Dionisia García: «Vivimos de milagro y nos parece poco»

Llama estos días a los amigos y a los seres queridos para ver cómo están, atenta a cualquier sombra que amenace con endiablar sus vidas. Atenta a los demás, siempre dando ánimos y dispuesta a ayudar en lo (im)posible. La poeta y narradora Dionisia García (Fuente Álamo, Albacete, 1929), afincada en Murcia desde «hace ya casi una eternidad», exclama sonriendo: «¡Nacer es un estampido del universo!». A veces, reconoce, se pregunta «hasta cuándo va a durar este deseo de escribir, porque el día en que la fuente se seque, yo pienso dejarlo». En la escritura encuentra consuelo y nuevos lectores –qué bienvenidos son siempre los más jóvenes– que contactan con ella para agradecerle sus palabras y, también, la serenidad que casi siempre emana de ellas. Acaba de publicar una nueva entrega de sus aforismos, 'Vuelo hacia dentro', editada por Libros del Aire.

«El simio advirtió a los mirones, y se volvió de espaldas», cuenta con humor, mientras que convencida expone que «una caricia a tiempo excluye derramamiento de palabras». Sabe bien que «nos han dejado en la Bola Mapamundi y gateamos como podemos», y desde luego que «el amor puede con todos los odios y crueldades si le dejan entrar». Y confía en que, en línea con lo que propone Cavafis en su célebre poema 'Ítaca', no caigamos en la trampa de, «obsesionados con el hallazgo», no advertir de que «en el trayecto puede estar aquello que buscamos».

En su casa, rodeada de ellos, se va despidiendo «de los libros que no leeré sin poder evitar su gemido». Pero no hay amargura en ello, quizá porque es muy raro que la abandone del todo la esperanza. Esto puede suceder en cualquier momento: «Se abrió la ventana y las lilas entraron en el cuarto».

Es un gusto escuchar de su boca sus aforismos: «Vivimos de milagro y nos parece poco». Cómo comparte sus experiencias: «Si nos deja un amigo que hemos admirado, y de él hemos aprendido, lloramos por él y por nosotros». Cómo expone sin avasallar sus certezas: «Mientras parte de la humanidad muera de hambre, todo está de más». O cómo reconoce sus propios desaciertos: «Envejecemos en los caminos. A pesar de ello, nuestro afán es llegar».

Es 'Vuelo hacia dentro', indica Consuelo Ruiz Montero, catedrática de Filología Griega de la UMU, «un libro nuevo y milenario a la vez». Un libro que recoge «582 sentencias y reflexiones que han sido escritas a retazos temporales desde marzo de 1999 hasta noviembre de 2018». «Es milenario», argumenta, «porque la obra se encuadra en una de las principales corrientes de la literatura universal, la literatura sapiencial, ya testimoniada en el tercer milenio a. C. en Mesopotamia y en Egipto en la forma de enseñanzas de un hombre a su hijo o figura filial para orientar su conducta en la vida». «Es el mismo tipo de literatura», añade, «que vemos en la tradición hebrea, en concreto en el libro de los 'Proverbios' del 'Antiguo Testamento'».

En 'Vuelo hacia dentro', que ha sido precedido por otros tres libros de aforismos –'Ideario de otoño', 'Voces detenidas' y 'El caracol dorado'–, Ruiz Montero sostiene que la autora «entona su canto 'con voz templada y despaciosa', aun aceptando que 'al explicar un tema, nos alejamos de su esencia'». A su juicio, Dionisia García «posee la sabiduría de Delfos: 'El secreto de las cosas está en ellas'; y la de Heráclito: 'La verdad está escondida, y hemos de buscarla poco a poco'». Y, «al mismo tiempo, no deja de interrogarse y buscarse a sí misma: '¿Qué sabemos de Todo y de Nada?', '¿Qué sabemos del alma de las flores?', 'Todo es tan confuso que, cuando vuelva, sabré si me he ido'». Destaca la filóloga clásica que «de la mano de Machado, 'surtidor inagotable' en el que le agrada refrescarse», Dionisia García «nos conduce al misterio: 'El misterio nos rodea. Merece la pena arriesgar por él para no perdernos en la nada'».

De nuevo, en 'Vuelo hacia dentro' se constata que «el diálogo con la naturaleza es consustancial a la autora: los árboles, las flores, los pájaros, la luna, y su 'alter ego', la poesía, acuden a su requerimiento o la llaman, le piden alojamiento, le cuentan sus cuitas...; conoce el canto de todos los pájaros, ve las cosas sin apenas mirarlas, con los ojos entornados».

«A lomos del tiempo, y huyendo de la nada», precisa Ruiz Montero, «transita el peregrinar de este libro que, de la mano de la autora arriba a buen puerto gracias a otra cualidad intrínseca suya, que permea, junto al ingenio, toda la obra, y que constituye a su vez un mensaje al lector, un secreto que viene también de muy lejos, el secreto de la filantropía, de la que es sacerdotisa suprema. Y así, leemos: 'Amar... amar... amar... Cómo no nos damos cuenta que es el bálsamo para nuestro vivir». 'Vuelo hacia dentro', afirma, «es un bálsamo para el lector, una caricia para su inteligencia. Nos revela, una vez más, el alma de la autora, profunda y clásica, enigmática y lúcida».

Dionisia García escucha los elogios como si no fuesen destinados a ella. Está asombrada por la crueldad de la guerra y los muertos que se suman al horror. Han sido estos últimos días de lluvia y de malas noticias. Pese a todo, proclama, «este mundo en el que estamos hoy tan desencantados es también muy hermoso». «Cada noche me despido de mí, por si acaso», dice, de nuevo, sonriendo. Sin atisbo de amargura.

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