Lunes 29 de marzo
Te levantas con dolor de estómago. Has dormido mal. Las pesadillas no las recuerdas, pero te han dejado mal cuerpo.
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Durante todo el día tratas ... de escribir. Hoy estás en la parte baja de la montaña de la escritura. Muy baja. A ras de suelo. Tal vez sea también la resaca emocional del fin de semana, que coincide con que corriges las partes de la novela de las que menos contento estás.Es como una pelea. Y hoy la pierdes.
Por la tarde, visitas a la Julia. El tiempo fluye de modo diferente allí. No hacéis nada, simplemente estar sentados, con la televisión de fondo. Ella cuenta sus dolencias y tú la escuchas. Aunque sabes que un día echarás de menos esto, y que la visita es apenas nada, no puedes evitar la inquietud. Quieres volver para continuar escribiendo. En tu cabeza hay algo no solucionado. No descansas hasta que te sientas frente al ordenador.
Veis 'Emily in Paris'. Serie mala y adolescente que, por alguna extraña razón, te produce un placer desmedido.
Martes 30 de marzo
Escribes temprano. Después, fisioterapeuta. La tensión se te ha concentrado en la espalda baja. Por la tarde, charla con Lydia Cacho en el Club Renacimiento. Durante esta semana has vuelto a sus libros: 'Los demonios del edén' o 'Esclavas del poder', donde desenmascara redes de pornografía infantil y trata de personas. Libros comprometidos que, como relata en 'Memorias de una infamia', casi le cuestan la vida. Charláis con ella sobre sobre cómo escribir de lo que duele y quema. También habláis sobre la injusticia y la necesidad de situarse, de concebir la escritura como una herramienta de transformación del mundo. Es un privilegio escucharla. Y sobre todo sentirla tan cercana.
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Miércoles 31 de marzo
Temprano, sigues escribiendo. Vas cerrando todos los flecos de esta versión de la novela.
El anestesista te dice que estás bien para la operación. La tensión algo alta, pero todo lo demás está correcto. Después te hacen una PCR y te indican que debes confinarte hasta la operación.
Terminas por la tarde el diario y lo envías. Quieres ir dejando cosas cerradas.
Por la noche, ves 'Nightcrawler', la película de Dan Gilroy. La tenías pendiente y el otro día salió en una conversación sobre la fotografía y la catástrofe. Aunque no acaba de apasionarte, te interesa el modo en que retrata el morbo y la sed de sangre del espectáculo. Sangre real, como la de los asesinatos y accidentes –las imágenes 'impactantes'–, pero también sangre y vísceras simbólicas, como las que siguen apareciendo en la telerrealidad. Al terminar la película, compruebas que Telecinco continúa con el circo en torno al documental de Rocío Carrasco. La carroña y la curiosidad malsana, en el mismo lugar.
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Jueves 1 de abril
Te levantas y te sientas al ordenador. Es Jueves Santo, pero no importa. Ya solo queda el epílogo por revisar. A media tarde, logras por fin poner punto final a esta versión. Es la tercera vuelta, pero, en realidad, podrías considerarlo el primer borrador, el único medianamente legible.
En este estado nunca habías compartido un libro, pero decides enviárselo así a tu agente, dejándole claro lo que se va a encontrar. Falta tono, profundidad, algún capítulo, quizá algún personaje... Está aún a media cocción, pero necesitas frenar un poco y la mejor manera es esta clausura artificial. Necesitas también distancia. Y situarte fuera de la historia te puede ayudar.
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Al enviar el e-mail, sientes el vértigo. Es el momento de la verdad, de someterte al escrutinio, a los ojos ajenos, de saber realmente si funciona o no. Eres consciente de que aún le quedan meses y meses de trabajo, un año quizá, pero ya hay algo, una base sobre la que juzgar.
Después del envío, apagas el ordenador y comienzas a desacelerar. Precisas descansar al menos hasta después de vacaciones. Aprovecharás ahora para terminar algunas tareas pendientes e intentar no pensar en la novela
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Comienzas a ver 'Crematorio'. Raquel la vio hace tiempo y te anima a entrar ahí. Tú has leído la novela de Chirbes, pero la serie es otra cosa. Mantiene la esencia, reconoces algunas frases de los monólogos de los personajes, pero la manera en la que está construida la trama es diferente. Una adaptación excepcional.
Lees 'Gema', la novela de Milena Busquets. Igual que te sucedió con 'También esto pasará', disfrutas de la lectura sin demasiadas pretensiones. Te interesa sobre todo lo ajeno que te resulta todo ese mundo burgués. Una superficialidad extraña que, sin embargo, no puedes dejar de leer y subrayar. Eso te gusta en un libro: la capacidad de situarte donde nunca habías estado.
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Viernes 2 de abril
Todo el día estás inquieto. Es la operación de mañana, por supuesto. Pero también es el vacío que ha dejado la novela. Y la sensación agridulce de no acabar de estar contento del todo. Al menos con el manuscrito tal y como está. Es también el miedo de fondo. Y la presión. A veces dices que no te importa, pero ahora agradecerías no tenerla. Te gustaría que esta novela fuese una cosa menor, que saliese casi por lo bajo. Así te quitarías de encima esa sensación de querer hacer algo mejor que lo anterior. Tratas de justificarte, de darle vueltas. En realidad, es una novela que necesitas escribir para poder escribir otra cosa. No quieres decirlo, porque tampoco es tan premeditado, pero sí que es una especie de novela de transición. De fin de algo.
Se confirma la cesión a los expulsados de VOX de la Consejería de Educación y Cultura. Es el peor de los escenarios. Y la constatación –eso es lo peor– de que solo importa el poder a toda costa. Hay cosas con las que no se negocia. Y sin embargo parece todo un tablero de juego extraño y perverso. La clase política no está a la altura. Eso es lo único que tienes claro.
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Te acuestas temprano e intentas dormir. Los nervios no te dejan.
Sábado 3 de abril
En ayunas, caminas con Raquel hasta el Hospital La Vega. Temes a la anestesia raquídea. En realidad, es tu único miedo. Y, en efecto, se cumplen los temores. Les cuesta trabajo encontrar el lugar. Es un momento de tensión. Baja los hombros, relájate, no te muevas... Otra aguja más larga. Venga, relájate. Baja los hombros. Otra vez. Y solo al final consiguen pinchar algo más arriba. Sientes entonces el calambre y la descarga.
La operación es lo de menos. Aunque estás algo adormecido, la sigues en la pantalla. El médico va explicándote todo lo que hace. Su voz te tranquiliza, como su presencia. Le tienes fe a este doctor.
Todo pasa en apenas nada. También la reanimación. El tiempo se expande y se hace denso. Tratas de disfrutar de esa sensación.
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En la habitación te espera Raquel. Todo es perfecto y te tratan con cariño. La llegada de la comida es, sin duda, el mejor momento. No sabes si es por el hambre que tienes, pero te sabe a milagro. Antes de cenar ya estáis en casa. Aunque usas muletas, ya puedes caminar. Pedís una pizza de celebración y veis cuatro capítulos seguidos de 'Crematorio'.
Te acuestas y vuelves a dar gracias por que todo ha salido. No sabes a quién o a qué. A Dios, tal vez.
Domingo 4 de abril
Has dormido relativamente bien, sin moverte y boca arriba.
Es un día tranquilo. Una semana tranquila. La pierna no te duele excesivamente.
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Terminas de leer 'Independencia', la novela de Javier Cercas. Te chirrían algunas cosas. La parte autorreferencial no te convence. Es forzada. Pero tiene momentos excelentes. Y escenas tan visuales que ya las imaginas en la pantalla. El final sí te convence. De todos modos, no has disfrutado tanto como imaginabas. Desde luego, es otro Cercas. Ni mejor ni peor. Pero no puedes evitar añorar aquellos otros libros que tan feliz te hicieron.
Llegan los micrófonos y la tarjeta de sonido que has encargado para un futuro podcast. Se te va medio día haciendo pruebas y jugando con los cachivaches. Eres un crío.
Por la noche veis 'Mary Shelley'. La película no va a ningún lugar. Después ves 'En el culo del mundo', el documental de Andreu Buenafuente. Llevas ya un tiempo encandilado por su visión del mundo. Te hace bien escucharlo y reírte con él.
Antes de acostarte, terminas un cuaderno de notas, uno de esos que utilizas para aclararte con el día a día. Tienes la sensación de estar cambiando de tiempo. A veces todo se sincroniza. Incluso para cerrar.
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