La pintura solidaria de Teresa Ferrín

Le diagnostican dislexia por error con once años. No conseguía centrarse en los estudios y la pintura se convirtió en el refugio de Teresa Ferrín. La pintora murciana se define como una niña a la que le costaba expresarse y vio en el arte su lenguaje. Una vez descubierta su pasión le dijo a su madre con 11 años que quería estudiar Bellas Artes.

En tercero de carrera, Ferrín comenzó a publicar en las redes sociales sus obras por mediación de su hermana. «Las redes sociales de por sí no me gustan. Mi hermana comenzó a subir mis pinturas a Instagram y a partir de ahí, me contactaron para hacerme pedidos e interesarse», afirma Ferrín.

Llegó a abrir dos tiendas online, aunque tuvo que cerrar una de ellas por falta de tiempo. Colaboró con diferentes artistas, como Patité, y con el pasó del tiempo acabó abriendo secciones de encargos para épocas señaladas como Semana Santa y Navidad. La mayoría de los encargos se realizan por Instagram (@tessa_ferrin).

«Recuerdo dos encargos especiales. Uno de ellos fue para una empresa de la Región. Me encargaron sacar la catedral de Murcia. Fue un lienzo de dos metros y para mí fue espectacular. Pude utilizar técnicas súper innovadoras. El otro lo estoy completando actualmente, es bastante especial e impactante, porque es para una fundación religiosa en Cantabria, un San José súpergrande, de un metro» cuenta la artista.

Ferrín se está iniciando en el mundo del tatuaje. «He abierto una tienda online y me quiero promocionar vendiendo mis propios diseños relacionados también con temática religiosa ya que pertenezco a Hakuna [un movimiento nacido en 2013, donde los jóvenes se comprometen a seguir un estilo de vida de acorde con los preceptos de la Biblia], dice la artista que, en el futuro, desea seguir creando y poder convertirse en docente para ayudar a los jóvenes a a enfocar vocación.

Para la artista, la pintura «te da la posibilidad de empezar de cero». En sus obras intenta transmitir felicidad y positividad, con tonos brillantes y alegres. «Expuse por primera vez en el Casino (de Murcia), en 2021, tiempo de postpandemia. La gente iba entrando con las mascarillas puestas y me comentaban el alivio que suponía encontrar algo bonito y alegre en ese momento», expresa la murciana.

Sabía desde muy joven que seguir su vocación podía traerle dificultades laborales. «Si me das a elegir ahora, tal vez no lo escogería. Con esta carrera te tienes que buscar la vida. A veces cuando digo que me quiero dedicar a la pintura me miran con una cara...», afirma la artista.

Las obras de la artista suelen estar vinculadas con la solidaridad. Después de acabar la carrera, decidió que su arte debía servir para dar voz a los más necesitados. «Quería que fuese como un recurso terapéutico, un lenguaje de aquellos que lo necesitan. He trabajado con Manos Unidas, actualmente también estoy con la Fundación FADE. No hace falta irse a África,. en Murcia también hay gente necesitada», expresa la pintora. Con Manos Unidas ha realizado dos exposiciones, 'Ubuntu: yo soy porque nosotros somos' y 'Ubuntu: una lucha por la humanidad'. «La primera de 'Ubuntu' fue espectacular, fue chocante para mí ver que se vendió todo», indica la creadora. «La segunda, en Molina de Segura, estuvo compuesta por pinturas, retratos y paisajes, con la pluralidad como eje central. De ahí radica la belleza humana, un conjunto que muestra diferentes culturas».

Actualmente, continúa trabajando en nuevos proyectos con Manos Unidas. «El próximo curso queremos abrir una sección dedicada al arte solidario, para recaudar fondos para los proyectos de la fundación», dice Ferrín, que se encuentra finalizando los estudios de máster para poder ejercer de docente, e imparte talleres en institutos como El Buen Pastor, enseñando diferentes técnicas y disciplinas artística como cerámica, pintura, dibujo y simetría.

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