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Uno de los 14 salones abiertos al público en el Palacio de Liria. Fotografía: Óscar Chamorro/Vídeo: Virginia Carrasco

El duque abre el palacio

El jefe de la Casa de Alba muestra su residencia en visitas diarias. Trata de obtener liquidez para mantener un patrimonio que compite con los grandes museos

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Martes, 17 de septiembre 2019, 13:01

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El césped del jardín del Palacio de Liria parece cortado brizna a brizna con una navaja de afeitar. Así se las gasta la Casa de Alba, propietaria del histórico inmueble. Todo en el edificio dieciochesco, diseñado por los arquitectos Louis Guilbert y Ventura Rodríguez, desprende un aire majestuoso. Hasta Pepe, un perro salchicha que corretea por la hierba, se mueve con distinción, pese a que es algo cojitranco.

Vivir en palacio sale caro. Lo sabe bien el jefe de la Casa de Alba, Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, inquilino del palacio, de 3.500 metros cuadrados y 200 habitaciones. La conservación y mantenimiento de esta propiedad, plagada de obras de arte, obligan a los Alba a pagar una cincuentena de nóminas, un mal negocio para la familia. Hasta ahora la construcción solo estaba abierta al público los viernes, algo anómalo, pues visitar esta muestra de arquitectura neoclásica del XVIII es una de las grandes aspiraciones de cualquier turista. Como la Casa de Alba saca poco dividendos a su abultado patrimonio, a partir de este jueves será posible curiosear por sus estancias cualquier día de la semana, previo pago de 14 euros.

Sabido es que el linaje no anda sobrado de liquidez. Pese a que la revista 'Forbes' calcula que los descendientes de Cayetana atesoran un patrimonio valorado en 3.000 millones de euros, lo cierto es que las deudas se acumulan y que la gestión de la duquesa fue un tanto «laxa», como ha reconocido Jacobo Siruela, uno de sus hijos.

Óscar Chamorro

Urgía sacar provecho de una de las más espléndidas residencias privadas españolas, ubicada en la céntrica calle Princesa de Madrid, a tiro de piedra de la Gran Vía. Después de abrir las puertas del Palacio de Monterrey, en Salamanca, y el de las Dueñas, en Sevilla, faltaba hacer lo mismo con Liria. El hijo mayor de la duquesa, que se aloja en la tercera planta, ha tomado la decisión de enseñarlo todos los días de la semana, menos los lunes por la tarde. Se liquidará así la lista de espera de más de dos años que existía para visitar el edificio.

Lo de abrir a la plebe los aposentos de una casa de tan rancia ascendencia ha levantado ampollas en la familia. Cayetano Martínez de Irujo, hermano menor del duque, cree que la iniciativa del primogénito hará que su madre se remueva en la tumba. El aludido no se arredra y alega que su gestión ha aliviado las tensiones que acechan al patrimonio de los Alba.

Galería de pinturas

Ciertamente, criarse en una casa cuya decoración compite con los grandes museos imprime carácter. No todos los Alba ven con buenos ojos lo que consideran una exhibición impúdica. Pero Liria, más que una casa, es una espléndida pinacoteca. De sus paredes cuelgan lienzos de Goya, Velázquez, Murillo, Zurbarán, El Greco, Rubens, Tiziano, Palma el Viejo, Brueghel de Velours… Sus abigarradas habitaciones han sido vistas por Arthur Rubinstein, Roosevelt, Stravinski, Oscar Wilde, Charlie Chaplin y otros muchos personajes ilustres. Tales visitantes serán de repente sustituidos por gente corriente armada de audioguías. Mejor que se compren una postal los aficionados a las fotos, pues únicamente está autorizado sacar instantáneas de los jardines exteriores.

Exterior del Palacio de Liria.
Exterior del Palacio de Liria. Óscar Chamorro.

Si las pinturas tienen un valor incalculable, la biblioteca no le va a la zaga. Se nutre de valiosos documentos como las cartas y documentos de Cristóbal Colón tras desembarcar en América, alguno de los cuales los Alba quisieron subastar en Christie's por 21 millones de euros, una operación que fue bloqueada por los tribunales. Fue un intento frustrado de hacer caja y sanear las cuentas. Al año siguiente, en 2016, la familia achicó su agujero económico al vender al Museo del Prado 'La Virgen de la granada', de Fra Angélico, por 18 millones.

Una de las piezas más preciadas es la misiva que el navegante envió a su hijo Diego, en la que el genovés le pide que concierte una cita con la reina. Y es que en sus incursiones por las nuevas tierras, los expedicionarios había descubierto mucho oro.

Uno de los salones del Palacio de Líria.
Uno de los salones del Palacio de Líria. Óscar Chamorro

Otras joyas de la biblioteca, que alberga, unos 18.000 volúmenes, son la Biblia de la Casa de Alba, la primera manuscrita en castellano; dos ediciones impresas a principios del siglo XVII de 'El Quijote', y el último testamento de Fernando el Católico. «El 90% de los libros se perdieron en la Guerra Civil, cuando la Legión Cóndor bombardeó Madrid y se sucedieron los incendios. De las llamas y saqueos se salvó la colección histórica de documentos», dice el director cultural de la Fundación Casa de Alba, Álvaro Romero.

«Las intervenciones para que el público transite por las 14 salas son mínimas: se reducen a las moqueta por las que se moverá y el cordón de seguridad», asegura Romero. Carlos Fitz-James Stuart pretende infundir a los visitantes la ilusión de que el palacio sigue vivo y con moradores dentro. Algunas salas especialmente significativas, como la que guarda el célebre 'Retrato de la duquesa de Alba de blanco', de Francisco de Goya, se sigue usando para fines protocolarios.

Ejemplar de uno de los primeros 'Quijotes'.
Ejemplar de uno de los primeros 'Quijotes'. Óscar Chamorro

Seis siglos de historia recorren el Palacio de Liria. Uno se puede encontrar desde el escritorio de Napoleón a unos colmillos descomunales de elefante, pasando por delicados frasquitos de perfume, jarrones y porcelanas de Sèvres, lámparas de cristal de La Granja, tapices flamencos, mármoles lujosos, ostentosos joyeros o el primer mapa de La Española (nombre con que llamó Colón al territorio formado por la República Dominicana y Haití). La mayoría de los historiadores dudan de que los trazos sean obra del colonizador, pero sí aseguran que es de un miembro de la tripulación que viajó a las Indias. Se prodigan las fotografías del duque actual y sus hijos, además de los reyes Felipe, Sofía y Juan Carlos; Felipe González y su primera mujer, Carmen Romero; Jacqueline Kennedy, Fabiola de Bélgica, Alberto de Mónaco, entre otros personajes.

Es la parte más llamativa de una colección que sin duda llamará la atención de los curiosos, que podrán visitar el edificio en grupos de 20 personas durante una hora. Los dos ejes que se muestran a las visitan nunca han sido habitados. La anterior duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, montó hará cincuenta años estos salones con la intención de mostrar el rico patrimonio de la casa.

La presencia de Cayetana sigue impregnando las salas del Palacio de Liria. Cuando era una niña de corta edad, Zuloaga la pintó a lomos de un caballo. Para que la criatura se estuviera quieta, el pintor la rodeó de juguetes, algunos de los cuales aparecen inmortalizados en una esquina del cuadro, entre ellos el ratón Mickey. Es una de las primeras representaciones del dibujo animado, recreado en 1930, apenas dos años después de su nacimiento.

Al salir del edificio, Pepe, sin duda uno de los chuchos que mejor viven en el mundo, sigue retozando en el césped. Es una estampa idílica. Quietud y silencio. Pero nada más transponer la verja para salir a la calle Princesa, todo es barullo, viandantes con prisas, tráfago incesante de coches y malos humos. Pepe se queda dentro, en su soledad aristocrática. Muy pronto, este mismo jueves, tendrá que poner a prueba su paciencia ante la afluencia de turistas.

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