Paula también derriba la puerta de la selección

Últimamente al Algar Surmenor todo le sale a pedir de boca. Todas son buenas noticias en el único equipo de la Región de Murcia que compite en la élite del voleibol femenino. A la permanencia en la Liga Iberdrola, sellada el pasado sábado con tres jornadas de margen, ahora se le ha unido un hecho histórico para un club humilde pero que mima como pocos a sus jugadoras. La receptora Paula García (Almería, 22 años) ha recibido la llamada de España, para que acuda a una preselección con el combinado absoluto en mayo, en San Cugat. En la entidad que tiene como presidente de honor a Juan Sáez no recuerdan un precedente similar.

Ahora mismo, García trata de hacerse a la idea. No en vano, su caso es sorprendente porque su situación deportiva ha dado un salto enorme en cuestión de un año. La temporada pasada jugaba en la tercera categoría del voleibol femenino, algo equivalente a la Segunda B en el fútbol, y logró el ascenso a Superliga 2 con el CV Sayre de Gran Canaria. «La vida parece que me está devolviendo todo el trabajo del pasado», cuenta ella, que empezó a jugar al voleibol en sexto de Primaria, en el Obra Social del Unicaja Almería. «Subí varias categorías hasta llegar al equipo sénior. Siempre estuve a gusto, pero llegó un momento en el que estaba agobiada, lo pasaba mal y hasta me planteé dejarlo», relata Paula.

Todo cambió cuando se cruzó en su vida Manuel Berenguer, un Juan Sáez almeriense que le hizo recuperar la ilusión por el deporte, al ficharla para el SVG 2008 almeriense de Segunda. «Valoraba mucho mi trabajo, mi compromiso y confiaba en mí. Era cercano y me quería 'explotar', físicamente y en la pista. Siempre me decía que podía llegar a la élite, y yo le respondía que estaba loco. Ahí tenía 20 años». El equipo se clasificó para la Copa Princesa e incluso se enfrentaron al Algar Surmenor.

Pero lo que realmente le hizo cambiar de actitud fue el año pasado, cuando decidió salir de su Almería natal, bajar un escalón y completar un año redondo en el CV Sayre, donde subió a Superliga 2 y solo concedió un set en todo el curso. «La plantilla era increíble. Desde el principio nos decían que solo valía ganar», rememora de su estancia en tierras canarias. Rompió con la establecido, dio un giro de 180 grados a su vida y eso le ayudó a ver las cosas de otra manera.

«Jamás me había despegado de casa. Me cambió la mentalidad e incluso tomé la decisión de cambiar de carrera. Estudiaba Química y hasta ese momento nunca me había atrevido a dar el paso. Allí todo el mundo me animó y empujó». El club tenía un buen respaldo económico de las administraciones públicas y pudo centrarse exclusivamente en la pista.

Entre tanto, García, una chica «tímida» pero «sociable cuando entra en confianza», retomó los estudios: fue a la repesca de la Selectividad, sacó nota y obtuvo la calificación necesaria para estudiar el grado de Enfermería, su otra gran pasión. La idea era aparcar el deporte durante esta temporada, volver a casa y centrarse en la carrera. Hasta que un día, el verano pasado, recibió la llamada de José María, Chema, el segundo entrenador del Algar Surmenor.

«Estaba sentada en una parada de autobús, me contó el proyecto y me quedé flipada. Le hablé de la posibilidad de compaginar los estudios con el voleibol y me dieron la opción de estar becada por la UCAM». Ahora, la receptora cursa el primero de los cuatro años de Enfermería en el campus cartagenero de Los Dolores, a la vez que comparte piso en El Algar con las americanas Devon Rachel y Denise Belcher; la brasileña Edna Bugmann y la almeriense Marta Ruano, a la que ya conocía. Todo se alineó: «Estoy cerca de casa, en una buena universidad y en un equipo humilde y familiar», se congratula la almeriense.

Tiene clases por la mañana y por la tarde, saca tiempo para ir al gimnasio, entrenar y jugar los fines de semana. Ha sido un pilar fundamental para el conjunto de André Collin. Tanto, que García también ha derribado la puerta a la que solo accede un grupo muy limitado y selecto de jugadoras: las componentes de la selección española. La noticia la recibió hace unas semanas, nada más terminar un partido contra el Haris tinerfeño.

Ese día, en las gradas del Pabellón Escolar de El Algar estaba el seleccionador nacional, Pascual Saurín, para comunicarle en persona que estaba muy interesado en citarla para la preselección que tendrá lugar durante el mes de mayo en San Cugat. «Me quedé paralizada. No podía ser verdad. Me dijo que le gustaba por mi juventud, por mi proyección y mis condiciones», dice. Hace unos días, la entidad algareña recibió una notificación vía correo electrónico de la Federación, al que debe responder durante los próximos días especificando qué fechas puede ir la receptora a las concentraciones.

«El problema es que empieza el 4 de mayo, estoy en plena época de exámenes y sería entrenar hasta el día 21, cuando el entrenador haga una selección definitiva. Me pueden cambiar las fechas de los estudios, pero tampoco tendría tiempo para prepararlos. Ya cambié de carrera, de Química a Enfermería, y siento que he perdido tiempo en mi vida. Lo que no quiero es terminar la carrera con 30 años. No obstante, ir con España es una experiencia que merece mucho la pena porque puedo mejorar muchísimo. No se puede comparar con nada. Quiero hacer las dos cosas».

Con el futuro deportivo del Algar Surmenor en el aire, García tiene claro que quiere continuar en el Pabellón Escolar. «Esta temporada, el club jamás se ha retrasado en un pago. Nunca nos ha faltado comida, un hotel, un autobús o un avión. Aquí lo tengo todo. Si quieren contar conmigo, lo más seguro es que diga que sí», avanza la perla algareña.