución en el número de defunciones femeninas asociadas al sistema circulatorio, con una reducción del 42,3%.
También las muertes por causas no naturales han caído en las últimas cuatro décadas. En 2021 se contabilizaron 403 fallecimientos por este motivo en una Región con más de 1,5 millones de habitantes, fundamentalmente por suicidio (123 casos), caídas (79), accidentes de tráfico (62) y ahogamientos (50), mientas que en 1980, cuando la población estaba más de medio de personas por debajo, ocurrieron 420 fallecimientos.
Los meses de invierno y el factor temperatura
Al margen de las causas, otro factor determinante en los fallecimientos registrados en la Región es la época del año. La mortalidad mantiene unos patrones temporales que se repiten año a año y que evidencian la concurrencia de un mayor número de decesos en invierno, sobre todo de personas mayores y donde también se da una clara brecha de género.
Los fallecimientos mantienen una estructura estacional que sitúa a los meses más fríos -diciembre, enero y febrero- como los de mayor mortalidad. Y aunque este año la Región ha contado con el segundo verano más cálido de su historia, el sistema de vigilancia de la mortalidad MoMo ha identificado en lo que llevamos de 2023 más muertes por exceso de frío que por exceso de calor, un hecho que supone una anomalía en la serie histórica, ya que ningún otro año se señalan muertes por exceso de frío en la Región desde que hay datos. En este sentido, hay que destacar que, en abril de 2022, el Instituto de Salud Carlos III modificó la metodología para realizar estas estimaciones, lo que podría explicar el salto experimentado este año. En todo caso, el propio centro señala que estas cifras de fallecimientos son una estimación «y no se pueden asignar a un número determinado de muertos por las temperaturas en un día determinado, sino a un número de defunciones en exceso, por encima de lo que cabría esperar» relacionadas con la variable de la temperatura.
El Ministerio de Sanidad atribuye al frío efectos negativos sobre la salud tanto de forma directa como indirecta, y explica que a su incidencia se pueden atribuir muertes por complicaciones de salud sin que haya hipotermia o congelación. En este sentido, destaca que las temperaturas pueden provocar «una descompensación orgánica que agrava enfermedades crónicas en población vulnerable», especialmente la que sufre patologías de tipo cardiaco y respiratorio.
En cuanto al momento de la semana en que se producen los fallecimientos, el MoMo señala que el pasado año el día con más muertes fue el jueves, con una media de 38, mientras que los domingos solo se contabilizaron 33. Las diferencias no son significativas, pero el patrón se mantienen en el resto de los años para los que hay información disponible.
Cada vez más incineraciones y menos entierros
La elección entre entierro o incineración es una decisión personal y cultural que depende de las creencias, preferencias y tradiciones de la persona fallecida y de sus familiares. Unas preferencias que han ido cambiando en los últimos años. Los datos publicados por la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef) a nivel nacional muestran un leve incremento de la incineración, que ha pasado en siete años de suponer el 36,25% al 45%, aunque la inhumación sigue siendo la opción preferida.
Para acoger los restos mortales de los difuntos, la Región de Murcia cuenta con más de 150 camposantos repartidos a lo largo y ancho de su territorio. De ellos, el de mayor tamaño es el Nuestro Padre Jesús de Murcia, que cuenta con 188.000 metros cuadrados de extensión y aproximadamente 10.000 sepulturas. Este acoge actualmente a cerca de 160.000 personas inhumadas, y es, de los 35 cementerios localizados en el municipio, el único de titularidad municipal, ya que el resto pertenecen al Obispado de Cartagena.
En el lado opuesto pueden encontrarse otros de muy pequeño tamaño. El cementerio de Raspay, en Yecla, cuenta solo con 224 metros cuadrados, y el de Inazares, en Moratalla, no llega a los 400 m2.
El incremento del número de fallecimientos, con una muerte más temprana en hombres que en mujeres, también esconde una realidad positiva: el avance de la esperanza de vida al nacer, que ha aumentado cerca de diez años desde 1975, incluso teniendo en cuenta el retroceso que supuso la pandemia en este indicador. En todo caso, sigue existiendo una destacable diferencia entre los resultados nacionales y de la Región de Murcia, donde se vive un año menos de media.
El negocio de la muerte: de los servicios funerarios a los seguros
La muerte y todo lo que la rodea también es un negocio. A su alrededor giran un buen número de empresas, desde aseguradoras, a floristerías o funerarias. Si se tiene en cuenta que en la Región de Murcia se producen aproximadamente 13.000 defunciones anuales y que cada entierro puede tener un coste medio estimado de unos 3.000 euros, puede calcularse que alrededor de la pérdida se mueven cada año unos 40 millones de euros.
Para evitar problemas con este desembolso a la hora de afrontar la muerte de un familiar, el seguro de decesos es una de las protecciones más extendidas, con un volumen de primas cercano a los 2.600 millones de euros a nivel nacional según los datos del la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, en el que operan 58 compañías lideradas por Santalucía, Ocaso y Mapfre que controlan el 70% del mercado en el país. La de decesos es la tercera póliza más popular junto con la del seguro del automóvil y el de vida. La mayor parte de la población murciana dispone de seguro de decesos. En concreto, el 58,7% del total de familias que residen en esta comunidad autónoma están cubiertas frente a los gastos que se puedan derivar de la pérdida de un ser querido.
Aunque hay otras provincias donde este tipo de protección alcanza todavía mayor predicamento, en Cádiz, por ejemplo, el 78,3% de los residentes está cubierto. En el polo opuesto se sitúa Soria donde solo el 19,3% tiene seguro, según los datos de la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (Unespa). Su último informe anual señala que un total de 898.959 murcianos disponían de este seguro en 2022, con una cobertura del 60% de la población, un porcentaje muy superior a la media nacional en la que solo el 47% tiene contratada esta cobertura.
El nivel de aseguramiento crece al compás de la edad. La cota máxima, situada en torno al 60% se alcanza a partir de los 70 años, según revela el informe. Sin embargo, hay que destacar el aumento que los seguros experimentan en el resto de edades. Más del 40% de personas mayores de 25 años cuentan con un seguro. Desde Unespa achacan esta proliferación al impacto de las pólizas colectivas, contratadas por personas mayores pero que dan una cobertura familiar.
¿Quién paga los gastos cuando no hay póliza?
Aunque el difunto no tenga seguro o no hubiese dejado bienes, los gastos funerarios deben ser asumidos, en primer lugar, por los herederos, si los hubiese, o los familiares del difunto. La ley determina que las empresas que prestan servicios funerarios deben tener en cuenta el carácter social del servicio, aplicando las tarifas mínimas por servicios básicos. Sin embargo, si el fallecido no cuenta con familiares o los que tienen acreditan que no disponen de recursos económicos para hacer frente al entierro, quien entra en juego es el ayuntamiento, que debe hacerse entonces cargo de los gastos.
En el caso de las personas indigentes también son los ayuntamientos o la administración competente quienes asumen la compra del féretro y el pago del enterramiento en los lugares específicamente habilitados en los cementerios municipales.
Seis empresas para más de la mitad del mercado
En España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, había en 2021 1.818 empresas del subsector de pompas fúnebres y actividades relacionadas, con una cifra de negocio de más de 1.563 millones de euros y que da trabajo a más de 14.000 personas. En la Región de Murcia, según la información de la base de datos SABI, al menos 50 compañías operan de forma principal en este subsector, y dan empleo directo a más de 260 trabajadores. La mayor de estas empresas es la Funeraria de Jesús, localizada en Murcia y, según consta en esta base de datos, tiene un volumen de ventas de más de 4,5 millones de euros y más de 30 empleados. La segunda en volumen está localizada en Cartagena (Estancias y velatorios los cuatro santos S.A.), y presenta un volumen de ventas de 2,4 millones de euros con 20 trabajadores.
En general, el sector cuenta con una alta concentración en la Región de Murcia, donde seis empresas cuentan con un volumen de ventas superior a un millón de euros. Unidas, estas seis compañías se reparten más de la mitad del total del negocio, en concreto, el 50.7% de las ventas.
En el lado opuesto, hay cinco empresas que no llegan a alcanzar una facturación de 100.000 euros y que de forma conjunta suponen únicamente el 1% de los ingresos del sector.
Todos los datos publicados en este artículo están disponibles en abierto. Los datos sobre fallecimientos diarios y por exceso de frío se obtuvieron del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria por Todas las Causas (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III y han sido analizados con el software libre R. La información sobre fallecimientos semanales se obtuvo del sistema de estadísticas experimentales del INE junto con la información sobre esperanza de vida y edad de fallecimientos. Los datos sobre costes de los servicios funerarios proceden de un informe de la OCU con datos de diversas ciudades en el año 2021 y de varios informes publicados por la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (PANASEF). Datos sobre cementerios se obtuvieron a través de la web del Ministerio de Política Territorial y la cartografía se obtuvo mediante descarga de OpenStreetMap y tratada mediante el paquete de R Leaflet.
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