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Inma Pelegrín. Álex
Perfil

Inma Pelegrín, cuando el verso necesita a la prosa

La poeta lorquina, que acaba de ganar el prestigioso Premio Lumen con su primera novela, 'Fosca', se leyó «unas cuarenta veces» el libro 'JuanSalvador Gaviota', de Richard Bach

Lunes, 16 de junio 2025, 01:07

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No le caben en los dedos de una mano a Inma Pelegrín (Lorca, 1969) los premios literarios que ha ganado. Sí le caben en los dedos de las dos manos, aunque eso puede cambiar pronto porque, ahora, esta brillante y reconocida poeta se ha puesto también a escribir novela. Y, con su primera incursión en este género, que necesitaba explorar para contar la nueva historia que le vino un buen día a visitar, también llegó un nuevo galardón. Como quien no quiere la cosa, porque no se lo esperaba «para nada», a pesar de llevar tres años pico y pala trabajando su 'reconversión' con las clases del Club Renacimiento, a las órdenes de «profesores como Leonardo Cano, Miguel Ángel Hernández y Ginés Sánchez», a los que no quiere dejar de mencionar. El caso es que fue llegar y besar el santo, como se suele decir. Sorpresón. «Estaba tendiendo la ropa y me llamaron el lunes, el Día de la Región de Murcia, a las ocho de la tarde, desde un número desconocido». Y ella, como es de esas personas que coge números desconocidos, descolgó el teléfono y le dieron la noticia: había ganado la tercera edición del premio Lumen de novela por su primera obra en este género, 'Fosca', dotado con 30.000 euros.

'Fosca', una novela corta que en realidad podría ser un «poema largo» en palabras de la propia Pelegrín, es «un thriller rural que se lee con los sentidos y el corazón», destacó el jurado del premio, que señaló los «ecos» de Ana María Matute que emanan de esta 'opera prima'. Algo que a esta madre de tres hijos y dueña de sus tres perros le hizo especial ilusión, amante como es ella de la célebre novelista de Barcelona. El colmo de los colmos hubiera sido ya compararla con Richard Bach, porque la novela que de verdad le marcó cuando era una niña fue 'Juan Salvador Gaviota'. «Me la pude leer cuarenta veces», admite.

«Amanecía y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar tranquilo». El inicio de 'Juan Salvador Gaviota' se puede asemejar al sentimiento que pudo experimentar Inma Pelegrín al día siguiente, cuando tuvo que volver a su trabajo en un laboratorio de análisis de alimentos para la Consejería de Salud de la Comunidad Autónoma. Amaneció, y el nuevo sol novelesco, con 30.000 euros bajo el brazo, pintaba con algo de oro las ondas de su tranquilo mar. En su casita de Lorca, con su familia y su trabajo. No cambia mucho ni la forma ni el fondo en Inma Pelegrín, tampoco a la hora de escribir: «La forma en la que contamos historias, ya sea prosa o poesía, es un poco accesorio para mí. Esta historia, por ejemplo, necesitaba que tuviera más palabras». Lo que necesita ella de vez en cuando es salir a caminar, practicar senderismo con los amigos o quemar energía jugando al pádel. También monta en bicicleta, medio de transporte con el que acude a diario a su puesto de trabajo. De hecho, la dotación del último premio literario que ganó le sirvió para comprarse una bici nueva. Con lo que cobrará gracias al Premio Lumen, Inma Pelegrín está pensando en jubilar su viejo Seat Ibiza de finales de los 90, «que no arranca cuando llueve». Un flamante vehículo sí que podrá sacar de algún concesionario gracias a Lumen y a 'Fosca'.

«Mis padres me han enseñado la lección de la generosidad, del trabajo y de la constancia. Ellos han creído más en mí que yo en mí misma»

Y además podrá estrenarlo en alguno de los «muchos» viajes que tiene pendientes por hacer, que en realidad se engloban en «más de medio mundo». Viajar es otra de las pasiones de la escritora, que sintió esa magia del viajero empedernido en lugares como Jerusalén y San Petersburgo. Por acotar, el destino más próximo es a los Dolomitas, en Italia, este verano, con el grupo de senderismo y en furgoneta. Y también al Mont Blanc con su amiga Amor, con la que ya fue a las Islas Cíes. De Amor se acuerda perfectamente aunque Inma padezca prosopagnosia, esa condición neurológica que dificulta o impide el reconocimiento de rostros conocidos, a veces incluso el propio. Algo que también le pasa al protagonista de 'Fosca', Gabi. Pero también por ejemplo a Brad Pitt, «que es mi ídolo», subraya Inma Pelegrín. «Siempre digo que a Brad Pitt también le pasa, que él tampoco tiene buena memoria para las caras», sonríe. Y entonces ya empiezan a contarse otras historias, como que algunas de sus películas favoritas son 'Cinema Paradiso' o 'Memorias de África'. Eso sí que son buenas memorias.

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Inma Pelegrín, cuando el verso necesita a la prosa