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Pedro García Alcaraz, nuevo registrador de la propiedad. ROS CAVAL / AGM

El murciano Pedro García es el registrador más joven de España: «Si no disfrutas estudiando, esta no es tu oposición»

También es el que menos tiempo ha tardado en superar el examen y afirma que no ha hipotecado su juventud: «He invertido en ella»

Domingo, 6 de julio 2025, 22:22

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Pedro García Alcaraz responde con una voz aún algo cansada, pero aliviada. No es para menos. Acaba de convertirse en uno de los 46 nuevos registradores de la propiedad de toda España. Pero no ha sido un opositor cualquiera. Pedro tiene 25 años —cumplirá 26 el próximo 20 de julio— y acaba de convertirse en el registrador de la propiedad más joven de España.

No solo eso. También es el que ha superado la oposición en menos tiempo de los 46 que han aprobado en esta última convocatoria. Lo ha logrado en dos años y siete meses, cuando la media ronda los seis años. El siguiente más joven cumplió los 26 este mismo viernes 4 de julio, y necesitó un año más que Pedro.

«Ahora mismo, lo que me toca es descansar todo lo que se pueda», dice sonriendo. Se lo ha ganado. De todos los nuevos funcionarios, once han salido de la Región de Murcia, un 24% del total, lo que convierte a la Comunidad —con apenas el 3% de la población del país— en una inesperada fábrica de registradores. Pero lo de Pedro, licenciado en Derecho en la Universidad de Murcia, es de récord, tanto en el tiempo empleado para superar la prueba como en los resultados.

En una de las oposiciones más difíciles en España por su extenso temario, exámenes exigentes, alta competencia y tiempo de preparación, sus notas hablan de un nivel sobresaliente. Un 18,4 en el primer ejercicio, un 17,3 en el segundo, y un 13 en los dos últimos.

PREPARACIÓN

«Aunque suene extraño, para mí han sido los mejores años. Me he sentido pleno, realizado. He aprendido mucho»

A nivel nacional está en el grupo alto, y dentro de Murcia, apenas tiene a dos compañeros por delante en las oposiciones al Cuerpo de Registradores de la Propiedad, Mercantiles y de Bienes Muebles. Pero Pedro no habla de números, sino de esfuerzo.

«Tenía claro que quería opositar, pero no a qué exactamente. Me planteé Judicatura, Hacienda... y entonces apareció la opción del Registro. No fue algo vocacional, yo de pequeño no soñaba con ser registrador, pero me gustaba el Derecho privado y me convencieron en la academia de Murcia. Empecé, me gustó y me quedé».

Vocación tardía

Pedro no tenía ni idea de qué hacía realmente un registrador cuando empezó a estudiar. Ni le importó. Se lanzó. Y fue encontrando sentido al camino mientras recorría esa maratón de hincar codos. «El día a día ha sido muy intenso. Empecé estudiando nueve horas, pero ya en fase de exámenes era una media de trece al día. Algunos días llegaban a quince. Mucha concentración, poco descanso, casi ningún contacto con el exterior».

Recuerda que no descansó ni un solo día hasta el segundo ejercicio. «Eso fue lo más duro. Todos los días iguales. Sin margen para parar». Aun así, no llegó a plantearse abandonar y puso a prueba su cuerpo, su mente y sus relaciones sociales.

«Había momentos en los que pensaba 'no puedo más'. Pero luego llegaba al cante con mi preparadora, decía los temas y salía contento. Era como recargar las pilas».

DEDICACIÓN

«No hablaba con nadie. Las relaciones sociales se reducen al mínimo. No es que te distraigan, es que no hay tiempo»

Habla de la Academia del Decanato Autonómico de Murcia con devoción. «Ahí está la clave del éxito murciano. No es un milagro estadístico, es trabajo. La organización es espectacular. Los preparadores, increíbles. Exigentes, pero cercanos, casi como nuestros padres. Y entre compañeros también nos ayudamos mucho».

El precio, eso sí, es alto, tanto como llegar a «desaparecer» durante meses para su familia, pareja y amigos. Aunque se suele decir que opositar hipoteca años de juventud en su caso opina que no ha sido así. «He invertido dos años y medio de mi juventud en mi futuro. Aunque suene extraño, para mí han sido los mejores años. Me he sentido pleno, realizado. He aprendido mucho. Claro que hay sacrificio, pero si no te compensa, es que esto no es lo tuyo».

Aislado, desaparecido

Explica que durante los meses previos a los exámenes se aislaba completamente. «No hablaba con nadie. Las relaciones sociales, de pareja, todo, se reducen al mínimo. No es que te distraigan, es que no hay tiempo. Pero es lo que hay que hacer».

Más que disciplina, dice, es cuestión de que te guste lo que haces. «Si estás amargado cada día, si solo piensas en el esfuerzo, esto se convierte en una tortura. Hay que estudiar a gusto. Sentirse bien. Disfrutar con lo que aprendes. Solo así puedes mantenerte».

De momento no tiene destino asignado. A partir de septiembre se abrirá el concurso. Le da igual dónde acabe. «Lo importante es sentirme registrador. Servir. Ayudar a quien se enfrenta a una transacción importante en su vida, aportar seguridad jurídica. Eso es lo que me motiva».

Ahora se permite respirar. Por fin. Pero no por mucho tiempo. El nuevo registrador murciano ya piensa en la siguiente etapa de su vida, la de servir al ciudadano, en ayudarlo. Porque no se llega tan lejos si no hay algo más que esfuerzo, ya que «hace falta vocación, aunque llegue tarde».

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