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Naves en construcción. Los equipos ultiman la confección de sus naves en el CAR.

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Naves en construcción. Los equipos ultiman la confección de sus naves en el CAR. Vicente Vicéns/ AGM

Los Alcázares: del temporal al corazón de la vela más espectacular

La corona final. Los catamaranes voladores de la ETF 26 toman las aguas del Mar Menor hasta el 19 de octubre días después de los daños causados por la dana 'Alice'

Antonio Zomeño

Jueves, 16 de octubre 2025, 14:23

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El cielo de Los Alcázares amanece bañado en un gris de contingencia. Por el norte escampa a media mañana, y el sol pasa a iluminar Santiago de la Ribera. En cambio, una densa masa nubosa cargada de agua persiste en el sur, desde Los Urrutias hasta donde alcanza la vista. En medio, el cielo sobre Las Palmeras se viste de incertidumbre a uno y otro lado, mientras un tractor se afana en allanar arena de un extremo a otro de la playa. Viandantes tostados. El 'e-book' sobre la tumbona. Un busto solitario en una balsa queda y muda, en calma. Un hombre se acerca a la orilla y llena dos garrafas de un agua terrosa. «Para la cisterna del baño», responde, sin ningún ánimo de detenerse a charlar, mientras se aleja por la calle anexa al Centro de Alto Rendimiento de Los Narejos. Dentro, se disipan las dudas. No hace falta mirar al cielo; todo son certezas.

Porque el trasiego de regatistas de uno a otro lado de las instalaciones del CAR, disfrazados de mecánico entre embarcaciones a mitad de cocción, anuncia la certeza de una última batalla. La ETF 26 ya ha atracado en el Mar Menor para la quinta y definitiva parada de la octava edición de esta prestigiosa regata de catamaranes foileados. Una lucha encarnada manga a manga, unas cinco por día hasta el sábado 19 de octubre, cuando el podio vestirá a uno de los nueve equipos con la corona final del 2025. El evento, considerado uno de los más espectaculares del calendario náutico internacional, se podrá presenciar a diario desde la costa de Los Alcázares, entre las 14.00 y las 17.00 horas, cuando el viento comience a volar sobre el agua de la laguna salada.

Uno busca el viento en las hojas de las palmeras, pero parecen una fotografía, estáticas como las bandas de plástico con las que Protección Civil acordonó la zona hace tan solo unos días. Pero eso es fuera; dentro son todo certezas. «Si no hay viento, no hay regata. Pero el Mar Menor tiene unas condiciones únicas para el deporte de vela; el 99% de los días del año tenemos el viento necesario para navegar», explica Ignacio Zulueta, gerente de la federación de vela. «Estas embarcaciones navegan con unos 6 nudos. A partir de los 8 se elevan y cogen unas velocidades enormes». Concretamente, superiores a los 35 nudos gracias a su innovador diseño con foils, una suerte de alas hidrodinámicas situadas bajo el casco de la nave que restan resistencia e imprimen esa sensación de vuelo sobre el agua.

Un espacio idóneo

Los trapos entran y salen del barreño entre pasada y pasada por la cubierta. Una llave de Allen vuela de uno a otro extremo de la nave. De repente, una tripulación formada por cuatro regatistas levanta su catamarán varios metros por uno de los costados, y los trajes de neopreno tendidos sobre las cuerdas de acero que sostienen el mástil caen al suelo. «Tenemos dos equipos empatados en la cabeza de la clasificación; el sábado por la tarde, con la última señal, se sabrá el ganador del evento y el campeón del año», explica Maxime Grimard, manager de la clase ETF 26, que prepara el colofón final a su cuarta visita a Los Alcázares.

La competición se podrá seguir a diario hasta el sábado desde la orilla, de forma gratuita, entre las 14 y las 17 horas

«Las condiciones aquí son perfectas. La temperatura hace que sea el lugar idóneo para realizar el cierre de temporada. Es el clima idóneo para cualquier disciplina de vela durante todo el año», asegura Maxime Grimard, ilusionado por el debut de los nuevos foils que permitirán a una disciplina siempre espectacular volar en todas direcciones, a una mayor velocidad, y brindar una competencia todavía más intensa en un paraje único como el Mar Menor, afianzado como un estadio natural de referencia para la vela. Aunque, lamentablemente, esta ocasión es distinta.

El catamarán, en pleno vuelo. Uno de los equipos surca las aguas del Mar Menor. ETF 26

La zona cero

Los catamaranes toman posición sobre los remolques para emprender camino al agua. Fuera, el sol ya destella en reflejos contra una balsa que comienza a moverse al ritmo que marcan las hojas de las palmeras. Bajo las ruedas, un rastro de arena recuerda una madrugada de angustia.

No hace falta desplazarse hasta la tierra acumulada todavía en los arcenes de las avenidas, ni hacia las playas, en plena expulsión de toneladas de biomasa; ni mucho menos hasta los diversos puntos donde los vecinos hacen cola, cargados con bidones y garrafas, frente a los camiones cisterna. No hace falta desplazarse, porque el propio CAR hizo de refugio para más de 40 personas en situación vulnerable en la madrugada del viernes al sábado.

No es necesario: los propios regatistas han llegado a una localidad donde todavía colea el susto por el desastre. «Sentimos mucho lo ocurrido, y estamos agradecidos de que el evento pueda celebrarse. Traemos a algunos de los mejores atletas del mundo para dar un gran espectáculo. Ojalá tengamos la oportunidad de traer algo de alegría en esta situación difícil y que la gente disfrute con nuestro deporte», concluye el manager de la ETF 26. Los catamaranes toman vuelo sobre las aguas del Mar Menor: de la zona cero del temporal al epicentro mundial de la vela.

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