Opus One 2010, una obra maestra

Pienso en la vida del vino. Que es algo vivo. Me gusta pensar qué pasaba el año en el que crecían las uvas. Cómo brillaba el sol. Si llovió. Me gusta pensar en toda la gente que cuidó y recogió la uva. Y si es un vino viejo, cuántos de ellos habrán muerto ya. Me gusta cómo el vino sigue evolucionando. Si abro una botella hoy tendrá un sabor diferente que si la abro cualquier otro día. Porque una botella de vino en realidad está viva...». Esta reflexión la expone Maya, (Virginia Madsen), en la película 'Entre copas' (2004), que acrecentó en mí la necesidad imperiosa de visitar los viñedos de California.

Últimamente intento vivir más despacio, haciendo protagonista al tiempo, así que decidí cumplir ese propósito pendiente desde hace años. Billete en mano y mochila a cuestas, volamos rumbo a California. Tras recorrer infinitos kilómetros y caminar por algunos de los mejores viñedos del valle de Napa y Sonoma, descubrimos que cada una de sus bodegas tiene una increíble historia que contar. Opus One nace con el sueño de dos hombres hecho realidad: el Barón Philippe de Rothschild, de Château Mouton Rothschild, en Burdeos, y Robert Mondavi, el viticultor del Valle de Napa. Juntos se propusieron crear un vino exclusivo, dedicados a la búsqueda de una calidad inmejorable.

El atrio de acceso a la bodega es colosal. La vista se pierde entre el verde exuberante de los viñedos y la magnitud de su luz. La sensación de acceder al olimpo del vino estremece. Rodeadas de sus cuatro parcelas, en las que cultivan con mimo y exigencia las cinco variedades clásicas de Burdeos, accedemos al edificio, solemne, de piedra blanca y mármol, en el que armonizan a la perfección el silencio, el canturreo de los pajarillos y la novena sinfonía de Beethoven. En Opus One miden cada detalle con meticulosa maestría. Opus es una expresión musical, que hace referencia a la primera obra maestra de un compositor.

Empezamos catando Overture, la versión más joven y accesible, seguido de una vertical de Opus One 2019, 2017, 2012 y 2010. Cuando llegamos al 2010, el tiempo se detiene. Esta es la añada del edén. La ansiada copa de la inmortalidad. Ambas coincidimos: aromas de zarzamora, pétalos de rosa, chocolate negro y café. Intercambiamos miradas, oxigenamos la copa y de nuevo a la nariz. Silencio. Se acentúan los matices terrosos, cuero y hojas mojadas. Nos miramos sin mediar palabra, expectantes. Un sorbo y degustamos. Nos miramos de nuevo, sonreímos. Sobran las palabras. Soltamos el bolígrafo. La profesionalidad deja paso al más puro placer hedonista.

Podría escribir sobre los taninos aterciopelados y la equilibrada acidez, la textura sedosa y el final persistente y mineral, pero no es necesario. Lo realmente importante es lo que transmite: la eternidad de un recuerdo complejo y sublime. La fascinación que sentimos por su elegancia, su finura y su solemne evolución. Un vino que premia a quienes hemos decidido vivir despacio. Un vino que invita a la devoción del tiempo. Una obra maestra.

Rosaleda Rosé procede de viñedos situados en el la región más fría y con más niebla de Sonoma Coast (California), a nueve kilómetros del Océano pacifico, una zona ideal para la pinot noir. Plantada al estilo europeo, de forma sostenible y con rendimientos muy limitados, plasma el espíritu mediterráneo, con la identidad americana.

Rosaleda es un vino aromático, elegante y floral, en el que destacan las rosas de damasco y las fresitas silvestres. Fresco y equilibrado, es un vino sofisticado, lleno de matices, sorprendente y fácil de disfrutar. Un vino que fusiona lo mejor de dos culturas, la tradición milenaria europea con la mirada bierta del nuevo mundo. Un descubrimiento.

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