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Pedro Martínez Cavero y Klaus Schriewer, en el cementerio de Murcia. Ana Martín/ UMU
ATALAYA UMU

Dos docentes de la UMU defienden los cementerios como «espejos que cuentan la historia de la ciudad»

Los profesores Klaus Schriewer y Pedro Martínez Cavero, ambos antropólogos, han publicado hasta ocho guías sobre el camposanto de la ciudad de Murcia

P. Vera

Murcia

Viernes, 1 de noviembre 2024, 01:07

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Klaus Schriewer es catedrático de Antropología Social en la Universidad de Murcia, ha investigado mucho la cultura del luto y los cementerios. Pedro Martínez Cavero es profesor Asociado del Área de Antropología y presidente de la Sociedad Murciana de Antropología (SOMA).

Recuerda Schriewer el año 2008 como punto de inflexión en sus gestiones e investigaciones en torno al cementerio en la ciudad de Murcia. Ese año recibió a una delegación de antropólogos suizos que querían visitar un cementerio, algo nada infrecuente en su país, pero, cuando estaban en el de Nuestro Padre Jesús, un operario les dijo que allí no podían estar, que aquello no era un lugar turístico. Años después, en 2015, el profesor logró organizar una excursión con estudiantes de la Universidad de Murcia. La iniciativa fue todo un éxito y resultó acogida con entusiasmo por aquellos estudiantes. Han transcurrido nueve años, y las guías que ambos han publicado y dirigido, todas patrocinadas por el ayuntamiento de la ciudad, ascienden a ocho.

Las vidas e ilusiones de un pueblo

Cuando está a punto de cumplir 140 años, nuestro cementerio de Murcia se erige en una frontera en la que el ser humano dialoga con el tiempo y donde encuentra su límite, un lugar en el que reinterpretar la relación de los vivos con quienes en otros momentos habitaron nuestra ciudad: un espejo en el que ver lo que fuimos e intuir lo que algún día seremos. Para los profesores no existe duda alguna: «El cementerio es un reflejo de los periodos y de los acontecimientos históricos, y puede ser analizado como espejo de una sociedad y su historia». Un camposanto, antropológicamente considerado, es un patrimonio cultural que refleja nuestra historia y ofrece un relato de la vida en otro momento.

Un cementerio «moderno y ventilado» nacido en 1885

Un criterio bien diferente al que había primado desde la Edad Media, cuando la gente con poder anhelaba ser enterrada en las iglesias.

En la época de la Ilustración se suscitó un debate en el que los médicos recomendaban apartar lo máximo posible los cementerios de las ciudades.

El rey Carlos III, con la inestimable ayuda de nuestro paisano, el conde de Floridablanca, elaboró un plan para alejar de las urbes los cementerios.

El primer cementerio murciano acogido a las nuevas directrices fue el de Puerta de Orihuela, inaugurado en 1796, en uso hasta la inauguración del cementerio de Espinardo, acaecida noventa años después. Hubo otro en La Albatalía, que dio muchos problemas, debido a que se hizo en una zona inundable.

El camposanto murciano alberga una historia cruel, comentan, porque allí se realizaban las ejecuciones tras la Guerra Civil

También se debatió sobre si colocar el cementerio actual en la Alberca, pero finalmente se decantaron por el de Espinardo, que actualmente alberga los restos de más de 160.000 personas. Toda una ciudad de la muerte.

La parte de los disidentes en el camposanto murciano alberga una historia cruel, comentan, porque allí se realizaban las ejecuciones tras la Guerra Civil, y también durante la guerra.

Ya en la Transición, los descendientes de aquellas víctimas pidieron poder enterrar a sus familiares en otro espacio, y el ayuntamiento les concedió en su momento un lugar, donde lograron además instalar un monumento conmemorativo.

Cuando se cumplen cinco años de pandemia causada por la covid-19, ambos recuerdan otra devastadora pandemia: la de la gripe de 1918, mal llamada española, que provocó un trauma colectivo, «nadie quería acordarse de ello, por eso, quizás desaparecieron aquellas tumbas».

Pero los investigadores de la UMU estudiaron exhaustivamente el camposanto murciano y realizaron un archivo de excel con los fallecidos en aquella epidemia, que supera los cuatrocientos registros tan solo en el cementerio de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Guías realizadas por universitarios

Remarcan Schriever y Martínez Cavero que el tema principal de su estudio no son las familias destacadas, sino también muchos personajes que no están en primera línea, pues todos juntos son la historia de Murcia. «Estos personajes, con mucho que decir en su casi anonimato nos interesan mucho», aseguran.

En opinión de Pedro Martínez Cavero, «existe un atavismo en contra de visitar los cementerios por parte de los españoles, algo muy diferente a lo que ocurre en otros países europeos, donde las visitas a los cementerios están institucionalizadas».

«Nuestra intención es rescatar la historia de otra manera, ya que en el cementerio está enterrada Murcia», afirman ambos antropólogos

Sin embargo, según afirman ambos profesores, las guías de visita que han dirigido del Cementerio Nuestro Padre Jesús, han supuesto un cambio en la visión del cementerio.

Como ambos antropólogos afirman: «Nuestra intención es rescatar la historia de Murcia de otra manera, ya que en el cementerio está enterrada Murcia». Desde el siglo XIX, todas las personas que han sido algo en la ciudad están enterradas aquí.

Ambos profesores empezaron por los nombres de las calles, y así han rescatado cosas y casos realmente curiosos, redescubriendo personajes y estableciendo personalidades y posibles visitas.

  1. El caso póstumo de un alcalde que puso nombre a Lo Pagán

En los casos que no tienen descendientes, al final se pierde la tumba, nos informan. Ese fue el caso de Pedro Pagán Ayuso, cuyo apellido dio nombre a Lo Pagán, que fue alcalde de Murcia, en el último cuarto del siglo XIX, y cuyos restos descansaban en uno de los más espectaculares panteones del cementerio murciano. Político, mecenas y una de las mayores fortunas de la región, hace cinco años que se quedó sin su espléndido lugar de descanso eterno, que no lo fue, porque lo echaron de él, dado que, al no tener hijos y acabarse la licencia municipal, el impresionante panteón, revirtió al ayuntamiento, que optó por venderlo. «Este señor, que mandaba en el cementerio, ahora está -como tantos otros- en el osario común», comenta Martínez Cavero. Aunque en su caso, sus restos están perfectamente identificados, a la espera de que el consistorio se haga con un panteón en el que descansen los restos de sus alcaldes: «Queremos contar la historia de Murcia, y eso lo hacemos a partir de las personas que la habitaron».

Afirman que el cementerio no es sólo el lugar donde enterramos a nuestros seres queridos, también es un patrimonio.»Es un puzzle con el que se puede contar la historia de la ciudad», comentan.

  1. Desde ilustres murcianos a paisanos desconocidos y emigrantes

María Pelluz

Ninguna otra concentración de murcianos -aunque en este caso se trate de finados en su totalidad- acoge más testigos de nuestra propia historia desde hace casi un siglo y medio. Son 160.000 los restos de personas que alberga -en su mayoría seres anónimos y pertenecientes a un ámbito absolutamente privado-, pero existen abundantes casos que han realizado valiosas aportaciones a la vida pública de la sociedad murciana.

Es el caso de los paisanos que integran la guía dedicada a escritores y artistas, que reúne a figuras insignes de nuestra ciudad tales como Sánchez Madrigal, Pedro Jara Carrillo, director de 'El Liberal'; Frutos Baeza, el cantor de los murcianos o Antonio Segado del Olmo, un excelente poeta al que su temprana muerte en 1987-a los 43 años- nos privó sin duda de muchos excelentes poemas.

También están los pintores Germán Hernández Amores, artista de líneas y temas clásicos, el músico Acisclo Díaz, el arquitecto Pedro Cerdán autor del Casino de Murcia, el fotógrafo Tomás Lorente, el excelente escultor Antonio Campillo o el pintor Gaya, ambos doctores 'honoris causa' por la Universidad de Murcia. Una tumba, la de Gaya, diferente a todas las demás: «Es muy sencilla, solo tiene el reborde de obra, lo que en otra tumba sería de mármol, él lo tiene de tierra, y carece de símbolos religiosos».

Otra de las guías está dedicada a emigrantes murcianos en Europa, personas que dejaron su región natal para buscar un futuro más próspero, pero tuvieron que soportar las duras condiciones de vivir y trabajar en un país extranjero, como el pintor y decorador Enrique García Quesada, que vivió en París, junto a su familia, progresando laboralmente, hasta que un camión arrolló a toda su familia en uno de sus viajes a Murcia.

También el albañil Pedro Escribano Carrión y su esposa, la trabajadora industrial María Cantos Vargas, que fundaron una granja en Alemania, donde vivieron durante 33 años.

Nuevas tecnologías

Una de las guías está dedicada al progreso y las nuevas tecnologías en la ciudad. Por ejemplo, nos habla de Gerardo Murphy Trives, propietario del primer automóvil de Murcia, cuya matrícula lucía con orgullo: Mu-1.

O del empresario cinematográfico José Iniesta Eslava, que levantó en Murcia, desde 1916, el circuito Iniesta, todo un emporio cinematográfico.

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