Un señor rosado

Con los calores y la llegada de la primavera a todos nos apetece tomar cosas más frescas. Hoy escribo sobre un rosado, quizás el mejor rosado del mundo, al menos para un servidor. Los rosados se consideraron vinos menores durante mucho tiempo. Es cierto que se destinaban las peores uvas para este tipo de vino y que nunca fueron grandes elaboraciones, a excepción de algún clarete que en la antigüedad cogió mucha fama y que propició que se arrancara a elaborar este rango de vinos haciendo auténticas barbaridades, lo que desembocó en la prohibición de este tipo de vino en la mayoría de consejos reguladores y en la posterior desaparición del mercado.

Pero, en los últimos años, han reaparecido algunos claretes brillando con luz propia y se empieza a lavar la imagen tan denostada de estos vinos. Los claretes cofermentan distintas variedades, blancas y tintas, y esto propicia que el color obviamente sea más ligero, y que el comportamiento en boca sea más fresco. Este es uno de los distintos métodos de elaboración de un vino rosado. El otro seria un sangrado, un prensado rápido yligero para extraer un mosto con muy poco color y que se suele comportar como un blanco en boca, con algunas notas de frutas rojas que dejan entrever la variedad. El tercer método en cuestión seria una maceración parcial con las pieles, que sería mas intenso y potente en color, mas expresivo y mucho mas contundente.

Bertrand Sourdais inició su carrera como enólogo en la bodega familiar Domaine de Pallus (Loire) y lleva más de 20 años elaborando magníficos vinos en Ribera del Duero (Dominio de Es y Bodegas Antídoto). En su día decidió utilizar una de sus grandes viñas para elaborar un gran rosado, fino, delicado y con mucho carácter a la par. Este es el caso de Le Rosé. Le Rosé de Antídoto 2022 es su gran rosado. Está elaborado con uvas blancas y tintas: albillo y tinto fino a partes iguales de una viña prefiloxérica plantada en 1905 llamada Carresoto. Está situada en el pueblo de Miño de San Esteban (Soria), a 950 metros de altitud.

En nariz recuerda a un gran blanco, notas florales acompañadas de un toque ahumado y sensación cremosa. Boca fina, eléctrica, y que incita al siguiente sorbo de forma impulsiva. Sensación de acidez marcada, cremosidad y fondo mineral que hace de este vino uno de los más equilibrados y complejos de su especie. Se podría acompañar con un buen salmón ahumado, con salsa bearnesa y caviar, con un arroz de carabineros o simplemente con una buena compañía. El vino fermentó en barricas nuevas de roble francés de 600 litros, donde permaneció durante cinco meses. Tan solo 1.533 unidades de un rosado excepcional de gran guarda, aunque no creo que tengamos tanta frialdad como para guardarlo...

Hablando de rosados y Mediterráneo, este vino entra en el circuito pisando fuerte.

Ángel, enólogo de la bodega Gateras Nuevas, da una vuelta de tuerca con este rosado procedente de viñedos viejos de monastrell plantados en vaso, sobre suelo de arcilla y margas rojas a 790 metros de altitud. El vino se macera apenas seis horas con sus pieles y se obtiene el mosto flor por sangrado. Se fermenta a temperatura controlada y luego pasa a madurar cinco meses en tinaja de barro. Un vino fresco, con carácter mediterráneo, notas anisadas de hinojo y resina de pino, flor del tomillo y toque de fruta fresca roja. Un vino para tomar con cualquier plato de nuestra región como el arroz de conejo y caracoles o un conejo frito con tomate.

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