Borrar
Antonio J. Ruiz Munuera. J.Carrión/ AGM

Fotografía y narrativa de lo mínimo

El escritor y profesor de Secundaria lorquino Antonio J. Ruiz Munuera rescata para su nuevo libro, 'Coordenadas', los relatos breves con los que se «ejercitaba entre novelas» y los ilustra con fotos de su archivo personal

Alberto Alcázar

Viernes, 11 de julio 2025, 00:17

Comenta

Acaba de confesarse «un poco 'voyeur' de las cosas mínimas», de los detalles del mundo que, desde la mirada adecuada, se convierten en la expresión artística de uno mismo y en una forma de habitar en el mundo, consciente de que es bello. El escritor Antonio J. Ruiz Munuera (Lorca, 1966) queda congelado como en una fotografía, sentado sobre una silla alta. En silencio. Entre las mesas que desayunan a voces tratando de entenderse sobre los ruidos del tráfico que rebotan en la plaza Circular de Murcia, y de distraerse del calor, que madruga en julio. Ajeno a todo ello, Antonio está encorbado y quieto repasando su propio libro 'Coordenadas' (Olélibros, 2025), la nueva obra donde ilustra noventa y nueve microrrelatos con fotografías de sus álbumes, tomadas por una cámara de pequeño tamaño que le acompaña a todos los lugares. Y esos son muchos, porque a este escritor afincado en Molina de Segura y miembro de la literaria Orden del Meteorito del municipio, además de escribir novela juvenil, negra medioambiental y multitud de relatos, es profesor de Educación Física en un instituto de Lorquí. Reconoce que no le gustan «los deportes convencionales», sino la escalada, el buceo y la bicicleta de montaña. Tal vez esa afición al viaje y a la aventura es cultivada por los escenarios naturales donde los practica; los únicos que le regalan esos detalles de sus fotografías y el lugar perfecto para un autor que escribe «esperando en una cafetería, en una guardia entre clase y clase o en la sala de espera de un dentista».

'Coordenadas' es un puzle del que ha ido recopilando las piezas a lo largo de su vida: «Por un lado, desde hace 40 años estoy haciendo archivos fotográficos que voy guardando y, por otro, escribo. Texto y foto no tenían la vocación de juntarse», admite el premio Literatura Juvenil Avelino Hernández de Soria por su última novela, 'Mwelu', fallado en 2024. Los protagonistas inanimados de sus instantáneas son objetos cotidianos mirados desde muy cerca; paisajes naturales de los que se desprende un nuevo significado; animales que sirven de alegoría... De ninguno de ellos le interesa su localización, «sino dejar el juego interpretativo al lector». Al igual que sus relatos breves, que aborda «a primera sangre y de forma muy visceral», aunque después haya que «pulirlos mucho, porque cualquier error se manifiesta rápidamente», son pinceladas que ocupan de cinco a veintiuna líneas en las páginas derechas del libro y que le gusta definir como «narrativa súbita o bonsái», parafraseando a la autora Clara Obrigado.

«Los microrrelatos fueron un ejercicio para no perder fluidez mientras documentaba las novelas», dice el autor

«Los textos surgieron como un ejercicio que hice durante muchos años, como un entrenamiento entre periodos en los que hacía una novela. Los escritores pasamos mucho tiempo documentándonos para que la historia sea verosímil. Yo le dedico mucho tiempo a eso y ahí es cuando no escribía. Así que me los tomé como ejercicios para no perder la agilidad de la escritura», confiesa, tal como lo haría un autor que escribe columnas de opinión los domingos hasta que saca nueva obra. El paso del tiempo le ha dado la perspectiva para encontrar en ellos temas comunes como la soledad, las apariencias, el paso del tiempo, la muerte y el medio ambiente. Además, fueron «los amigos a los que le regalaba algunos textos quienes plantearon la posibilidad de que cobrara forma de libro».

Aullidos

Aullidos

Los goznes son las cuerdas vocales de los fantasmas, chirriando por los pasillos en madrugadas de tormenta. Aliándose con el viento, los pernos oxidados graznan lastimeros, a la espera de ungüento que alivie sus bisagras artítricas. Puertas que lanzan, sin esperanza, sus gritos sordos.

Vacíos

Vacíos

Embelleció ciudades legendarias, inundadas de oropel. Rubricó amores eternos. Selló treguas, pactos, compromisos. Alimentó venganzas. El sueño del oeste, de Barbanegra, de los creyentes de Camarón, de Humphrey y su 'Tesoro de Sierra Madre'. Hoy, desprovisto de lustre, trabaja de segundo molar, cubierto de sarro. Al morir su huésped lo venderán, al peso, en 'Compramos su Oro'.

Alianzas

Alianzas

Todo tiene su par, su aliado o su contrario. En los humanos, más que asociación, oxímoron. Como su media naranja, cariñosa y, a un tiempo, ácida; corrosiva, incluso. Que el amor duele, y eso. Entre las cosas -menos sesudas- todo es más práctico, juicioso, si cabe. Arena y cal. Martillo y yunque. Sin emociones ni desengaños, sin traumas.

Mientras cuenta la trastienda de 'Coordenadas', el escritor aventurero esboza una sonrisa, levantando las manos abiertas. «Y entonces llegó la parte simpática: encontrarle al texto su correspondencia», dice juntando las palmas. Al principio, dice orgulloso, «fue sencillo» porque recuerda todas fotos que ha hecho, aunque no los textos. Enseguida, cuando leía uno se le aparecía la imagen de su catálogo, resultando en «una sincronía bastante buena: si hay noventa y nueve textos, esto pasó, con ochenta que, en cuestión de una semana se encontraron». Para sorpresa del autor –admite–, la editorial ha localizado el libro en el territorio de la poesía. También algunos de esos fieles colegas, muchos de ellos poetas, en las presentaciones a las que lo han acompañado. Por ello, el propio autor acaba encuadrando su obra dentro de la «prosa poética», en la que se da una página de relato breve «que cuenta historias», y otra de «poesía visual» a través de las imágenes.

El escritor encuadra su libro en la narrativa de relato breve junto a la «poesía visual» de las fotografías

Antonio J. Ruiz Munuera vivive en dos mundos, «el del trabajo y la afición» como profesor y deportista, y «el del escritor», que hereda de una familia apegada a la literatura: «Mi padre era un lector maravilloso que me indujo a esto de la escritura y, lo otro, es circunstancial, aunque un trabajo agradecido». Lo último lo dice recordando a los alumnos que ya lo han leído. Aunque advierte de que es «complejo», está convencido de que «a los jóvenes hay que respetarles su momento de maduración, y si piden ciertas lecturas, hay que dárselas, porque tienen capacidad intelectual de sobra», concluye el escritor que, rodeado de mesas que han terminado su desayuno, vuelve a encorvarse y repasa su libro 'Coordenadas'.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Fotografía y narrativa de lo mínimo

Fotografía y narrativa de lo mínimo