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Pedro Martínez, con una de las barricas de su nuevo cava Germán García Ortiz
GARUM | Reportaje

Un cava con corazón de monastrell y Fondillón

De Nariz lanza su segundo espumoso con la uva murciana por excelencia como protagonista, de larga crianza y que utiliza por primera vez en la historia el 'vino de reyes' como licor de expedición

Jueves, 4 de diciembre 2025, 16:09

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De Nariz sigue demostrando su solidez dentro del panorama vitícola murciano. El proyecto de Pedro Martínez, el único murciano en ganar la Nariz de Oro, gana peso añada tras añada a pasos agigantados, totalmente centrado en su aventura más personal y ambiciosa. Desde su inicio, está completamente enfocado en la variedad de uva monastrell, comenzando con una colección de vinos tintos con los que interpreta viñedos y distintas zonas vinícolas. En 2023, De Nariz lanzó su primer espumoso, un cava elaborado con la uva más murciana que prescindía de licor de expedición en su elaboración, al estilo de grandes espumosos internacionales. Un vino que no es difícil encontrar en los mejores restaurantes de la Región.

Dentro de esta familia, De Nariz irrumpe ahora con Corazón de Monastrell, el segundo espumoso de la casa y un punto de inflexión en el proyecto. No se trata de un experimento puntual, sino de la culminación de una idea que Pedro Martínez tenía en mente desde hace tiempo. Es un vino que se ha gestado durante cinco años, con la calma de quien sabe que las prisas «son el peor enemigo de una burbuja de calidad». Para su elaboración se utiliza un vino base de la añada 2020, elaborado principalmente con monastrell y un pequeño aporte de otra variedad tinta, la trepat, que no llega al 8%, vinificado mediante el método tradicional y criado más de 40 meses en rima en cavas subterráneas.

Una de las claves técnicas que refuerza su identidad local es el uso de levaduras naturales seleccionadas en Murcia para la segunda fermentación en botella. Esas levaduras, adaptadas al carácter de la monastrell de la Región, son las responsables de transformar el vino base en espumoso y de modelar la textura de la burbuja. También son, en cierto modo, el «alma invisible» del cava: «sin ellas no habría presión, ni espuma, ni esa sensación cremosa que envuelve el paladar», subraya Martínez.

Vinculado a la nobleza

El gran golpe de efecto aparece en el licor de expedición, que se añade tras el degüelle y que termina de definir el estilo del espumoso. Pedro Martínez ha optado por utilizar un ensamblaje de Fondillón mediterráneo procedente de tres añadas históricas: 1964, 1971 y 1973. El Fondillón, vinculado desde hace siglos a la nobleza europea y conocido tradicionalmente como 'vino de reyes', se caracteriza por una larga crianza oxidativa y por su íntima relación con el paso del tiempo. «Cada gota concentra años de memoria, aromas complejos y capas de sabor difíciles de reproducir por otras vías», alecciona Martínez. La producción es muy reducida, menos de 3.000 botellas numeradas. Esa escasez obedece a una decisión consciente: «trabajar con lotes pequeños para poder controlar cada fase del proceso y asumir riesgos que serían inviables en producciones masivas», explica el bodeguero. El objetivo es «ofrecer un cava que exprese madurez sin perder frescura, con la estructura de la monastrell mediterránea, acostumbrada al sol y al rigor climático, pero afinada por la larga crianza sobre lías».

Esa aportación de Fondillón mediterráneo al licor de expedición «no busca endulzar ni disfrazar el cava, sino aportar profundidad, matices y una personalidad distinta». La combinación refuerza el carácter mediterráneo de la monastrell del vino base y conecta el proyecto con una tradición histórica de la que forma parte natural. «Es una forma de innovación que mira hacia atrás para poder avanzar: no se trata de crear algo extraño, sino de reinterpretar con criterio lo que ya demostraba su grandeza hace siglos».

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En nariz, Corazón de Monastrell «despliega un abanico aromático amplio y cambiante. Aparecen frutas de hueso y en licor, flores secas, notas de bollería fina y mantequilla, matices ahumados y un fondo balsámico que refresca el conjunto. La presencia del Fondillón se intuye en ciertos toques de crianza, de fruta confitada y de especias dulces, pero sin imponerse. Es un vino que invita a oler la copa varias veces, porque siempre parece guardarse algo para el siguiente giro.

En boca es un vino serio, con peso, pero al mismo tiempo sedoso y envolvente. La burbuja es fina, integrada, casi más una textura que un golpe de gas. La acidez sostiene el conjunto y equilibra la cremosidad, mientras vuelven las frutas de hueso, se suman cítricos maduros y aparece un guiño muy reconocible a la naranja sanguina. Tras ello desfilan especias, pequeños apuntes amargos elegantes y ecos del Fondillón que amplían el final de boca. El resultado es un espumoso dinámico y fresco dentro de su complejidad, que no cansa y reclama otro trago», sugiere la nota de cata.

Su perfil gastronómico también está a la altura de su elaboración. «No es un cava pensado solo para el brindis, sino para sentarse a la mesa. Funciona con un estofado de níscalos y conejo, con una caldereta marinera contundente e incluso con platos clásicos de corte internacional. Ese equilibrio entre estructura, acidez y matices lo hace versátil para carnes, guisos y cocina de fiesta, sin perder elpunto hedonista que se le pide a un espumoso», aconseja Martínez.

El toque del artista

La presentación también acompaña el nivel del vino. La botella negra, sobria y elegante, luce en el centro una pequeña joya en forma de nariz, creada por el artista murciano Nicolás de Maya y fundida en una aleación noble de zinc, aluminio, magnesio y cobre. Esa nariz dorada funciona como símbolo de intuición y como homenaje al sentido que manda en el mundo del vino. Antes de probar, se huele, y la marca De Nariz juega con esa idea hasta el final: es, de hecho, «un espumoso que se puede 'llamar por su nombre' sin necesidad de leer la etiqueta», asegura su creador.

En el estuche, un código QR permite acceder a un vídeo donde se muestra el proceso de elaboración, las galerías subterráneas, las botellas en rima y al propio Pedro explicando el proyecto con la copa en la mano. Es una forma directa de acercar al consumidor al proceso de elaboración y de mostrar que detrás hay tanto decisiones técnicas como una visión muy clara de lo que debe ser un espumoso de monastrell con alma mediterránea. Elaborado dentro de la DO Cava y con un precio en torno a los 39 euros, se sitúa en la franja de los espumosos de alta gama, dandoi una muestra de que De Nariz atraviesa un momento de madurez creativa, cerrando el círculo y a lanzando un mensaje claro: aquí también se puede jugar en la liga de los grandes espumosos sin renunciar a lo propio.

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