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Erika posa con el libro que ha publicado en el que detalla su lucha de superación. J. F. R.

La solidaridad de Caravaca devuelve el vuelo a Érika

La ayuda de los vecinos y las terapias han ayudado a la joven de Singla aquejada de una enfermedad rara a volver a estudiar y a plasmar en un libro su experiencia de superación personal

Domingo, 24 de agosto 2025, 07:27

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La solidaridad de sus vecinos de Caravaca de la Cruz ayudó a Érika a conseguir los 7.500 euros que necesitaba para adquirir un traje neuroestimulador que le ayudase a recuperar parte de la movilidad perdida a causa de una enfermedad degenerativa. Hace más de un año que se realizaron actividades para obtener los recursos económicos necesarios para conseguir aquella cantidad y, ahora, varios meses más tarde, las terapias que sigue desde que tiene el traje, junto con las intervenciones quirúrgicas, le han permitido lograr un mejor tono muscular, una mayor movilidad y, por añadidura, le han devuelto la ilusión por completar sus estudios de administrativo e informática en un instituto de la localidad.

Esta joven, que el próximo mes de septiembre cumplirá 24 años, acaba de publicar un libro 'Donde no llegan mis pies, vuela mi alma' (2025) en el que relata cómo ha sido su vida desde que le diagnosticaron que padecía la enfermedad de Charcot-Maire-Tooth y cómo ha ido superando cada obstáculo. No es un relato triste, sus palabras en cada uno de los capítulos son un canto a la esperanza, a la superación y reflejan el coraje de Érika y de toda su familia para encontrar las fuerzas necesarias para vencer cada dificultad y lograr alcanzar cada reto.

Esta enfermedad causa diversos trastornos a los nervios, haciendo los músculos más pequeños y débiles, lo que se traduce en una pérdida de sensibilidad que afecta a las extremidades superiores y a las inferiores. Esta dificultad la imposibilita para andar y para realizar otros movimientos de forma autónoma, lo que reduce su independencia ya que necesita de ayuda para moverse.

«A quienes se puedan identificar conmigo les digo que se puede ir hacia adelante», resalta

La energía que le transmitieron sus vecinos le dio alas para volar fuera de las cuatro paredes del salón de su casa y dirigirse hasta las aulas del IES Ginés Pérez Chirinos, en Caravaca de la Cruz.

La buena predisposición del equipo directivo, cambiando la ubicación del grupo en el que se matriculó Érika para que tuviese un acceso más fácil y adecuado a sus características, la animó a continuar con sus estudios de FP en este centro educativo. En estos últimos meses su familia también se trasladó desde la pedanía de Singla a la de Benablón.

La historia de superación que refleja en su libro es un relato en el que comparte sus ganas de vivir. Érika confiesa que remover todo lo que ha sufrido ha sido un proceso duro, «hay cosas que había vivida en silencio pero que ahora me he decidido contar a quienes lean el libro». «Quiero transmitir cómo he vivido estos años –añade– para que la gente sepa cómo se sufre con esta enfermedad pero también cómo me he liberado al expresar mis sentimientos y cómo cada capítulo me ha ayudado a ver todo lo que hemos pasado desde otra perspectiva».

Entre los logros alcanzados al escribir el libro, Érika ha fortalecido su espíritu y en sus palabras se adivina la intención de animar a personas que estén sufriendo esta mis enfermedad u otras que les limite la movilidad, «a quienes se puedan sentir identificadas conmigo, les digo, con mi testimonio, que puede seguir, que se puede ir hacia delante y que se pueden cumplir sus sueños».

Érika sigue cumpliendo los suyos, aceptando su situación, asumiendo las dificultades y luchando cada día para ir superando los retos que la vida le pone delante. La enfermedad le robó la movilidad, la independencia, pero los tratamientos del fisioterapeuta y del traje neuroestimulador, con sesiones día sí y día no, son rutinas que ha incorporado a su vida.

El traje que probó y adquirió en el Instituto de Rehabilitación Neurológica de Valencia, la ayuda a moverse, le permitió experimentar la sensación de andar y, con ello, mejorar su autonomía para realizar algunas actividades diarias. «Todo el mundo se volcó y al final pude conseguir el traje, algo que a día de hoy se ha convertido en algo clave en mi vida», afirma, en agradecimiento a sus vecinos.

En las aulas del instituto ha conocido a otra persona que, como ella, sufre esa misma enfermedad. «Nos hemos hecho muy amigas, nos sentimos muy identificadas la una en la otra, porque no es fácil conseguir hablar de una enfermedad rara que muy poca gente tiene». «Ella conoce a los que nos enfrentamos cada día y siento que me entiende mejor que nadie».

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