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Rodaje de 'Tiburón' en 1975. UNIVERSAL PICTURES COMPANY, INC

Medio siglo del 'Tiburón' de Spielberg

Lo que iban a ser dos meses de rodaje se convirtieron en más del doble, pasándose de un presupuesto inicial de 3,5 a más de 10 millones de dólares; Edgartown, en la isla de Martha's Vineyard, fue el lugar elegido para dar vida a Amity

Sábado, 5 de julio 2025, 07:27

Se cumplen este verano 50 años de aquel ya lejano 20 de junio de 1975 en el que un joven y por aquel entonces casi desconocido Steven Spielberg estrenaba en los cines de Estados Unidos 'Tiburón' (Jaws) bajo los auspicios de la Universal Pictures. La cinta fue exhibida simultáneamente en más de 400 salas de Estados Unidos, convirtiéndose en el primer gran 'blockbuster' veraniego de la historia del cine, consiguiendo fulminar todos los registros de taquilla conocidos hasta la fecha.

La película adaptaba la novela homónima de Peter Benchley publicada en 1974 por la editorial Doubleday, en la que se narraba el horror al que se enfrentaba la ficticia isla de Amity, ubicada en la costa de Long Island, acosada por la presencia de un gran tiburón blanco asesino. Benchley se había inspirado en una serie de ataques mortales que tuvieron lugar en el verano de 1916 en la costa de New Jersey y que desencadenaron el pánico entre la población. Aunque su calidad literaria pudiera ser discutible, se convirtió en un auténtico 'best seller', entrando en la lista de los libros más vendidos del mundo.

Los productores Richard D. Zanuck y David Brown supieron ver el potencial de la novela y adquirieron los derechos para su adaptación cinematográfica antes incluso de su publicación, aunque con la idea de que fuera dirigida por Dick Richards. Afortunadamente, la falta de interés de Richards, unida a la insistencia de Spielberg, abrieron las puertas del proyecto al director de Cincinnati.

Al éxito de la película contribuyó la banda sonora de John Williams con un tema principal compuesto por dos notas que se repetían una y otra vez advirtiéndonos de la amenazadora presencia del tiburón. Williams ganaría el Oscar

Si bien Steven Spielberg llevaba años contratado por la Universal, todos sus trabajos se habían desarrollado para la televisión, donde ya había demostrado su extraordinario potencial con obras como 'El diablo sobre ruedas' (Duel, 1971). 'Tiburón' sería su segundo largometraje, tras 'Loca Evasión', rodada en 1974 y que había resultado un auténtico fiasco. 'Tiburón' catapultaría la carrera de Spielberg, quien acabaría ganándose el apodo de Rey Midas de Hollywood no solo por sus prodigiosas habilidades como director sino, sobre todo, por su capacidad de conectar con los deseos y emociones del público como quizá nunca ha conseguido otro director.

El rodaje de 'Tiburón', que comenzó a escasos meses de haberse publicado la novela, esconde toda una historia que bien merecería ser adaptada a la gran pantalla, en un ejercicio metacinematográfico. Lo que iban a ser dos meses de rodaje, se convirtieron en más del doble, pasándose de un presupuesto inicial de 3,5 a más de 10 millones de dólares.

Edgartown, en la isla de Martha's Vineyard, fue el lugar elegido para dar vida a Amity, ya que mantenía toda su idiosincrasia isleña y unas extraordinarias condiciones para filmar las escenas marinas. 'Tiburón' la situaría en el mapa y hoy día es un lugar de peregrinaje para cinéfilos de todo el mundo.

Robert Shaw, Roy Scheider y Richard Dreyfuss en un fotograma del largometraje.

Steven Spielberg buscaba ofrecer el máximo realismo y quiso que las filmaciones se efectuaran en mar abierto, lo que complicó enormemente el rodaje, pues lo hacía depender no solo de las condiciones metereológicas, sino también de la ausencia de barcos en el horizonte. También contribuyeron a los retrasos los continuos problemas operativos que generaban los tres engendros mecánicos que se encargaron a Robert Mattey para dar vida al monstruo marino y que fueron construidos y mantenidos en el más absoluto de los secretos para evitar que su visionado previo restara un ápice de la sorpresa y el horror que el tiburón tenía que generar en el espectador cuando acudiera a las salas de cine. Spielberg bautizaría a la máquina como 'Bruce', pues decía que le recordaba a su abogado Bruce Ramer.

El empleo de tiburones mecánicos se debió a la lógica implacable de la naturaleza: no era posible adiestrar a un gran tiburón blanco. Sin embargo, para conseguir un mayor realismo sí se filmaron algunas escenas con tiburones reales que corrieron a cargo de Ron y Valerie Taylor, quienes en 1969 habían filmado el extraordinario y hoy mítico documental sobre el Carcharodon carcharias: 'Blue Water, White Death'.

El guion fue encargado inicialmente a Peter Benchley, quien llegó a efectuar tres versiones, pero no acabaron de convencer a Spielberg. Finalmente se encomendaría terminarlo a Carl Gottlieb, que lo fue escribiendo y reescribiendo día a día al final de cada jornada en reuniones en la que participaban guionista, director y parte del equipo técnico y del reparto. Hubo mucha improvisación a medida que se rodaba, pero el tiempo ha demostrado que benefició, y mucho, al resultado final. Una buena muestra es la mítica frase pronunciada por el sheriff Brody al contemplar por primera vez al jaquetón –«necesitará un barco más grande»– que no se encontraba en el guion.

Guiños a Hitchcock

La película se estructura en dos partes bien diferenciadas, pero con un metraje muy parecido. En la primera de ellas no vemos el tiburón; es una amenaza que tan solo intuimos y donde Spielberg demuestra ser un auténtico mago del suspense mediante el empleo magistral de distintos recursos narrativos casi hitchcockianos –Spielberg siempre se declaró un admirador de Alfred Hitchcock– muy efectistas combinados con la inestimable magia de la banda sonora de John Williams. En la segunda parte –centrada en la salida a mar abierto para dar caza al escualo en el Orca, el barco de Quint– aunque hay momentos de suspense, prima la acción y la aventura. Spielberg se muestra como un virtuoso en los dos géneros y 'Tiburón' es considerada un prodigio en la técnica narrativa.

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Si bien Spielberg siempre dijo que no había intención política oculta en el filme, no es difícil atisbar la sugerencia de existencia de amenazas al idílico sueño americano o las más evidentes críticas a la clase dirigente (políticos y fuerzas vivas) –mucho más explícitas en la novela de Benchley donde se añaden tramas de corrupción política con conexiones con la mafia–, verdaderos depredadores capaces de sacrificar las vidas de sus conciudadanos a cambio de no perder los dólares del turismo veraniego. El mismo Fidel Castro definió 'Tiburón' como una alegoría del capitalismo.

Isleños autóctonos en el reparto

Por lo que se refiere al reparto, Steven Spielberg no quería grandes estrellas en él para no desviar la atención del verdadero protagonista: el escualo asesino. Aun así, el trío protagonista consigue una de las mejores interpretaciones de sus carreras y ello a pesar de que ninguno fue la primera de las opciones. Así, para el papel del sheriff Brody (Roy Scheider) se barajó, entre otros, a Charlton Heston; para el del oceanógrafo Hooper (Richard Dreyfuss) a Jeff Bridges o John Voight para el del pescador Quint (Robert Shaw) los de Lee Marvin o Sterling Hayden. Muchos isleños autóctonos se unirían también al reparto. Un plantel en el que destacaría, por encima de todos, un inconmensurable Robert Shaw convertido en un remedo de Ahab obsesionado por dar muerte a los tiburones tras haber sobrevivido al dramático hundimiento del USS Indianápolis en la II Guerra Mundial, que dio lugar al mayor número de ataques de tiburón jamás registrado y que Spielberg nos narra por boca de Quint en una de las escenas más estremecedoras de la película, escrita por Shaw conjuntamente con John Milius.

La fotografía de Bill Butler se adapta perfectamente a las necesidades del guion, destacando especialmente en las escenas de Amity, dotadas de un color intenso, vitalista, que por momentos nos recuerdan los cuadros de Edward Hopper o de Norman Rockwell, mostrándonos una comunidad casi idílica que se ve amenazada por una terrible fuerza maligna de la naturaleza.

Al éxito de la película contribuyó, sin duda alguna, la banda sonora de John Williams, con un tema principal compuesto por dos notas que se repetían una y otra vez advirtiéndonos de la amenazadora presencia del tiburón. Williams ganaría el Oscar a la mejor banda sonora original, al que se añadirían el de mejor sonido y montaje.

Después de ver la película de Spielberg con los acordes de Williams y el impactante cartel creado por Roger Castel, autor también de la portada de novela en tapa blanda para la editorial Bantam, nunca volveríamos a ver el mar de igual manera.

El propio Spielberg se arrepintió posteriormente del tratamiento dado en la película a los escualos, no solo por el temor atávico que generó en millones de espectadores a aquellos, e incluso hacia el mar, sino también porque desde el estreno de la película se multiplicó su pesca indiscriminada como auténticos trofeos, poniendo en riesgo la supervivencia de unos seres que son vitales para el mantenimiento de los ecosistemas marinos. Peter Benchley llegaría incluso más allá y acabaría embarcándose junto con su mujer en una cruzada en defensa de los tiburones y del medio marino, que duraría casi toda su vida.

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