La fachada de la Catedral de Murcia como nunca la verás
El visitante puede descubrir, paso a paso, versiones de ángeles en todas las posturas y escenografías obtenidas de la Historia Sagrada; y todo en amena tertulia con los originales, lo que permite actualizar el conocimiento del arte barroco
Como sabe el lector, la fachada del Perdón de la Catedral Diocesana está sufriendo una profunda restauración que llevará meses, o quizá años, en concluir. Desde el Obispado se propuso a la sociedad murciana la opción de poder contemplarla en otra dimensión, observando a la vez el trabajo de los técnicos junto a los detalles ocultos, en un programa que denominó acertadamente 'Los secretos de la Fachada'. Mi ascenso reciente, integrado en un grupo de visitantes, me deparó una serie de experiencias que no puedo callar, a la vez que invito a quienes aún no lo hayan hecho, a disfrutar de lo que considero un espectáculo que sólo nuestra generación está teniendo la oportunidad de vivir.
Tras la meticulosa organización del grupo, en la recepción ubicada en la plaza del Cardenal Belluga, y acompañados por un guía, los visitantes se encuentran ante una arquitectura de ingeniería efímera, en la que miles de tubos metálicos permiten el acceso cómodo y seguro, que sólo podía imaginar y llevar a cabo el arquitecto Juan de Dios de la Hoz, autor del proyecto de restauración y del complicado andamiaje que permite el tránsito de los usuarios, sin entorpecer para nada el trabajo de obreros y técnicos, quienes llevan su propio ritmo.
Iconografía
Conforme se asciende, nos encontramos con esos personajes que nos son familiares en la distancia, pero con quienes nunca, hasta ahora habíamos tenido oportunidad de enfrentarnos cara a cara, e incluso establecer un diálogo con ellos. Los santos que han supuesto las glorias de la Iglesia particular de Cartagena, en amena convivencia con otros de la Iglesia Universal (S. Liciniano o S. Ginés de la Jara, no se achican ante S. José, S. Juan Bautista o Sta. Teresa de Jesús). Los cuatro Santos Cartageneros. Las Virtudes Teologales con sus generosas iconografías. La Virgen titular del templo; la Cruz de Caravaca («blasón grande deste reino»), y entre otras muchas imágenes que te hablan con su mensaje de piedra, San Fernando, padre de Alfonso X, el conquistador de Murcia en el S. XIII, con una maqueta de la ciudad conquistada, mostrándola orgulloso al mundo, en su mano izquierda, mientras con la derecha empuña la espada vencedora.
VISITAS
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Entradas A 10 euros para el público en general. Hay una entrada reducida de 8 € (menores de 18 años, estudiantes menores de 25 años y personas en situación de desempleo). Reservas en la web lossecretosdelafachada.com/entradas.
Además del cambio de calidad de la piedra, cuando el director de la obra, Jaime Bort Miliá (Cuevas de Vinromá, Castellón, 1693-Madrid, 1754), se retiró de la misma, y las evidentes desproporciones en que están esculpidas las estatuas para la correcta observación de las mismas en la lejanía y en la altura, el visitante va encontrando detalles que el artista sólo esculpió para Dios, no para los hombres, quienes nunca las podrían observar en la distancia ni por su ubicación. Sandalias de ángeles cuyos pies son perfectas lecciones de anatomía. Pasajes bíblicos como el de la 'Curación de Tobías' por su hijo, acompañado del arcángel Rafael, ocupados ambos en la extracción de la hiel al esturión, con la que el viejo Tobías curaría su ceguera, son ejemplos del virtuosismo escultórico, cuya perfección sólo es preciable por el ojo divino.
El visitante va descubriendo, paso a paso, versiones de ángeles en todas las posturas posibles y atrevidas escenografías obtenidas de la Historia Sagrada; y todo en amena tertulia con los originales, en los que actualiza todos sus conocimientos sobre el arte barroco.
Los afortunados van encontrando detalles que el artista sólo esculpió para Dios, no para los hombres
Si en la distancia de la plaza, damos como buena aquella descripción de la fachada como «el escenario donde todos los actores aguardan la señal del director para dar comienzo la escenificación de un gran drama sacro», en el contacto directo con los actores, con la trama bíblica y ornamental en que se encuentra inmerso el espectador que hasta allí se acerca, sin fatiga física alguna, éste se ve envuelto durante breve espacio de tiempo, por la fantasía celestial, que a nadie, ni siquiera al más agnóstico, defrauda.
Aunque sólo fuera por la restauración de la fachada catedralicia, y por la posibilidad de acceso a la misma durante la obra, el obispo José Manuel bien tendría ganada la grabación de su nombre, con letras de oro, en la Historia de la Región de Murcia.