Hey oh, Let's go!
Elena López
Finalista
Miércoles, 12 de junio 2024, 01:20
Pensamientos diegéticos. Curro nuevo: ilusión (tic); motivación (tic); alacridad (tic) y buenrollismo (neologismo 'power', doble tic).
Semana 1.
El alumnado, sospechosamente maravilloso. Los compañeros, muy salaos. Mi papel, la sustituta 'sine die' y única profesora del Departamento de Dibujo. Entre mis nuevas responsabilidades tengo seis asignaturas distintas, clases a impartir en inglés, una tutoría, y la preparación de la prueba de EBAU de Dibujo Técnico. ¡Redoble de tambores! Me encantan los retos y, al parecer también, la explotación encubierta.
Tras pasar por el puesto de mando de mi nuevo trabajo, me han plantado una bata de aspecto 'monjil' y me han informado de que me toca liderar los rezos de mi aula a primera hora de la mañana. A pesar de lo extraña y pintoresca que se me antoja esta estampa, siento que cualquier lugar es ideal para hacer lo que más me gusta. Hey oh, Let's go!
Abro paréntesis, viva la extradiégesis. 'Blitzkrieg Bop', un maravilloso tema de The Ramones para llamar al recreo. ¿Se lo propongo al profesor de música que selecciona los temas que brotan por megafonía? Intento recordar el nombre de dicho profesor pero soy incapaz. Lo tengo en mente: rostro de exégeta, con una barba larga y destartalada que, no obstante, le otorga cierto aire de probidad. Tiene cara de llamarse Pedro. Sí, sin duda don Pedro (sería fantástico que fuese su verdadero nombre) aprobará este tema que además habla de estrategias militares alemanas de la Segunda Guerra Mundial ¿no se estará gestando un posible cameo con historia y música?
De momento todo marcha.
Semana 12. Un par de días a la semana he empezado a ir al instituto en coche-rueda con los compañeros. Y las anécdotas del primer día las quiero bordar en este diario con hilo dorado y aguja humorística.
Día 1. Quedamos en el Leroy Merlin de La Alberca para hacinarnos en un coche. Llego al lugar indicado y reparo en un vehículo con las luces encendidas. Dentro, un conductor con capucha. Pienso: seguro que es Manolo. Me acerco con desvergüenza y cara de guasa. Por las mañanas irradio energía. Cuando estoy a la altura del tirador unos ojos sorprendidos me miran.
Windows: FATAL ERROR!
No es Manolo. El muchacho se ha debido de pensar que iba a buscar cacho y puede que algunos billeticos. Disimulo, pero son las 6.55 de la mañana, a la salida de la autovía de Murcia, dirección Cartagena, frente a un Leroy Merlin cerrado y es invierno. Colapso por la bochornosa coyuntura y mi mente se vuelve binaria. Solo existen dos posibilidades. O el muchacho cuenta en el trabajo que hoy le ha abordado una meretriz. O, la opción que prefiero y por la que me decanto finalmente, el muchacho sólo se ha fijado en mi corona de trenzas, que tanto me ha costado hacerme esta mañana, y verme le ha recordado a su Tirol natal.
Mis compañeros llegan en un coche, me subo… menos mal. Aunque seguro que, ahora, el tirolés piensa que mis compañeros son proxenetas. Pero esto solo es el preámbulo, dentro del vehículo empieza lo bueno, lo surrealista.
Diario de bitácora: cuatro pasajeros (uno de ellos… ¿ipse?).
El conductor. El conductor parece un autómata, no habla en los 40 minutos de viaje. Esporádicamente realiza leves movimientos para tocar la palanca de marchas. No obstante, es un coche automático y vamos por la autovía. Raro. Como se trata del profesor de informática y se lleva muy bien con los cables empiezo a pensar que el conductor no es real y todo es animatrónica. Ocasionalmente emite carraspeos.
Por otro lado, el copiloto. El copiloto podría ser un muerto embalsamado. Aspecto rígido. Mirada fija. Viste un abrigo de plumas en un coche con calefacción durante 40 largos y silenciosos (muy silenciosos) minutos. Agradecería hasta la intrusión de algún borborigmo. Sin duda, el abrigo del copiloto oculta el estado de descomposición de su cuerpo. El conductor es su primo carnal, deduzco que se ha producido algún tipo de altercado familiar con fatal desenlace justo antes de recogernos y ahora toca disimular.
Hacia el final del trayecto se produce un movimiento inesperado. Nuevo hilo sonoro 'ad hoc' del itinerario: la Cope.
¿Dónde están los efectos del Astenolit y el té que he deglutido al despertarme? Dado lo abultada que está la mascarilla del piloto empiezo a pensar que oculta una máscara de gas mientras él nos impregna de Zyklon B. Necesito sacar mi habitual energía mañanera, suele ser arrolladora y se está desvaneciendo. Pruebo suerte con la pasajera número tres, situada a mi lado en la parte posterior del coche.
Parece que estoy salvada: amable y simpática. Hago uso de mi verborrea habitual, hablamos de perros, trabajos: parece que sonríe. Sí sonríe. Nos reímos. Observo que los dos de delante siguen sin pronunciar una palabra. Estoy pensando que creo que ni siquiera me han saludado al entrar. Parecen hombres vaina de los que salen en 'La invasión de los ladrones de cuerpos'.
Tomo decisiones. El día que me toque llevar a mí el coche van a querer saltar en marcha. Pero: mi coche, mis normas.
Semana 14. Navidad. Voz en off. Sonido extradiegético. Estoy de vacaciones, no hay narrativa laboral. Aún no he tenido oportunidad de deleitar a mis compañeros con una sesión de karaoke, pero tiempo al tiempo. Ahora, vida de anacoreta.
Fundido a negro.
Sin noticias de Gurp.