José Ballester, un innovador en el periodismo cultural
El Museo Ramón Gaya de Murcia inaugura este jueves una muestra dedicada al periodista y escritor que hizo posible esta hazaña
Adentrarse en el considerable legado de José Ballester Nicolás (Murcia, 1892-Yecla, 1978) supone reconocer su protagonismo en un tiempo en que Murcia fue cruce de caminos de los autores de la Generación del 27. Una figura clave en el posicionamiento de la ciudad como faro de la vanguardia cultural en los años 20 gracias a una de las hazañas a reivindicar en la prensa española: el 'Suplemento Literario' de LA VERDAD, publicado entre 1923 y 1926, con el precedente de la 'Página Literaria' (1923), en la misma cabecera. Para el catedrático emérito de Literatura Española de la Universidad de Murcia (UMU) Francisco Javier Díez de Revenga, el 'Suplemento Literario' es «un milagro y es nuestro, de los murcianos». Para el crítico de arte y literatura Juan Manuel Bonet, exdirector del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid y miembro del Patronato del Museo Ramón Gaya de Murcia, el plantel de firmas que reúnen la 'Página Literaria' y el 'Suplemento Literario' de LA VERDAD no pudo ser igualado por ningún otro periódico en ninguna otra provincia española en ese tiempo. Juan Ramón Jiménez, Alberti, Dámaso Alonso, Bergamín, Cernuda, Chabás, José María de Cossío, Gerardo Diego, Díez-Canedo, Antonio Espina, García Lorca, Guillén, Hinojosa, Jarnés, Antonio y Manuel Machado, Marichalar, Gabriela Mistral, Gabriel Miró, Antonio Oliver Belmás, Eugenio d'Ors, Alfonso Reyes, Raimundo de los Reyes, Salinas...
La reciente donación al Archivo Municipal de Murcia de nuevos documentos en poder de su familia, que amplían el Fondo Ballester, depositado en la institución en 1980 gracias a la generosidad de su hija Carolina, y la celebración este 2023 del Centenario del 'Suplemento Literario' de LA VERDAD, parecían la ocasión perfecta para recuperar la figura legendaria de José Ballester Nicolás con una exposición en el Museo Ramón Gaya de Murcia, 'José Ballester. Un innovador en la prensa cultural', organizada por el Archivo Municipal de Murcia, el Museo Ramón Gaya y LA VERDAD, que podrá verse desde este jueves 30 de marzo hasta el 31 de julio.
En esta ocasión mostramos diez ejemplares originales de aquellas páginas que son hoy un hito del periodismo cultural en España, además de fotografías, postales, cartas, libros y textos manuscritos que refieren la ingente actividad periodística y literaria de Ballester como investigador, ensayista, novelista ('Otoño en la ciudad', 1936) y traductor, a lo largo de siete décadas, hasta su fallecimiento en 1978, así como la primera obra conservada de Ramón Gaya, 'La silla' (1923), realizada en una década de burbujeo en el campo de la creación.
Incorporación en 1923
Un año clave en la historia de Murcia y en la misma biografía de Ballester por múltiples coincidencias es 1923. La ciudad, pese a la reciente constitución de su Universidad en 1915, es todavía «muy polvorienta y bochornosísima», como aprecian los viajeros ingleses Jon y Cora Gordon, que vienen a descubrir en sus malos y desnivelados caminos «la razón del por qué hacen las tartanas con el techo o caperuza combados». LA VERDAD, fundada como órgano de la Federación Católico-Agraria en 1903 [cuando deja de publicarse 'El Diario de Murcia' de José Martínez Tornel], acaba de cumplir 20 años y su director, el abogado y periodista Francisco Martínez García, está decidido a reforzar la sección cultural. Para ello incorpora en plantilla a un antiguo amigo que trabaja como técnico de Correos, «el joven y culto literato José Ballester». Casado con Carmen Meseguer Martínez (con quien tuvo cinco hijos), tenía 31 años. Era un riguroso lector de periódicos y revistas, había publicado la novela corta ('La 'vita nova' de Carlos', 1921) y estaba habituado a los círculos culturales.
Desde la niñez mostró afán en publicar cartas, cuentos y artículos en 'El Diario', 'ABC', LA VERDAD y 'Blanco y Negro', así que aquel universo que olía a tinta impresa iba a ser definitivamente el suyo.
«Paladines de la conciencia de Murcia»
Ballester fue sucesivamente redactor, redactor jefe, director (ejerció el puesto de forma interina en sustitución de Francisco Martínez García, alcalde de Murcia entre 1926 y 1928), crítico de arte y columnista de LA VERDAD. Más tarde apoyó al periodista y poeta Raimundo de los Reyes, con quien lanzaría la 'Página Literaria', en la creación de 'Sudeste. Cuaderno Murciano de Literatura Universal', que estrena la Colección Sudeste con el primer poemario de Miguel Hernández, 'Perito en lunas' (1933). Mantuvo con el oriolano fluida correspondencia. En esa editorial llegaría a los lectores 'Otoño en la ciudad' el año del estallido de la guerra civil. Fue autor de populares guías de turismo en las que dejó patente su conocimiento de la geografía regional y una insaciable curiosidad. Además de Académico Correspondiente de la Real Academia Alfonso X El Sabio, participó en la fundación de la Asociación de la Prensa de Murcia y ejerció como Cronista Oficial de la Ciudad de Murcia. «Un nombre más a agregar», reivindica su yerno José López Rico, divulgador de su figura y autor de 'José Ballester. Escritos inéditos y autobiográficos' (2009), a los que él llamó «paladines de la conciencia de Murcia» y, en el terreno periodístico, el continuador, en el siglo XX, de la labor de José Martínez Tornel en el siglo XIX.
Si fue trascendente su papel en la promoción del talento y de la sensibilidad artística, es digna de resaltar su gran habilidad para mediar entre personas de distintas ideologías, promoviendo la reconciliación entre bandos nada más acabar la guerra fratricida.
En el primer ejemplar de la 'Página Literaria' en mayo de 1923 aparece ya como sección fija de actualidad y crítica 'Pequeñas notas literarias' de Juan Guerrero Ruiz, una 'newsletter' de la época en la que reivindica con ahínco la alta cultura y donde comenta las más relevantes novedades editoriales. Guerrero es, sin duda, el mejor prescriptor en un tiempo crucial.
El abogado murciano, secretario de los ayuntamientos de Murcia y Alicante, sería, además de Zenobia Camprubí, la persona en quien el escritor onubense Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de Literatura en 1956, deposita su máxima confianza. Ambos trabajan estrechamente desde 1921 en 'Índice'. Guerrero ejerce de secretario en la revista literaria y en la colección bibliográfica que le acompaña. Según Soledad González Ródenas, editora de la obra de Juan Ramón, ahí es donde entra en contacto con lo mejor de la joven poesía española. Guerrero sería a su vez el mejor amigo de Ballester, y su aliado para publicar desde Murcia textos inéditos de una generación que dibujaba su silueta en el horizonte literario y hoy no debe faltar en una biblioteca. Juan Ramón, agradecido por el esfuerzo editorial, remite a Guerrero cuatro canciones para publicarlas en LA VERDAD. En la carta les felicita «por la labor ejemplarísima que hacéis con esa 'pájina' literaria. Si en cada provincia hubiera una así -¡es pedir a lo fantástico!-, España sería el Paraíso de los escritores honrados».
Amor al lirismo y al paisaje
Con el «fuerte y aristocrático humor» que desprenden las ilustraciones del pintor Luis Garay, la 'Página Literaria' llega a los lectores los domingos, una vez al mes al principio, luego quincenalmente, hasta el 21 de octubre de 1923. Son, en realidad, dos páginas; la segunda acoge casi por entero inserciones publicitarias de los almacenes 'La Alegría de la Huerta', de calzados 'Las Dos Banderas', del Instituto Higiénico Santis, de la compañía de seguros La Unión y el Fénix Español, de Bujías Maserati, de la Olla Exprés y de Trasmediterránea.
A partir del 18 de noviembre, pasa a denominarse 'Suplemento Literario', con el mismo formato y en edición dominical, publicándose 59 números hasta 1926, con algunas interrupciones por distintos avatares. Uno de los primeros textos que llevan la firma de Ballester es 'La expresión incoherente', en la sección 'Tópicos literarios', en la que discurre sobre los misterios de la creación y los sentidos diversos que puede atribuirle a una obra todo «buen catador de la hermosura». Muestra predilección por el «delicadísimo» poeta y novelista francés Francis Jammes, de quien alaba su lirismo. Con él comparte su amor hacia los valores estéticos y culturales que ofrece cada lugar, y del que traducirá fragmentos de 'Libro de San José', «venerable Patriarca cuya vida también aparece medio oculta en la penumbra de una gloriosa humildad». Su prosa rimbomba y selecta en 'El mundo de los sueños' habla de paisajes mudos: «Quedamos doloridos y absortos, Dios ha querido humillar este ansia que reflorece, de permanecer delante del ocaso, largamente dormidos, con la voluntad presa entre las manos trenzadas, para asir luego otra vez la sutil hebra del encanto».
En el cuento 'El primer ministro', Ballester nos conduce a «un pequeño reino dado a las aventuras, y a una época en que estas no se deparaban a sus naturales», que por la sequía «y otras landres tristísimas» está a punto de sucumbir. El rey no halla solución a los males de su nación, ni tampoco sus habitantes. Pero un anciano descubrirá a un soldado «de meollo vacío» un pergamino que ha tenido escondido y que habla de las riquezas de una isla apenas barruntada por grandes geógrafos.
Poetas extranjeros y locales
En el conjunto del 'Suplemento Literario' de LA VERDAD subyace «la exquisita sensibilidad de José Ballester», observa Manuel Martínez Arnaldos, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la UMU, quien se atreve a confirmar que estas páginas son «un anhelo y a la vez alivio literario en su ardua tarea periodística diaria». En muchos textos percibe la estética simbolista francesa. Su bonhomía y su generosidad también llaman la atención en el hecho de dar entrada a autores de muy distinta naturaleza. En el grupo de «nuestros más prestigiosos literatos» destacan las firmas del unionense Andrés Cegarra Salcedo, el cartagenero Antonio Oliver Belmás, el aguileño Francisco González Campoy, los murcianos Andrés Sobejano, Andrés Bolarín, Raimundo de los Reyes, Gabriel Guillén, Enrique Martí… cuyos anhelos y divagaciones figuran junto a los textos de poetas extranjeros como Gabriela Mistral, Delmira Agustini, E. M. S. Danero, Baldomero Fernández Moreno y el gran maestro del simbolismo francés, Stephane Mallarmé. Publican traducciones de Maurice Barrés, Alinda Brunamonti, Vittoria Aganoor, Evelina Cattermole y William Butler Yeats, Nobel de Literatura de 1923 (cuando no había ningún libro con sus versos en lengua española), así como 'Oh capitán, mi capitán', la elegía a Lincoln del norteamericano Walt Whitman.
Recuerdo a Isidoro Solís
Mención aparte merece el parnasiano Isidoro Solís Latorre (1889-1918), malogrado poeta murciano, recordado hoy solo por unos pocos (Díez de Revenga y, sobre todo, el historiador Juan Antonio López Delgado, conmocionado por su galanura y pureza de forma), al que en la 'Página Literaria' rinden homenaje a los cinco años de su muerte con poemas como 'Serenidad'. Dice Guerrero Ruiz en sus 'Pequeñas notas literarias' el 9 de septiembre de 1923 que, pese a que de su obra solo hay un volumen póstumo de versos, 'Ofertorio sentimental' (1919), «no ha surgido en las letras murcianas ninguna otra voz tan llena de armonía como la suya, de poeta verdadero». En números venideros, Ballester da a imprenta otros poemas de Solís con una cruz delante del nombre.
José Pérez Ballester, nieto de José Ballester, anunció la intención de la familia Ballester de donar al Ayuntamiento de Murcia dos cajas con material que perteneció a su abuelo y que él mismo ordenó, clasificó y documentó en el confinamiento por la pandemia de Covid-19. Son básicamente fotos, felicitaciones y postales, en las que reconocemos a artistas como Benjamín Palencia, Planes, Pedro Flores, Garrigós, Garay, Joaquín, González Moreno, Hernández Carpe y Sofía Morales. En muchos casos con anotaciones e instrucciones en los márgenes sobre cómo debían ser publicadas. Otras hacen referencia a esas «casas del color del pan cocido» de la huerta que impresionaron a los pintores ingleses, panorámicas del río Segura y de los jardines históricos (Zenobia Camprubí estaba deseosa de visitarlos), de la transformación urbanística y de las inevitables pérdidas en el patrimonio (como la montaña de escombros con los restos de los baños árabes de Madre de Dios, derribados en 1953).
En fin, una vida. «No se come su pan el periodista sin haberlo mojado un poco en sudor y en amargura», dijo, con sapiencia, Ballester.
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