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Álex
Director General de Centros Educativos e Infraestructuras

Luis Eduardo Gómez Espín, labor de ingeniería para la escuela

Antes de docente, fue futbolista profesional en el Real Murcia y jugó el mítico partido en Los Cármenes que llevó al equipo al ascenso histórico del 2000

Lunes, 6 de mayo 2024, 01:08

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Pocos ciudadanos viven ajenos a la gestión de la Dirección General de Centros e Infraestructuras de la Consejería de Educación, que para bien y para mal, salpica las vidas de la mayoría de los murcianos. El estado de los colegios e institutos y todos los servicios que ofrecen a sus 300.000 alumnos, transporte, comedor, libros de texto, aulas prefabricadas... son competencia de esa Dirección, hacia la que se dirige la indignación por cualquier deficiencia. Luis Eduardo Gómez Espín (Palma de Mallorca, 1979) sabe que se ha hecho cargo de «un toro», pero llega al puesto con empuje y experiencia en la gestión como jefe de producción en Derivados Químicos, su primer trabajo, y en la última década en el servicio de Formación Profesional de la Consejería de Educación.

Ingeniero Químico por la Universidad de Murcia, Luis Eduardo Gómez pasó sus primeros años en Palma de Mallorca, donde sus padres estaban destinados en la Dirección General de Tráfico. A los seis años, ya estaba matriculado en Maristas, el mismo colegio donde estudian hoy sus dos hijas, de vuelta a Murcia, su tierra. Gómez conoció también la enseñanza pública en el IES Saavedra Fajardo, donde completó el antiguo BUP y COU antes de matricularse en Ingeniería Química. Se graduó decidido a convertirse en un «superingeniero», hasta que diez años después le dio la vuelta a su vida laboral y preparó la oposición de profesor de Secundaria, que sacó en 2010 inspirado por su mujer, maestra. El mismo mes que ganó la plaza, su empresa estaba entrando en un ERTE en plena recesión económica.

En el centro Nuestra Señora de los Dolores, en Torre Pacheco, que acoge a un alumnado muy diverso, tomó conciencia de su querencia por la docencia, a la que espera regresar. El ingeniero impartía clases de Tecnología y aun hoy recibe de cuando en cuando la llamada de algún antiguo alumno para compartir un café y contarle cómo le va la vida.

El fútbol ha sido –y es, pero ahora en otro plano– la gran pulsión de Luis Eduardo Gómez, quien jugó durante muchos años como profesional en el Real Murcia, el UCAM, el Orihuela y el Lorca. Como central y lateral izquierdo, el ingeniero participó en partidos señalados, como el que dio el ascenso de segunda B a segunda A al Real Murcia, aún recordado por muchos como 'la hazaña de Los Cármenes'. El club se encontraba esa temporada, la de 1999-2000, al borde de la desaparición, y finalmente logró ascender. Un partido mítico para los murcianistas jugado en Los Cármenes y en el que al conjunto grana solo le valía la victoria. Acabó con un gol a favor del Real Murcia, el éxtasis de los aficionados y la sensación compartida de que la unión y la determinación del equipo habían dado el giro de guion. «Fue un partido mítico, guardo muy buenos recuerdos. Las temporadas siguientes jugué en el UCAM y en el Orihuela, y la última en Lorca. Tuve que dejarlo por problemas médicos; pasé de ser joven promesa a triste realidad», bromea Luis Eduardo, quien hoy disfruta del fútbol desde la grada de los padres, acompañando a su hija de 15 años con el Guadalupe Féminas. Motivado por compartir la afición, se ha sacado hasta el título de entrenador y pasa los fines de semana recorriendo campos de fútbol con el equipo por la Región de Murcia. El tiempo que le resta, lo pasa en familia, con su otra hija de 12 años y su mujer.

El veraneo en Campoamor, donde suelen alquilar casa, se quedará este año muy recortado. Organizar el inicio de curso obliga a trabajar casi todo el verano. «Ya llevamos meses de preparación, pero el arranque de curso es complicado; son miles de alumnos y familias y hay que dejarlo muy atado». Lo hará, asegura, con varios objetivos definidos en el foco: reducir al mínimo «necesario» las aulas prefabricadas, asegurar el servicio de transporte escolar sin sobresaltos para todos los alumnos, comedores en orden y profesores en sus puestos desde el primer día.

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