¿Es mejor comer cinco veces al día que tres?

Todos tenemos una alarma que nos dice sin género de dudas cuándo comer: el hambre. Sin embargo, se trata de un mecanismo de aviso bastante maleable al que tampoco conviene hacer caso sin más, particularmente en un entorno de gran consumo como el que nos encontramos, diseñado para enviarnos mil señales que nos invitan a tomar de más lo que no siempre nos conviene. Al contrario de lo que ocurre con la sed, que interesa atender siempre (en los más mayores esta señal suele atrofiarse y es apropiado beber de vez en cuando aunque el cuerpo no nos lo pida), al hambre con frecuencia hay que saber escucharla. «No tienes hambre, sino ganas de comer», como decían sabiamente nuestras madres. Así las cosas, ¿qué pauta general debemos seguir para tomar alimentos? Es decir, ¿cuántas veces al día ponemos a funcionar el estómago?

Tradicionalmente apuntamos tres momentos clave del día para tomar alimentos, con los que de hecho dividimos la jornada: el desayuno, la comida y la cena. Son los momentos de pitanza principales, pero no los únicos posibles. Ahí están el tentempié de media mañana y la merienda de media tarde, que suben la apuesta a cinco. Ese es el número que más venimos escuchando como ideal para distribuir nuestras comidas, bajo la extendida idea de no dejar que el aparato digestivo pare. Pero depende. «Realmente puede ser tan bueno y correcto comer tres veces al día como cinco», apunta nuestro endocrino, Juan Madrid.

El especialista pone como ejemplo, bastante frecuente, el de un niño que va al colegio y que, por lo general, se levanta con poco tiempo para desayunar todo lo bien que debería. «En estos casos sí que conviene tomar algo a media mañana», como medio bocadillo, «no es necesario que sea muy grande», de queso fresco, lomo embuchado o atún, por ejemplo. Algunos días es interesante ponerles fruta, explica. Hay estudios que muestran una mejora en el comportamiento y el rendimiento de los niños cuando siguen esta pauta, afortunadamente muy extendida (¿qué niño no toma algo en la hora del patio?).

También es indicado comer a mitad de la mañana para personas que realizan esfuerzos físicos en su trabajo, y que por tanto tienen un gasto calórico importante. Medio bocadillo o fruta está bien, explica, aunque con frecuencia se toma mucho más cuando nuestra ocupación es muscularmente muy exigente, «pero lo que no deben tomar es cerveza ni ninguna bebida alcohólica, puesto que esto deteriora a la hora de trabajar», advierte Madrid. Igualmente hay quien entra a las ocho y sale a las tres, como muchos funcionarios, y para quienes, por tanto, está indicado que tomen algo a media mañana, lo que les permite además aumentar su rendimiento, según distintos estudios.

Por el contrario, «muchas personas desayunan por ejemplo a las nueve de la mañana y comen a la una o a las dos, de modo que, salvo que tengan mucha hambre, no tienen por qué tomar nada entre medias». Para ellos no hacer la comida de la media mañana está perfectamente bien. «Las personas que sufren ansiedad por la comida, que por desgracia son muchísimas», pueden tomar algo a media mañana que les impida llegar a la hora de la comida con esa ansiedad que, con frecuencia, les lleva a empezar, «en vez de por lo correcto, que sería una ensalada, a picotear pan, queso, fiambre, frutos secos… y no es lo más adecuado».

Con la merienda podemos hacer las mismas consideraciones que con la media mañana. Aquí está «bastante bien» que los niños o los adolescentes, en periodo de crecimiento, tomen por ejemplo un vaso de leche o un par de yogures.

«En resumen», concluye Juan Madrid, «cada persona debe hacer lo que haya comprobado que le va bien, pero dentro de unas normas generales», entre las que destaca »dejar al menos doce horas de ayuno entre la cena y el desayuno».

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