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Paco y Lola, junto a la pequeña Kadilla, en un jardín de Murcia. LV

Kadilla, una niña amada por todos

Lola y Paco, una pareja murciana, relatan su difícil pero exitosa lucha para traer a la Región, operar y salvar la vida a una menor de Senegal con ayuda de La Arrixaca y de Cirugía Solidaria

Martes, 2 de enero 2024, 01:13

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Recibo un mensaje de WhatsApp del cirujano César Salcedo invitándome a conocer la historia de Paco y Lola, la historia de Kadilla. César cree que esta historia merece ser contada, ser leída, y me envía unas notas escritas por él acompañadas del número de teléfono de Lola. No suelo recibir encargos de este tipo, y aunque entiendo que la petición de César es, en realidad, un piropo, dudo durante unos días sobre si debo hacerlo. Por fin descuelgo el teléfono y quedo con ellos en Caravaca de la Cruz, donde viven.

Quedamos en un parque, junto a un salón de celebraciones, desde el que se divisa el templo de la Vera Cruz, y en el que han organizado una comida para despedir a la protagonista de esta historia. Lola y Paco son una pareja murciana de viajeros. Con su vieja furgoneta Volkswagen han recorrido numerosos países. Viajan por el puro placer de recorrer un mundo que necesitan conocer para a descubrirse a si mismos. Su particular Ítaca.

Lola intenta realizar una cura en la pierna de Kadilla, durante su viaje a Senegal. LV

En enero decidieron adentrarse en África, su primera vez en un continente del que, según el conservacionista y escritor George Schaller, «nadie regresa sin haber sido cambiado». Siguiendo el curso de la costa, Paco y Lola recorren Marruecos y Mauritania antes de adentrarse en Senegal. Allí, cruzan el país de norte a sur hasta llegar, casi por azar, a Ibel, un pequeño poblado en la carretera que une Kedougou y Salemata, cerca de la frontera con Guinea.

En Ibel no conocen a Odiseo, y jamás oyeron hablar de Penélope o Telémaco, pero este lugar, en el corazón del País Bassari, ha sido siempre crisol de culturas, tribus y religiones ancestrales, recordándonos que África fue antes, mucho antes que Homero.

Al bajar de su furgoneta, una algarabía de niños salen al encuentro de los viajeros murcianos. Entre ellos está Kadilla, una niña de 7 años que cojea y lleva su pierna izquierda cubierta con un aparatoso vendaje que supura como pidiendo auxilio.

Kadilla bromea durante su hospitalización en La Arrixaca. LV

Infección en una pierna

La niña llama rápidamente la atención de la pareja, que intenta curarla con su botiquín de viaje, pero al destapar la venda descubrien una herida abierta e infectada. «Cuando vimos su tibia tras la venda casi nos desmayamos», dice Lola.

Kadilla no había ido nunca al hospital, y por supuesto no había tomado ningún tipo de medicamento. Ninguno de los dos es sanitario, pero tienen sentido común, ese que les alerta de la gravedad y la necesidad de una rápida atención.

Con la ayuda de un guía local, la pareja convence a los padres para trasladar a Kadilla al hospital más próximo. Allí, los peores presagios se confirman: hay que amputar la pierna o la pequeña morirá por una septicemia a causa de la infección. La operación tiene un coste de 400 euros, una cantidad fuera del alcance de la familia de Kadilla, que, como la inmensa mayoría de africanos, carece del derecho a la atención médica que establece el artículo 35 de la Declaración de Derechos Humanos.

Primer encuentro con Kadilla en el poblado de Ibel. Paco y Lola recorren África en su vieja furgoneta Volkswagen.

Lola y Paco están dispuestos a sufragar los costes de la operación, pero enseguida se dan cuenta que la amputación no era una opción para Kadilla. «En aquellas circunstancias, la niña no tendría posibilidad de recibir ni los medicamentos ni las curas necesarias, y mucho menos una rehabilitación o una prótesis que le permitiera salir adelante», razonan.

Entonces, Lola llama a su hermana, enfermera, y a través de ella logran contactar con el médico caravaqueño Antonio López Bermejo, quién remite el caso a César Salcedo, jefe de Cirugía Ortopédica y Traumatología del hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, y miembro de la ONG murciana Cirugía Solidaria.

Al ver la gravedad de la herida por medio de una fotografía enviada por Lola, Antonio y César son rotundos: «Hay que intentar traer a la niña a España para operarla lo más rápido posible». El supone el final del periplo aventurero de Paco y Lola por África, y el inicio de otro viaje, muy distinto, contra el tiempo, por territorios humanos inhóspitos.

Bajo la gasa, descubren una herida abierta e infectada. El periodo de recuperación de la pierna de Kadilla es largo y complejo. Finalmente, Kadilla abandona el hospital completamente recuperada.

Durante 20 días la pareja permanece en Ibel para ocuparse de las gestiones con unas autoridades locales, que no lo ponen nada fácil. «Nos tomaban el pelo con los papeles, con esperas de más de 8 horas a cuarenta grados, con pago de comisiones… pero no tiramos la toalla pensando en la niña», recuerdan.

Los visados para viajar a Ítaca no existen, y los de Paco y Lola, como los del resto de turistas, caducaron, obligándoles a regresar a España sin haber terminado su particular Ilíada, pero su lucha y su compromiso no tenían fecha de caducidad.

Instituciones y empresas

Ya en nuestro país y con la colaboración de Antonio y César, la pareja comienza las gestiones con el Consulado, la Consejería de Salud de la Región de Murcia, la Dirección del Área1 del Hospital Virgen de la Arrixaca, voluntarios de AENA, Iberia y otras entidades que participarían en la identificación y cesión de la tutoría de la niña, el transporte y su incorporación de Kadilla en el sistema sanitario español.

«Pese a la extraordinaria complejidad del procedimiento administrativo, en España fueron todas puertas abiertas. La Unidad de Cirugía Ortopédica Infantil de La Arrixaca está preparada para el tratamiento de enfermedades complejas del aparato locomotor infantil, pero siempre es un reto enfrentarse a este tipo de patologías en las que la supervivencia de la pierna está en juego», declara César Salcedo.

En el hospital Virgen de La Arrixaca tras la intervención quirúrgica. A pesar de las dificultades, Kadilla no pierde nunca la sonrisa.

A finales de mayo, por fin, Kadilla aterrizó en el aeropuerto de Alicante, donde Paco y Lola la esperaron y la acogieron en su casa, sin importarles el tiempo y las incertidumbres que planteaba este proceso. El hospital Virgen de la Arrixaca se hizo cargo del abordaje multidisciplinar que Kadilla necesitaba para la recuperación y reparación de su pierna: Cirugía Ortopédica Infantil, Unidad de Pediatría Infecciosas y Cirugía Plástica.

La reconstrucción de la pierna resultó muy compleja y precisó tanto de pruebas diagnósticas de alta precisión, como de técnicas quirúrgicas multidisciplinares. El equipo de enfermería de la planta de Cirugía Pediátrica, el profesorado de la Escuela Hospitalaria y la Asociación «Madres en Acción» se volcaron en la recuperación, y tras dos meses y medio de ingreso, numerosas intervenciones, cientos de curas, y momentos críticos en el estado de la niña y de su pierna, en octubre terminó un proceso del que Kadilla saldrá caminando con su pierna completamente curada.

Desde entonces, Paco y Lola se han preocupado, además, por la educación de la niña, y tras el alta, la han llevado al Colegio Público San Francisco de Caravaca, donde Kadilla ha hecho amigos y ha podido mejorar un español que habla casi perfectamente. «La niña habla con sus padres y sus hermanos por videoconferencia. Tiene ganas de volver», explican Lola y Paco.

Les pregunto abiertamente si en algún momento han tenido la tentación de hablar con los padres de Kadilla para que se quede en España, con ellos. Lola me responde que no. «Kadilla quiere regresar a su casa, allí tiene a su familia que la espera. Nuestro único deseo ha sido ayudarla. Ella apareció en nuestro camino, pero su vida está allí, con los suyos».

La pareja recoge a Kadilla a su llegada al aeropuerto de Alicante. Arriba a la derecha, Paco y Lola con la madre de Kadilla. Abajo: antes de su regreso a Senegal, Paco, Lola y los médicos Antonio L. Bermejo, Cesár Salcedo y Pablo Vera celebran con Kadilla una fiesta de despedida.

Lola está embarazada de su primer hijo: «Fue engendrado allí, se llamará Nilo, como el gran río africano. Le contaremos que tiene una hermana en Senegal y ojalá un día puedan conocerse», me cuenta Lola.

Les pregunto si son conscientes de lo que han hecho por Kadilla, pero ellos le quitan importancia «nosotros hemos hecho lo que creíamos y sentíamos que debíamos hacer. Somos personas comprometidas y somos viajeros, así que entendemos perfectamente el valor de la ayuda. Todo este proceso nos ha costado mucho esfuerzo, mucho dinero que no tenemos. Pero somos los dos muy cabezotas, y ayudar a Kadilla se convirtió en una especie de cruzada personal para nosotros», dice Paco.

Les hablo de la suerte que ha tenido Kadilla de encontrarse en su camino. Les digo que hay otros niños, millones, que no tienen esa suerte, y les pregunto si está justificado todo este esfuerzo, toda esta movilización para ayudar a una niña. Lola se queda pensando y me responde «quién salva una vida, salva al mundo entero».

A penas los conozco, pero sus respuestas, bajo la atenta mirada de Kadilla, me hermanan con ellos de una forma humana y emocionante. Antes de irme y dejarles con su celebración le pregunto a Lola si conoce el significado del nombre de Kadilla. «Significa amada por todos en el idioma Bassari», me responde.

Cuando terminan los años y los medios publican las listas de los más influyentes, cuando se suceden los homenajes y premios a la labor de destacadas personalidades, cuando se elige a 'los mejores', a los 'murcianos del año', a 'los importantes'… gente como Lola y Paco no suelen tener protagonismo, pero ellos son, sin duda, 'mis murcianos del año'. Gente anónima y extraordinaria. Un ejemplo para todos, cuya historia, en efecto, merecía ser contada.

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Kadilla, una niña amada por todos