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En todas partes. Santi García Cremades, matemático, docente y divulgador molinense, en la Rotonda de los Cubos de Murcia. NACHO GARCÍA
La semana de...

Santi García Cremades, el superpoder de sumar humor y matemáticas

Positivo y algo impuntual, el profesor universitario y divulgador científico investiga con modelos predictivos sobre el Mar Menor y sueña con realizar en Murcia un evento televisado en vivo que combine ciencia y comedia

Domingo, 20 de abril 2025, 07:51

Una tanda de penaltis, el hundimiento de un barco, las canciones de Enrique Iglesias o la política de aranceles de Donald Trump son algunas de las premisas por las que, con humor y mucha ciencia, Santi García Cremades se pone las gafas de las matemáticas con las que mira el mundo. Admirador de Fito y Robe Iniesta, seguidor del Real Murcia y heredero de 'La Hora Chanante', el profesor de Matemática Aplicada y Estadística en las universidades de Murcia y Miguel Hernández de Elche –en las facultades de Informática y Periodismo, respectivamente–, colabora con Carlos Alsina en el programa 'Más de uno', en Onda Cero, y dirige 'Raíz de 5' en Radio Nacional de España. Enamorado como el primer día de una divulgación en la que se mueve como pez en el agua desde hace once años, y padre de una peque de 20 meses de edad, el molinense planea escribir cuentos científicos para niños y recuerda cómo, en su propia niñez, los dibujos de 'Érase una vez la vida' y 'El pato Donald en el país de las matemáticas' esbozaron en gran medida su camino. Reconocido con la Placa de Honor de la Asociación Española de Científicos en 2023 y el premio Divulgador del Año 2021 por la Asociación de Divulgación Científica de la Región de Murcia, y respaldado por más de 57.000 seguidores en su canal de YouTube, su prestigio dio un salto exponencial durante la pandemia de covid con el desarrollo de modelos predictivos que ayudaron a entender los efectos del virus y dieron evidencias sólidas para la toma de decisiones políticas y sociosanitarias. Saber que hay infinitos más grandes que otros supuso un antes y un después en la comprensión del universo, y revela que adentrarse en la teoría del caos y conocer ecuaciones caóticas es estar un paso más cerca de predecir catástrofes naturales como los terremotos y las danas. Confiesa que quizá es impuntual porque es continuo, y que, a pesar de la ansiedad matemática que campa a pie de calle, no pierde las ganas de descubrir y contar, convencido de que las matemáticas son un superpoder. Y es que este matemático, que soñó con ser futbolista, músico y cómico, es un optimista enfermizo que ha hecho del binomio ciencia-humor un arma nada secreta para vencer a villanos y cuñados.

Lunes

10.00 horas. Dar clases en la universidad es un sueño hecho realidad para mí. En el mundo actual, tan caótico y tan catastrófico, tener buenos estudiantes, con talento, me hace sentir más joven, aprender muchísimo y llenarme de esperanza de futuro. Los lunes soy profesor por el día y futbolista por la noche. Juego de forma 'amateur' y de delantero. Para mí es salud mental. Quería ser futbolista, músico y cómico... así que al final soy matemático, evidentemente.

Martes

22.00 horas. Me pongo en modo radio por la noche y empiezo a mandar guiones. No me gusta que me limiten, y me siento libre divulgando. Ahora mismo entendemos que la ciencia tiene que ser comunicada, que los científicos tienen que estar conectados a la sociedad. Si la gente no entiende a qué van destinados sus presupuestos, no le duele que recorten en ciencia. La radio ha apostado mucho por la ciencia en España desde Manuel Toharia a Antonio Pérez Sanz o al profesor [José María López de] Letona, y esa es un poco mi herencia. Todos somos de alguna manera hijos de Carl Sagan, el papi de la divulgación. Pero para mí los grandes referentes son 'Érase una vez la vida' y un mediometraje de Disney, 'El pato Donald en el país de las matemáticas'. Entendí que esto de las matemáticas era cuestión de caer en la madriguera, como Alicia. Lo que me enseñaban en la escuela estaba también fuera de ella.

23.00 horas. Estamos en un mundo tan conectado y a la vez tan caótico que, si no lo entendemos en su faceta matemática, nos perdemos un superpoder para tomar decisiones. Por un lado, creo que las matemáticas van a salvar muchas decisiones políticas globales con evidencias. En España tenemos la Oficina C [Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados], en la que expertos con trabajos muy transversales asesoran al Gobierno, sea del partido que sea. Por otro lado, estamos viviendo un momento en el que Trump ha sacado una ecuación –que supuestamente calcula los aranceles– sin fundamento. Usar las matemáticas a tu favor es hacer trampas en cosas muy serias. Lo llamo blasfemia matemática. Una perversión.

Miércoles

17.00 horas. Antes me gustaba mucho Twitter [X], pero ya no es lo que era. Somos esclavos del algoritmo. Hay una canción de Jorge Drexler que dice: «Quién quiere que yo quiera lo que creo que quiero». Esa es la idea. Cuesta salir de esa burbuja de la autocomplacencia: a ti te parece agradable lo que a priori ya estás casi pensando. Además, estamos empoderando a 'cuñaos'. Hay un efecto, el Dunning-Kruger, por el que crees que sabes más de lo que sabes, con nada. Te ves un vídeo de 5 minutos y ya te crees un experto en ese contenido. Hemos perdido un poco la perspectiva de lo difícil que es conocer, saber y ser experto. Ese efecto cuñado caerá, porque está siendo fruto de una burbuja de inmediatez. Incluso los científicos hemos cometido errores, porque queremos ser virales y contar las cosas tan rápidas como el 'cuñao', pero tenemos que entender que hay dos caminos: el pantanoso y el de florecitas. El segundo parece muy agradable, pero siempre tiene trampas. Eso nos lo enseñaban las fábulas de La Fontaine. La trampa es que ese camino está lleno de mentiras, no tiene fondo, no habla de estudios, sino de opiniones gratuitas. Siempre se dice que si tienes 'haters' en las redes es que has triunfado, pero es un proceso desagradable. He tenido algún compañero de trabajo o de oficio que, de forma anónima, ha ido a hacer daño por pura envidia. Los pillas porque encuentras fácilmente los vínculos. Son anónimos, pero torpes.

Jueves

17.30 horas. Las tardes de los jueves las dedico a tocar la guitarra con mi chiquilla. Quiero hacer cuentos científicos para niños, y ya estoy probando cositas en casa. En las librerías no encuentro lo que me gusta. El año que viene lanzaré un libro para adultos, matemáticas 'everywhere'. A partir de ahí, me dejarán jugar con los cuentos.

Viernes

14.00 horas. Hay que ponerle la intención del viernes a todos los días. Así que nos vamos de paseo, de fiesta, salimos a comer y a cenar. Con la gente que te llevas bien tiene que haber un 'atractor', en el que caes inevitablemente. Para mí es el sentido del humor, algo muy murciano. Nuestra obra magna es saber reírnos y romper los estereotipos. El ChatGPT todavía no nos pilla. Soy muy hijo de la época 'chanante', con Raúl Cimas, Ernesto Sevilla, Ignatius... Toda esa liga nos ha dado mucho a los nacidos en los 80. Mi ídolo es Álvaro Carmona.

Sábado

11.00 horas. Hacemos planes de playa y montaña. Tenemos una 'perrica', y hay que plantearse un poco de felicidad y tener contacto con la naturaleza. Estamos desarrollando una investigación sobre el Mar Menor en la que podemos monitorizar cada decisión tomada y sus efectos. Es lo que se hizo en la pandemia. La clave no era adivinar, porque no tenemos bola de cristal, pero sí tener la evidencia más rápida posible para conocer efectos futuros. Hacer modelos de simulación ayuda a predecir lo que hace el covid a 14 días vista o, en el caso del Mar Menor, a un año vista. Estamos con otro estudio –a ver si sale– enfocado a predecir momentos de polarización en las redes.

Domingo

13.30 horas. Mi sueño es que esta ciencia tan pesada para alguna gente tenga un programa propio en televisión, y que se hiciese en Murcia. Que fuera un espacio compartido, un evento científico público con butacas... Si hay algo que la inteligencia artificial no puede hacer por nosotros es un evento donde aprendamos pasándolo bien. Me gustaría desarrollar aquí los proyectos que me hacen ilusión, en un lugar, como Murcia, donde hay talento y ganas de eventos culturales y sociales, aunque a la vez aparezcan trabas. Lo digo como queja y autocrítica: las instituciones públicas no están al nivel de las expectativas de la ciudadanía.

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