Un motor clásico pero fiable
Perfil. Horacio Sánchez vuelve al cargo de director general de Energía que ya ocupó con el Gobierno de Valcárcel. Es un «tecnócrata» amante de la música y de los coches históricos, a los que él mismo resucita
Las botas más famosas de Nancy Sinatra estaban hechas para caminar y las botas de Horacio Sánchez Navarro (Murcia, 1957) siempre estuvieron hechas para ser ingeniero e inspector industrial. Pero siempre acompañado de la propia Sinatra, de Fleetwood Mac, de Deep Purple, de su inseparable Eric Clapton y hasta de La Oreja de Van Gogh y de Amaral, si se tercia. Es un melómano irredento, un auténtico minero de la energía musical el nuevo director general de Energía y Actividad Industrial y Minera de la Comunidad, que vuelve a subir al escalón que ya ocupó durante casi diez años en diferentes gobiernos de Ramón Luis Valcárcel. Hasta «seis consejeros» llegó a contar en aquella época Horacio Sánchez al frente del departamento que ahora lidera Valle Miguélez, que en este caso ha decidido tirar del talento de la casa, de un «tecnócrata» –según se define el propio Sánchez– con experiencia y energía para dar y tomar. Sobre todo, cuando pulsa el 'play' y suenan The Who y Status Quo. Cuando le toca conducir, algo que siempre ha considerado un 'hobbie' por muchos kilómetros que haya por delante, Sánchez le tira más a Joan Manuel Serrat y a Miguel Ríos. Y a Dolly Parton y a Billy Swan.
Viudo y padre de dos hijos ingenieros como él, hijo de un combatiente republicano en la Guerra Civil y amigo del secretario general del PP, Teodoro García Egea, Horacio Sánchez sucumbió a los poderosos cantos de sirena de la música desde el primer momento en el que pisó el colegio de los Capuchinos en Murcia y empezó a sumergirse en las melodías de la Creedence Clearwater Revival. «Antes me parecían muy duros los AC/DC y ahora me parecen hasta blandos», sonríe este crítico musical frustrado.
«La música es siempre lo último que me queda cuando tengo un mal día. Me pongo una canción, me reseteo y veo las cosas de otra forma», resume. Porque su energía se transforma cuando sube el volumen a tope y puede apreciar «todos los matices de la batería, el bajo y las guitarras» de sus grupos favoritos.
Practicó esgrima y jugó al rugby como segunda línea en su juventud; ahora suda arreglando un Ford del 29
'Space cowboy'
De joven practicó esgrima y jugó al rugby como segunda línea. Navegante empedernido, Sánchez también es presidente del Club de Regatas de Santiago de la Ribera, donde pasa sus vacaciones. Tiene barco, pero él no es de yates. Más bien de restaurar pequeños veleros varados en la arena que parecían jubilados y más que amortizados. No es el caso del nuevo director general de Energía, al que aún le quedaban dos años para poner fin a su dilatada y reconocida trayectoria laboral cuando le llegó este nuevo encargo: «Me lo dicen hace unos meses y no me lo creo. Esto no entraba en mis cábalas, no me lo esperaba», admite.
Hablando de su nueva posición en el Gobierno y de uno de sus ídolos en la gran pantalla, Clint Eastwood, hila su situación con la de los protagonistas de la película 'Space cowboys'. «Son tres astronautas veteranos a los que la NASA descarta para una misión a la Luna. Y luego resulta que tienen un problema con un cohete ruso que está en el espacio y que tiene una tecnología muy antigua que no pueden resolver. Así que tienen que echar mano de estos astronautas. La película no es muy buena, pero es graciosa», se justifica.
Declarado «manitas», Horacio Sánchez sería el primero en embarcarse en cualquier misión donde hubiera algún tornillo que ajustar, alguna misteriosa avería que arreglar. Sobre todo, si las piezas y las naves proceden del Pleistoceno Superior, por lo menos. De alguna época no muy posterior son los destartalados coches a los que Horacio Sánchez dedica el tiempo libre para darles una segunda vida, como a los barcos, y poder lanzarse a la carretera con ellos en plan Kerouac. «Me pongo a darles martillazos, como yo digo». Una afición a la mecánica y a los motores de la que se embadurnó en el taller que montó su padre en el Barrio del Carmen. Eso ha hecho que tenga una buena colección de vehículos, la mayoría históricos, entre los que destacan un Buick de 1929 y un Fiat 'Topolino' de 1936. Ahora está liado con un camión cisterna de 1935 que «debió de recibir algún bombazo durante la Guerra Civil» y con un Ford A de 1929 que está «hecho polvo». Todo lo contrario que este veterano funcionario, que aún tiene marcha de sobra. Si fallan las fuerzas, un buen plato de lentejas y un albaricoque para recuperar energías. Y, como decía su tocayo romano Horacio, seguir exprimiendo el día sin pensar en el mañana. Aunque, en este segundo aspecto, nuestro Horacio es más conservador, «nada trasnochador». Un particular y energético 'carpe diem'.
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