Los guardianes del patrimonio natural del municipio de Murcia
Asociaciones ambientalistas recuperan paisajes y biodiversidad en las fincas públicas degradadas mediante convenios de custodia
Los técnicos de la Asociación Columbares están entusiasmados. A finales del año pasado firmaron un convenio con el Ayuntamiento de Murcia para, mediante custodia del territorio, hacerse cargo de la recuperación ambiental de la finca municipal Los Pelaos. El terreno, ubicado en la pedanía de Corvera, fue una explotación agropecuaria de secano y ahora tienen previsto ejecutar diversas actuaciones para lograr la recuperación ambiental y aumentar la biodiversidad de este espacio forestal de titularidad pública.
Veintiséis hectáreas en las que ya han empezado a actuar, reforestando un par de parcelas, que han sembrado con «la variedad de trigo más resistente que hemos encontrado; nos han dicho que no se la comen ni los conejos», explica la bióloga Encarna Rodríguez, cuaderno en mano. El objetivo es que estos dos primeros bancales tradicionales, que han rodeado de plantones de algarrobo, espino negro, lentisco, efedra y acebuche, surtan de alimento a la fauna silvestre y así promover la biodiversidad de esta finca.
Para ello cuentan con el apoyo económico y humano de la Fundación Estrella de Levante, que ya ha participado en las plantaciones a través de su programa de voluntariado, del que forman parte los trabajadores. Lo cuenta Juan Antonio Abadía, jefe de Optimización de Energía y Medio Ambiente de la cervecera murciana, que resalta la importancia de las actuaciones de corrección de escorrentías y de lucha contra la desertificación que se van a llevar a cabo en Los Pelaos. «Nosotros trabajamos mucho en torno al agua, como materia prima nuestra que es, en proyectos relacionados con el Mar Menor y con el río», detalla. Y cuenta que este está ligado al Mar Menor, pues actúa en la cuenca vertiente reteniendo las escorrentías y los arrastres que acaban desembocando en el Mar Menor.
Rapaces y pinos piñoneros
Surcada por dos ramblas, la de Los Cipreses, jalonada de pinos carrascos, piñoneros y almendros de los antiguos cultivos, y la de Los Jurados, esta finca ha sufrido el expolio de los olivos centenarios que en sus tierras enraizaban. Recuerda Paz Parrondo, responsable de proyectos de Columbares, que en los tiempos del 'boom' inmobiliario se cotizaron mucho los olivos centenarios y que «esta finca ha estado mucho tiempo abandonaba y se ven los impresionantes hoyos que dejaron quienes se los llevaron» para plantar en urbanizaciones, campos de golf o chalés.
Ahora, Encarna está embarcada en el trabajo de diagnóstico ecológico, para decidir en qué lugares conviene la plantación de determinadas especies que, como el esparto o el albardín, fijen el suelo y donde, además, se favorezca la regeneración natural de estas especies reduciendo costes.
Van a construir balsas para favorecer a la fauna silvestre y a los anfibios de la zona, y también refugios de animales, para dar protección a reptiles y pequeños mamíferos; tienen pensado hacer jornadas de voluntariado, para recoger la basura que campa a sus anchas por el terreno; rutas medioambientales guiadas, para divulgar entre los participantes los valores del territorio y los objetivos del proyecto.
Además, con el tiempo, no descartan recuperar el aljibe, en el que, durante la primera exploración, David detecta hasta tres culebras muertas. «Son trampas mortales para muchos animales, se suelen caer y luego son incapaces de salir», cuenta, después de sacar un esqueleto de culebra y un ejemplar seco de bastarda.
Otra de las tareas primordiales es eliminar las especies exóticas invasoras. Hay unos ágaves en no muy buen estado, pero, alerta Encarna, «lo peor son esos cactus cilíndricos; van ocupando los nichos de otras especies y se extienden fácilmente».
Las sorpresas positivas no se hacen esperar. Descubren el tronco mutilado de una vieja encina, rodeada de numerosos hijos que han ido creciendo en la zona. Además, sobre una loma junto a la rambla y bajo un enorme pino, aparecen las huellas del festín de las rapaces, seguramente un búho real, apuntan. Las cabezas de pequeños ratones de campo y las egagrópilas son los testigos de las indudables visitas de esta especie protegida a la que beneficiarán.
Un inventario de fauna y flora, para conocer en detalle la riqueza y valores de esta finca, permitirá mejorar una gestión de la que son responsables hasta 2024.
Un ejército verde
Combatir el desierto que avanza sobre los cultivos intensivos abandonados es otro de los objetivos de las asociaciones ambientalistas que custodian las fincas forestales propiedad del Ayuntamiento de Murcia. Es el caso de Acude, con convenio en La Tercia (en Gea y Truyols, 28 has.), Los Santiagos (entre Cabezo de la Plata y Garruchal, 13 has.) y Los Rosales (Cabezo de la Plata, 50 has.). «La Tercia es la finca que estaba más degradada, allí, además de sembrar cebada, trigo y avena para favorecer la fauna presa de las aves rapaces que campean la zona, hemos plantado en los últimos años 2.300 metros de setos de especies autóctonas con los que reducir el proceso de abarrancamiento que se produce en los desniveles de los distintos bancales», explican desde Acude, que también favorecen con esta acción la presencia de polinizadores, además de fomentar la apicultura.
Las charcas también forman parte de su estrategia contra el desierto, como el refugio para aves, reptiles y pequeños mamíferos que han creado en una vieja construcción en ruinas en la que ya se han instalado las palomas torcaces, todos ellos presas de búhos y águilas reales, y búhos chicos. «En las fincas hemos inventariado la presencia de 300 especies distintas de flora y fauna», explican y añaden que también favorecen el voluntariado, sobre todo para la retirada de residuos plásticos de la antigua actividad agrícola. Y que han señalizado numerosas especies de flora autóctonas para que los senderistas que la frecuentan disfruten del itinerario botánico.
Anse también es responsable de la recuperación del corredor fluvial urbano. Han plantado desde los inicios, en 2014, 3.978 árboles en su cruzada sin cuartel contra la invasora caña y en favor del bosque de ribera; han instalado cajas-nido (11 este año), para favorecer la nidificación de páridos carbonero común, herrerillo común y herrerillo capuchino, y refugios para murciélagos, ambas medidas beneficiosas en la lucha contra las plagas de insectos como los mosquitos; y han organizado exposiciones divulgativas. Una actividad incesante con la que contribuyen a mejorar el estado del Segura a su paso por Murcia.
Adesga (Los Porches y Los Ginovinos, en Cañada de San Pedro) y Morus Alba (Área 27, en Corvera) son las otras asociaciones que trabajan en pro del patrimonio natural de los murcianos, una valor esencial para mejorar la resiliencia de los territorios urbanos, la calidad de vida de sus habitantes y garantizar un futuro realmente sostenible.
En definitiva, un ejército verde al servicio del medio natural y sus legítimos habitantes.
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