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Coleccionista de medallas. El cartagenero Francisco José Fernández posa con los numerosos metales conseguidos en decenas de carreras. Cedida

Zancadas por la montaña como terapia de vida

Pasión sin límites. El cartagenero Francisco José Fernández se convierte en el primer corredor con autismo en ser 'finisher' de pruebas de ultradistancia

Martes, 30 de septiembre 2025, 18:19

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Cualquiera de los mortales se caería del susto cuando le dijeran que tiene que afrontar una carrera de más de 35 horas por una montaña escarpada. Un día y medio zancada a zancada, sin descanso, cruzando trazados empinados, abruptos donde cada pisada es peligrosa. Pues es justo ahí, en las carreras de ultradistancia, en las que el aliento falta y lo sencillo es rendirse, donde Francisco José Fernández Caro (Cartagena, 45 años) encuentra su lugar seguro. Y él no es un deportista más, se trata de uno diferente a la mayoría.

Cuando nació, ya entre las cuatro paredes del hospital, le confirmaron a sus padres que había venido al mundo con síndrome de Asperger, un trastorno caracterizado por la dificultad en la interacción social y en la comunicación no verbal. Pero hace solo cinco años, los médicos le confirmaron a Francisco José que tenía el grado 1 de autismo. Es independiente para casi todo, pero requiere de una atención especial en diversos momentos, terapias que sigue semanalmente y unos antidepresivos que le acompañan allá dónde va como arma para acabar con la ansiedad y el estrés que le producen, sobre todo, los ruidos, las luces y los ambientes demasiado caldeados. «Soy neurodivergente [trastorno de neurodesarrollo]: voy en la misma dirección que el resto, pero mientras ellos van en línea recta, yo voy haciendo zig-zag», confiesa este cartagenero, que aparca las zapatillas un momento para contar su historia.

Ejemplo de superación

La de un hombre que se levanta cada mañana con la aspiración de superarse a sí mismo, de hacer oídos sordos a cualquier diagnóstico y que tiene entre ceja y ceja convertir lo que es imposible para muchos en un día más en la oficina. Hace ocho años que le cogió el gusto a participar en carreras. «Primero fueron de corta distancia, luego pasé a correr la Ruta de las Fortalezas y, tras acabarla tres veces con buenas sensaciones me propuse ir más allá», cuenta este criminólogo.

Su mayor gesta. Francisco Javier toca la campana tras cruzar la meta de la European Major de los Pirineos el pasado mes de julio.
Imagen - Su mayor gesta. Francisco Javier toca la campana tras cruzar la meta de la European Major de los Pirineos el pasado mes de julio.

Lo que nadie esperaba, tampoco en su entorno, es que se propusiera hacer recorridos de hasta 170 kilómetros. Sí, como ir corriendo desde Cartagena a Murcia, el lugar donde reside, y repetirlo hasta cuatro veces. Un reto solo para unos pocos elegidos, y uno es él. El año pasado compitió en la European Mayor HOKA que recorrió los Pirineos durante 110 kilómetros. Pero no solo se conformó con formar parte de la prueba, Francisco José logró cruzar la meta y hacer resonar con fuerza la campana que había colocado tras ella. Tenía mucho que celebrar: había conseguido la marca mínima para competir en la Final del Mundial UTMB de 170 kilómetros que se disputa en Francia el año que viene y se había convertido en la primera persona en llegar a un finisher con trastorno del espectro autista. Otra vez haciendo posible lo que nadie había podido lograr. «Es una satisfacción que no se puede expresar con palabras porque me cuesta el doble que a una persona neurotípica. Yo corro porque me gusta, pero también para visibilizar que cualquier persona con autismo debe pelear por cumplir lo que se proponga», confiesa.

Un seguro de vida

Francisco José corre de puntillas por su condición de nacimiento, lo que eleva aún más la dificultad en cada prueba, sobre todo por la fatiga muscular. Va siempre acompañado de una tarjeta NFC que muestra sus datos al pasar un móvil «por si me da una frustración o un cabreo, como una pataleta de un niño». Misma razón que le lleva a ser puntual a su cita en la línea de salida «porque soy antisocial y no aguanto mucho tiempo esperando para el pistoletazo de salida».

Su mujer, Noelia Martínez, es su fiel compañera de carreras cuando la fibromialgia le permite calzarse las zapatillas

Pero este trabajador de seguridad privada cuenta especialmente con un as bajo la manga, un seguro de vida o, como se llama en las carreras de larga distancia, una «bolsa de vida». Ella es Noelia Martínez, su mujer, que sufre fibromialgia y le acompaña «siempre que puede» a las carreras, «sobre todo porque sabe que no me puede dejar solo». Pero en aquellas citas donde los dolores incesantes no le permiten calzarse las zapatillas, ella actúa como «avitualladora personal», el faro que guía a Francisco José cuando la oscuridad no deja ver más allá de la siguiente pisada. «Hay pruebas oficiales en las que cuentas con una bolsa de vida con alimentos, bebida y ropa cada 50-60 kilómetros. A veces ni siquiera la dejo en los sitios habilitados, se la doy a ella porque siempre está ahí, pendiente de cómo voy, cerca de mí cuando puede y apoyándome a solo unos metros o desde la distancia», relata.

Esta pasión sin límites es más que una afición para este corredor cartagenero. «Para mí es la mejor terapia. Cuando me pongo unas zapatillas y me lanzo a la montaña se me quita el estrés, el mal humor... todo. Y las carreras me sirven para trabajar en la interacción social que tanto me cuesta. Pasas tanto tiempo solo corriendo que acabas contando tu historia al resto», reconoce Francisco José, que convertirá siempre cualquier obstáculo que encuentre por el camino en otra gran oportunidad.

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