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Olga Lorente
Jueves, 8 de mayo 2025, 00:15
El Burela hizo mucho ruido el pasado fin de semana en Cartagena, tanto dentro como fuera de la pista. En lo estrictamente deportivo, el conjunto gallego conquistó su séptima Copa de la Reina de fútbol sala femenino superando al Torreblanca Melilla (el vigente campeón) en la final soñada, la que medía al primero contra el tercero de la liga regular. El encuentro no defraudó y estuvo muy igualado hasta bien entrada la segunda parte cuando se resolvió a favor de las naranjas (2-3), con la destacada participación de las jugadoras murcianas del Burela Patricia Ortega, que marcó el segundo gol, y Noelia Montoro. El STV Roldán también estuvo presente en la cita, pero cayó en los penaltis en cuartos de final.
Pero el trofeo no es lo único que han conquistado estos días las jugadoras del Burela. Han sido las auténticas protagonistas del torneo por alzar su voz contra la precaria situación que están viviendo en su club desde que a comienzos de diciembre la directiva anunció la marcha del patrocinador Pescados Rubén (dejando un agujero económico que ronda los 300.000 euros). Aunque se plantearon en un principio no viajar a Cartagena, la posibilidad de poder ganar un título pesó más que lo extradeportivo.
Eso sí, tenían claro que iban a aprovechar el foco mediático de estos días para dar a conocer la realidad que viven desde hace meses.Apoyadas por la Asociación de Jugadoras, que incluso emitió un comunicado en el posado previo al encuentro de cuartos de final, las jugadoras del Burela se taparon el escudo con la mano.
En el pospartido, la plantilla dio la vuelta a sus camisetas en las entrevistas realizadas en zona mixta en señal de protesta y después, el vestuario tomó la determinación de compartir un mensaje: «No más faltas de respeto, nos lo hemos ganado. No es lo que hay». El sábado, antes de la semifinal, el equipo optó por levantar el puño en señal de reivindicación en el momento de las fotografías.
Aunque la situación que viven las Guerreiras Laranxas, como se las conoce en Galicia, es muy complicada desde hace meses, el viaje previo a la Copa de la Reina lo cambió todo. El conjunto gallego disputaba en Madrid, frente al Móstoles, un partido de liga regular al que el club le obligó a llegar en distintas furgonetas. Directas al pabellón, disputar el choque y volver: «Fueron seis horas metidas en una furgoneta sin poder descansar en condiciones ni antes ni después del partido. Entendemos cuál es la situación económica, pero el equipo masculino (que también milita en Primera División) viajó en autobús para su jornada liguera e hizo noche en hotel», cuenta la muleña Noelia Montoro.
De cara a disputar la Copa de la Reina, el ayuntamiento de Burela (no el club) facilitó que la plantilla pudiese llegar a Cartagena en autobús y la Federación Española se hizo cargo del coste del hotel de los equipos. Sin embargo, la entidad no puso mucho de su parte. «Nos mandaron al torneo con el mínimo saldo en la tarjeta. No se preocuparon de meter 200 o 300 euros para ese desayuno el día del viaje de ida, para comprar hielo o medicamentos en caso de necesitarlos durante el torneo o para la lavandería entre partidos. Nos mandaron en malas condiciones y todavía nos dijeron que nadie nos había mandado ir ahí [a Cartagena]», confiesa la yeclana Patricia Ortega.
En medio de todo esto, la plantilla cerró filas y se unió más que nunca hasta que levantaron el título. Después, las emociones se desbordaron: «Es el título más especial que he ganado hasta ahora. Ante esta situación es muy difícil centrarte y tener la cabeza puesta sólo en el fútbol sala porque vives una situación de incertidumbre diaria», confiesa la muleña Montoro. «A mí me hacía muchísima ilusión este torneo porque además de tener a nuestros familiares y amigos en la grada, estaban las niñas de las bases del club donde empecé [la SD Hispania de Yecla]. Llevamos mucho tiempo sufriendo y no solamente por los impagos. Sabíamos que en un escenario como la Copa de la Reina, emitido por televisión a nivel nacional, tendría más repercusión», añade la jugadora de Yecla.
Cuando sonó el pitido final, la plantilla del Burela celebró en la pista la séptima Copa de la Reina conquistada. Después se trasladaron al hotel para la pertinente cena de las campeonas, con sus correspondientes brindis. Lo que las jugadoras y staff no esperaban es que estuviese ahí también la directiva del club. El vestuario gallego entiende que no era un momento para que los mandatarios del Burela, que no han dado ninguna respuesta a la situación que atraviesan hasta ahora y las había obligado a viajar en esas condiciones, estuviesen ahí. Ellas querían celebrarlo en familia. Fue una situación un tanto incómoda. Además, no hicieron noche después de la final y una vez terminada la cena, se montaron en el autobús dirección para volver a Burela, localidad de 27.000 habitantes situada en la provincia de Lugo. El viaje fue de más de 1.000 kilómetros por carretera.
Tras proclamarse campeonas, al Burela le queda un mes de competición con el 'playoff' por el título de liga en el horizonte. No saben cuándo se resolverá su situación, si es a corto o a largo plazo, y las jugadoras comienzan a replantearse su futuro. Algunas, como Noelia Montoro, terminan contrato y otras, como Patricia Ortega, tienen firmadas más temporadas. «El trato que nos está dando el club como personas, más allá de como jugadoras, no es el adecuado. En ningún momento la directiva se ha puesto en nuestra piel ni nos ha dado ninguna explicación sobre la situación financiera que atraviesan. Pretenden que vayamos a entrenar como si nada», dicen.
El club gallego se convirtió en 2018 en pionero dentro del fútbol sala femenino en nuestro país por ser el primero en firmar un convenio colectivo. Desde entonces, sus jugadoras han podido disfrutar de seguridad social y sus respectivas vacaciones o bajas remuneradas. Ahora, sin patrocinador y sin apenas dinero en la caja, su futuro es incierto.
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