La monastrell es la uva por excelencia en la Región de Murcia
El cultivo de la vid y las técnicas de vinificación ha ofrecido evidencias desde hace 5.000 años a. d .C en el Cáucaso, desde donde se extendió por todo el Mediterráneo de manos de los fenicios
En el vino está la verdad. Este conocido proverbio, atribuido a Plinio el Viejo, escritor, naturalista y militar latino, que vivió entre el 23 y el 79 d. de C. respondía a la creencia de que el hombre, en estado de embriaguez, no miente. De hecho, el historiador romano Tácito revela cómo los pueblos germánicos bebían profusamente en las reuniones de sus consejos. A lo mejor tenemos aquí la solución para los plenos de nuestro Congreso de los Diputados.
Ebrios o sobrios nuestros políticos, el caso es que el vino acompaña al hombre desde hace miles de años. El cultivo de la vid y las técnicas de vinificación ha ofrecido evidencias desde hace 5.000 años a. d .C en el Cáucaso, desde donde se extendió por todo el Mediterráneo de manos de los fenicios. Estos lo introdujeron en la Península por Cataluña y desd ahí se extendió por todo el levante.
En 'El libro de la Monasterio', Fernando Riquelme señala que el nombre de nuestra uva -monastrell- «procede etimológicamente del latín 'Monasterielu'. diminutivo de 'Monasterie', nombre que puede tener su origen en la propagación de las cepas de esta variedad (de origen nebuloso) desde los monasterios.
La monastrell hizo fortuna en estas duras tierras abrasadas por el sol y ya en 2015 la superficie cultivada en La Región era de 22.032 hectáreas, suponiendo entre el 45 y el 47% de toda España y una gran parte de la que existe en el mundo. Las viñas de uva monastrell plantadas en la Región de Murcia representan el 84,8% del total de viñas de uva tinta.
La historia de nuestra uva por excelencia ha sido convulsa. Tradicionalmente pesaba sobre los vinos elaborados por ella la imagen de 'cabezones', o de 'vinos de carretero', propensos a producir lamentables cogorzas y terroríficas resacas. Pero la culpa no era de la uva, sino de la vinificación y comercialización. Eran vinos vendidos a granel a bajo precio, duros y densos que tintaban las copas (perdón, entonces, los vasos) y se 'masticaban'. Y es que hasta no hace tanto tiempo el vino era considerado un alimento de subsistencia. Muchos bodegueros de la Región, especialmente en Jumilla, pero también en Yecla y en Bullas, se hicieron millonarios. Pero, a cambio, como relata el bodeguero José María Vicente, de Casa Castillo, «lastró a Jumilla a mediados de los 80, cuando el vino empezó a ser considerado como un elemento de placer». De placer, de lujo y de ocio.
Beneficios y consejos
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1. Antioxidantes. Contiene antioxidantes, como los prolifenoles y flavonoides, que protegen contra las enfermedades coronarias y contra los accidentes cerebrovasculares.
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2. Riesgos. Contiene alcohol, por lo que deberá consumirse con moderación, ya que su toxicidad provocaría más perjuicios para nuestro organismo que beneficios aporta.
Desde entonces, el cambio radical en la demanda, el mayor conocimiento de los consumidores, el desarrollo económico y la revolución enológica dieron un vuelco a la situación. Hoy, los vinos elaborados con la uva monastrell se exportan a todo el mundo, donde son muy apreciados. La monastrell, además, se ha revelado como una auténtica superviviente, capaz de progresar en entornos climáticos semiáridos. Los estudios científicos han demostrado su capacidad de soportar riegos deficitarios, lo que la convierte en una alternativa de otras variedades ante el reto del cambio climático.
¿Y qué tiene la monastrell que no tengan otras? Pues, según Elena Pacheco, propietaria de Bodegas Viña Elena, «los vinos elaborados con monastrell presentan rasgos fácilmente identificables». Pacheco se refiere a la zona del Valle de Carche, en Jumilla, con un microclima especial; en Yecla hay un clima más continental y los viñedos se sitúan a mayor altitud (800 metros). Finalmente, Bullas, con inluencias mediterráneas, « expresa la belleza de esos paisajes, con vinos minerales y balsámicos».
Rústicos y elegantes
Los vinos monastrell son alcohólicos, tánicos, bien estructurados y poco oxidables, muy aptos tanto para crianzas como para el envejecimiento. Vinos rústicos y a la vez elegantes, potentes y sedosos. Acompañan a la perfección platos de caza, guisos largos como nuestras ollas tradicionales y carnes rojas, pero también quesos poco curados. Es protagonista en una de nuestras DO más conocidas: el queso de Murcia al vino.
Y volviendo al mundo clásico, cómo no mencionar a Dioniso, el dios de la vendimia y el vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis. Se le atribuye al poeta griego Euripides la frase: «Donde no hay vino no hay amor». Amor, placer, felicidad, grandes palabras asociadas al vino, tan a menudo y por desgracia, en este apresurado mundo, olvidadas.
Pues eso, 'In vino veritas'.
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Una receta
Magra al vino tinto
Ingredientes: 700 gr de magra de cerdo; 1/2 bote de tomate natural triturado; 2 cebolletas grandes; 1 pimiento verde; 1/2 l de vino tinto monastrell; aceite de oliva; sal; pimienta negra; 2 hojas de laurel; cominos; caldo de carne.
Cortamos la magra en trozos de bocado. Salpimentamos y, por tandas, los vamos dorando en una cazuela con un buen chorro de aceite de oliva. Los vamos reservando en un plato o bandeja con papel de cocina para que suelten el aceite sobrante. En el mismo aceite pochamos a fuego lento las cebollas cortadas en juliana fina. A los 25 minutos, añadimos el pimiento verde también picado y, tras unos minutos, el medio bote de tomate. Dejamos que sofría todo unos minutos más y entonces añadimos la carne, las dos hojas de laurel y el vino tinto. Subimos el fuego y dejamos que reduzca el líquido a la mitad.
Hecho esto, cubrimos justo la carne con caldo, salpimentamos ligeramente, llevamos a ebullición y tapamos. Lo dejamos cocinar lentamente durante una hora, añadiendo algo de caldo si se nos queda seco. En los últimos diez minutos, con una espátula de madera, vamos rompiendo ligeramente los trozos de carne para que se integre todo bien, a la vez que movemos ligeramente la cazuela. Debe quedar meloso pero con poca salsa.
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