Una asombrosa rareza

Vinos naturales. Tema polémico donde los haya. Algunos se ofenden porque consideran que el vino nunca puede ser natural ya que necesita la intervención de la mano del hombre para su elaboración. Pero en la actualidad si escribimos en un buscador 'vino natural' nos lo define como «vino obtenido con el mínimo de intervención posible, tanto en el cultivo del viñedo y la obtención de las uvas como en el proceso de elaboración en bodega y su transformación en vino».

Ahora en absolutamente todos los sitios, sin excepción, escucharéis a los elaboradores hablar de eso de mínima intervención (está muy de moda, es cool y suma puntos parece a los llamados críticos de vino).

Pues bien, hoy hablo de dos vinos naturales entendidos, por mi parte, como aquellos a los que no se le añaden químicos en la vinificación en bodega. Uno de ellos es Tinaha, un vino muy particular elaborado a partir de viñas de Monastrell (y otras variedades que se encuentran en la parcela) por Lorenzo Boris, ingeniero químico y enólogo. Él lo define como un vino tinto artesanal (y tanto que lo es). Los viñedos se encuentran en la cara norte de la Sierra de la Pila, Murcia. Viñas de 40 años con ninguna aplicación de productos fitosanitarios durante la vida del viñedo y un mínimo abonado orgánico cada cuatro años.

Para la recolección de la uva me cuenta que vendimia en dos fases: la primera anticipándose al punto óptimo de maduración, buscando acidez, y la segunda con la uva ya madura buscando un tanino amable y redondo.

Tinaha realiza una fermentación alcohólica, maloláctica y posterior crianza (todo) en tinajas de arcilla hechas a mano en Totana. Las tinajas son embadurnadas con cera de abeja, propóleo y resina de pino (de Segovia) para no ceder sabores al vino. Vinificación sin control de temperatura (abrir las puertas de la bodega y que entre el frescor de la Sierra de la Pila me cuenta Lorenzo es su mejor mecanismo). Sin decantar, sin filtrar y sin rectificaciones. Un vino al que no se le añade ácido tartárico.

Menuda locura, diréis. Pues sí, y encima está rico. Elabora unos 8.000 botellas y en la que yo caté hace un par de semanas encontré notas florales, especias, balsámicos y por supuesto fruta roja.

¿Maridaje? Prueba a tomarlo con una tabla de quesos de oveja de Ruperto y gózalo.

Tuché es mi descubrimiento de esta semana. Un vino natural elaborado por Emiliano Gómez Ventura, argentino afincado en Barcelona desde su niñez.

Con su proyecto Lavinaventura Vins elabora en el Alto Penedés vinos muy auténticos, con levaduras indígenas, sin aditivos ni sulfitos. Es el caso de Tuché, vino elaborado con Chenin Blanc a partir de una agricultura ecológica (siguiendo principios biodinámicos) de viñedos situados en Torrelles de Foix.

Tras la vendimia a mano la uva se macera durante 24 horas con pieles. Posteriormente realiza prensado y traslado hacia depósito de acero inoxidable para realizar una crianza con lías finas. Un vino que es embotellado sin filtrar, sin calificar y sin añadir sulfitos. Como curiosidad, la palabra 'tuché' se utiliza a menudo entre los argentinos para reconocer que la otra persona ha hecho un comentario bueno, inteligente o divertido que no se puede refutar. Parecido a lo que ocurre al catar este bonito vino.

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