La sabiduría de un cocinero de poemas en Sierra Espuña
Literatura. Pedro Casamayor invita a dejarse seducir por los encantos de la vida sencilla en 'Y de harina, la que admitas', un diario «sanamente nutritivo»
Pedro Casamayor (Guadix, Granada, 1971) encontró un día en Sierra Espuña el universo que le faltaba. «Jamás vi un verde purpurina tan plagado de sol, una rebelión tan aceitunada», dice del huerto de garbanzos que frecuenta junto a la hospedería rural Bajo el Cejo, en El Berro (Alhama de Murcia), donde cocina de todo, incluidos versos. «Contemplar algunas mañanas el rocío en sus hojas dentadas e imaginarla igual que una lencería final, que el sol rayo a rayo desvestirá. Como en 'Los amantes' de Magritte, las vainas bivalvas de los garbanzos se besan con los ojos cegados al mundo, ignorando la respuesta, invitando a las preguntas». Interrogantes que él mismo trata de contestarse en 'Y de harina, la que admitas', una suerte de diario poético inspirado en la vida que circunda este lugar idílico de la Región de Murcia, amenazado por la despoblación –ya cerró la escuela– y habitado por personajes que podrían haber inspirado a un revivido García Márquez.
El cocinero poeta de El Berro vive, en realidad, en Alhama de Murcia. Doce kilómetros separan la ciudad y sus antiquísimos baños termales de Bajo el Cejo, a donde llegaban antes de la pandemia de Covid turistas de todo el mundo al calor de su fama de establecimiento con encanto. Aquí en El Berro, ha sido el hombre más feliz sobre la tierra. Tantas cosas suceden alrededor –todas 'subruralistas' como en 'Amanece que no es poco', la película de Cuerda– que se animó a darles forma. «Me lo pasé tan bien escribiendo prosa, porque yo tengo un par de poemarios, y es en la poesía donde más me he meneado siempre. Y fui sumando páginas», celebra. Se refiere a 'Limadura del corazón' (Port Royal, 2013), a 'Los conciertos del frío' (Raspabook, 2017) y 'Tinta de luz' (2018, poemas para fotos de Ascensión Guillermo).
Lo cierto es que en Alhama es un tipo harto conocido, por sus actividades literarias con los grupos de poesía Di-Versos y Colectivo TR3S. Joaquín Araujo, en el generoso prólogo, afirma que 'Y de harina, la que admitas' es un libro cocinado con destreza, «tan aromático, tan musical, tan vivaz»: «Nadie vive más poéticamente que el abierto a los horizontes y sus versos». Emociones concentradas en páginas que Casamayor, acupuntor de formación, chef por placer y poeta por inclinación, alimenta de historias como la del cabrero Santiago, el decano de la pandilla de El Berro, «un puñado de tiempo en estado puro»: «El más distinguido por las estaciones, pero también el más magullado por la escarcha y la nostalgia. Campesino, pastor, bailarín de jotas, lanzador de onda, custodio de los años y del esparto, en sus manos guarda el zumbido de las labores del campo, de la siega, de la trilla, del yugo y la garba descansada al sol».
Dedica el capítulo más elegíaco a Santiago, el cabrero de El Berro, «un puñado de tiempo en estado puro»
En Alhama, Casamayor formaba parte de una asociación de agricultura ecológica, con la que daba talleres de panes, cocina marroquí y francesa. Andrés García Lara, fundador de Bajo el Cejo y uno de los más firmes revalorizadores de Sierra Espuña, le echó los tejos enseguida. «Me dijo, tío, vente 'parriba', y ya he cumplido cuatro años allí, y muy bien con Rosa y con Andrés, y todo el equipo». En realidad, este libro es un menú muy bien estudiado, que sabe a agradecimiento, a vida. Que tiene alma, algo que para Casamayor es algo que cambia, «hay muchas almas en una una», pero que no hay ninguna tan primitiva como la que destila un caño de agua abriéndose camino por los caballones del huerto, «alegre y cantarina», «mezclándose en su recorrido con flores de granado, saludando en cada puerto a amapolas, lavanderas y bancales de patatas».
Música y ajos tiernos
La música tiene un papel protagonista en este proyecto, que puede adquirirse en el establecimiento. «En Guadix estuve durante doce años en un coro de la catedral, y eso deja huella. Tengo familia rockera en Granada, eso lo he mamado. Y en la cocina, mientras hago mis cosicas, me pongo 'Spotify'». En la segunda parte del volumen hay un recetario, y la memoria, los recuerdos, son ingredientes básicos de cada receta. «Hay ingredientes mezclados con música, con recuerdos y con el huerto, y con personajes y con momentos». Encontramos un risotto de setas, calabaza y ajos tiernos, escalivada, ensaladas, pizza de manzana, roquefort y carne de membrillo, montaditos de boniatos, cebolla y tomate, pañuelos de queso y espárragos, tallarines de calabacín y zanahoria con pesto de aguacate y nueces... Suenan en la cocina de Bajo el Cejo desde Kiko Veneno en un Mercedes blanco a Morente y 'La aurora de Nueva York', de Natacha Atlas y 'Adam's Lullaby' a Rufus Wainwright con 'Zebulon'. Escribe el albaceteño León Felipe que Pedro Casamayor es un poeta de gusto «afinado» cuyos textos son un «perfecto trampolín» a un mundo de colores, sonidos, gustos y olores que resulta «sanamente nutritivo».