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Las Cuatro Estaciones. Década 1940. Cuatro óleos sobre lienzo. 182 x 70 cm. Obras 'Invierno' y 'Otoño'.

Mi tía abuela Rosario de Velasco, pintora y dibujanta

La exposición 'Entre papeles y lienzos', que puede visitarse en el Museo del Realismo Español Contemporáneo de Almería (MUREC) hasta el 12 de octubre, da un paso más allá de la del Thyssen y reúne más de un centenar de obras

Toya Viudes

Comisaria de la exposición

Lunes, 11 de agosto 2025, 07:51

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En febrero de 2024 recibí un correo electrónico: «Adjunto láminas y bocetos pertenecientes a las ilustraciones del libro 'Cuentos para soñar', de la editorial Hijos de Santiago Rodríguez. Saludos». Junto al mensaje, fotografías de los dibujos a tinta, acuarela y lápiz que Rosario de Velasco pintó en 1927 para el libro de María Teresa León y que llevaba años buscando.

Mi llamamiento en prensa y redes sociales había funcionado y las ilustraciones que se creían perdidas estaban localizadas y perfectamente conservadas, me contó su propietario, ya que en estos casi cien años desde que mi tía abuela las pintara y depositara en la editorial, que además era imprenta y librería, fundada en 1850 por Santiago Rodríguez Alonso tras una visita a la Exposición Nacional de Londres y movido por el deseo de ofrecer un acceso a los libros más fácil, habían estado guardadas en hojas de periódico y cajas precintadas.

Los vivos y atrevidos colores que admiré esa fría tarde de invierno en la pantalla del ordenador de casa eran los mismos que Rosario eligió para ilustrar el libro de su amiga y que una reseña de la época destacaba: «Otra mujer, casi una niña, de nombre Rosario de Velasco ha ilustrado la obra de un modo admirable. Las policromías con sus atrevidos y perfectamente armonizados colores; los dibujos a pluma de rasgos valientes en figuras cuyo complicado trazo parece buscado a propósito para destacar la seguridad en el triunfo; las sencillas viñetas denotan no ya una artista que maneja los útiles con rara perfección sino que ha entrado en la entraña de su misión y se ha adaptado de un modo maravilloso al espíritu de la obra».

El chico y su perra. Anterior a 1953. Óleo sobre lienzo. 90 x 120 cm.
La bella del mal amor. (Ilustraciones). 1930. Tinta sobre papel. 17 x 23 cm.
La bella del mal amor (2).
Niña en azul. Década 1930. Óleo sobre táblex. 29 x 25 cm. | Mujer con ramillete. Década 1920. Acuarela sobre papel. 32 x 22 cm.
La Magdalena Década. 1930. Óleo sobre lienzo. 127 x 107. | Dibujo para la portada del libro 'Cuentos para soñar' de María Teresa León. 1927. Técnica mixta sobre papel 40 x 25 cm

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Más sorpresas

La tarde me tenía más sorpresas preparadas: Jesús también conservaba las ilustraciones de Rosario para 'Cuentos a mis nietos' (1932) de Carmen Karr, periodista y escritora, musicóloga y publicista, además de pionera en la lucha por el feminismo, y las de 'Mi libro ideal' (1930), una serie de relatos infantiles editados con el propósito de hermanar a los niños españoles con los argentinos mediante narraciones, poesías y curiosidades. Meses después aparecieron las ilustraciones de mi tía abuela para 'La bella del mal amor' (1930), dibujos en blanco y negro que se apartan del academicismo y la estética del déco para acompañar las historias femeninas en la Castilla rural de comienzos del XX reunidas por María Teresa León bajo el tema común de la mujer «malcasada» o «malmaridada» en cualquiera de sus múltiples variantes, escondidas durante casi un siglo en una colección particular. Por primera vez son mostradas en esta exposición, al igual que sus dibujos para una edición del clásico de la Grecia antigua Dafnis y Cloe por encargo del editor Gustavo Gili y que finalmente no fueron publicados, los de los libros de Elisabeth Mulder 'Poemas mediterráneos' y 'Las noches del gato verde', así como algunos otros que conservamos en la familia y que por primera vez salen de nuestras casas. Junto a todo ello, una selección de óleos que no se han vuelto a exponer desde que Rosario los pintara como 'La Magdalena', 'Mujer con hortalizas', 'El chico y su perra', 'Virgen con niño', 'En el corral', 'Niño con pato', uno de los muchos retratos que hizo de su hija María del Mar o 'Lavanderas', que regaló por la boda a su hermano, mi abuelo Luis, y que de tanto verlo y admirarlo me animó a emprender hace años la fascinante y no fácil aventura de devolver a mi tía abuela su voz y su arte injustamente silenciados.

Dibujos para el libro Dafnis y Cloe. Las pastorales de Longo. 1940. Grafito sobre papel 51 x 23 cm.

Una vida dedicada al arte

Rosario de Velasco dibujó incansablemente desde que tenía seis años, animada por su padre, mi bisabuelo Antonio, coronel de Caballería, maestro de dibujo en la Escuela de Guerra y pintor de acuarelas muy al gusto del siglo XIX, quien siempre quiso que su hija fuera pintora. Fue Fernando Álvarez de Sotomayor, director del Prado, académico de la Real Academia de San Fernando y reconocido representante de la llamada pintura regionalista, con el que estudiaría desde los 15 hasta los 24 años, quien fomentó su pulcro dibujo y le aconsejó: «Cuando pintes, piensa que estás dibujando; cuando dibujes, piensa que estás pintando». Y así lo hizo hasta que murió en 1991 tras una vida dedicada al arte y en la que pintó «por necesidad, porque de lo contrario no me sentiría a gusto. Cuando trabajo es cuando estoy verdaderamente feliz», aseguró en una de sus entrevistas.

Rosario de Velasco.
Imagen - Rosario de Velasco.

Llevo años luchando por recuperar a Rosario de Velasco y devolverle el lugar que merece en la historia del arte. Mi tía abuela, como muchas otras mujeres que en las primeras décadas del siglo XX alcanzaron nombre y fama, acabaron siendo olvidadas, excluidas del relato o en palabras de la catedrática, ensayista y académica Estrella de Diego «traspapeladas». Por si fuera poco, a Rosario, como también hicieron con Ángeles Santos, le colgaron el sambenito de artista de un solo cuadro y durante años pareciera que solo hubiera pintado 'Adán y Eva', hoy en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, con el que ganó la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932, aunque «el jurado la propuso para la primera, solo que no hay precedente», (precedente por ser mujer), escribió Emilio Fornet en la revista 'Estampa' el 24 de marzo de 1934. «Méndez Casal últimamente le escribió animándola: 'A ver si este año hacemos justicia a usted'», apostillaba el conocido crítico de arte en su reportaje 'Mujeres en el arte'. El cuadro es maravilloso, «trozo afortunadísimo, brioso, recio, con sentido de corporeidad, sin concesiones a la plebeyez al uso. En esta pintura hay elementos bien asimilados del cubismo, del expresionismo, al lado de influencias o coincidencias lejanas. La arquitectura interna de esta obra extraordinaria es de una solidez que asombra en estos tiempos de improvisación, de superficialidad y de simulación», como lo describió el crítico de arte Antonio Méndez Casal, pero cuesta creer que en 1942, diez años después de que Rosario lo pintara, lo volvieran a exponer en la Bienal de Venecia y en el 47 lo presentaran a la Exposición de Arte Español en Buenos Aires.

En las mejores galerías

Rosario de Velasco no es artista de un solo cuadro, pintó infatigablemente hasta casi su muerte, expuso en las mejores galerías y participó en los más reconocidos certámenes. Y con su obra en papel que hemos conseguido localizar y reunir para esta exposición queda más que demostrado que fue, además, en las primeras décadas del siglo XX, una de las mejores ilustradoras y dibujantas. Ya sé que la Real Academia Española de la Lengua no acepta el femenino de dibujante pero con él quiero homenajear a mujeres como Viera Sparza, Delhy Tejero, Purificación Searle, Maruja Mallo, Marga Gil Roësset, Victorina Durán, Carmen Cecy, Lola Blasco, María Rosa Bendala, Piti Bartolozzi, Manuela Ballester, Maruja Arrollo, Laura Albéniz, Petra Amorós y, por supuesto, Rosario de Velasco, que en sus comienzos encontraron en sus dibujos una salida profesional ante la dificultad de acceder a otros circuitos artísticos y que en 1931 el Lyceum Club Femenino, ubicado en la Casa de las Siete Chimeneas de Madrid, primera asociación feminista del país y lugar de referencia en la conquista de nuestros derechos, rindió homenaje en el I Salón de Dibujantas. Para esta generación de pioneras y heroínas de vanguardia que contribuyeron a renovar el lenguaje del arte español, mi más sincero y merecido reconocimiento y aplauso. Y al Museo del Realismo Español Contemporáneo de Almería y todo su equipo, mi agradecimiento por sumarse a la recuperación y puesta en valor de Rosario.

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Mi tía abuela Rosario de Velasco, pintora y dibujanta