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José Antonio López Escámez 'El Calafate' trabaja en la restauración de la cubierta.

El adiós de El Calafate

José Antonio López Escámez lleva 55 años rescatando barcos clásicos del desguace a base de madera de pino e iroco, estopa, hierros y paletas y una gran maestría para devolverlos como nuevos al mar

Miércoles, 3 de julio 2024, 01:07

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Las lágrimas asoman a las mejillas del callado calafate. El homenaje de sus amigos a José Antonio López Escámez 'El Calafate', un almuerzo marinero a lo grande ha servido de excusa, le rompe el alma a sus 74 cumplidos. Heredó de su padre en el mismo barrio cartagenero de Santa Lucía una profesión que ha llenado sus días desde que de niño, como su hijo Rafa, remoloneaba, curioseaba e iba empapándose de unas técnicas en las que hoy es el gran maestro.

Se jubiló hace ya una década, pero no se resiste a su deseo de seguir en contacto con los barcos clásicos, los construidos con cuadernas, quillas, forros y cubiertas de madera, que él recupera con pino rojo o iroco. «Es una cuestión de dinero, pero todo tiene arreglo», asegura con la confianza del que habla de lo que ha vivido en sus propias carnes cientos de veces.

El Calafate prepara el 'Cala Posidonia', ya acabado, para llevarlo a puerto y botarlo.

Esos barcos que, antes él y ahora su hijo Rafa, de 47 años, con su inestimable ayuda, rescatan del desguace para volver a botarlos al mar. «Ya no se construyen de madera. Ahora todo es de fibra», señala, mientras cuenta cómo cada embarcación que les entregan para restaurar o reconstruir se desguaza por completo. «Si se puede, se respetan las cuadernas o se usan para hacer plantillas». Las cuadernas son el esqueleto de madera sobre el que luego vuelve a construir el barco, el que aporta la forma y el perfil de la embarcación, el que alberga su personalidad.

A Rafa, que es práctico en el puerto de Cartagena, le engancha a este romántico oficio en serio peligro de extinción las horas que comparte aún con su padre, pero tiene claro que cuando Pepe El Calafate cuelgue las botas, las colgará él también.

Sus manos obran siempre la magia sobre esqueletos apenas amarrados por maderas desvencijadas y carcomidas por años de faena y abandono en tierra

Acaban de restaurar 'La Gitana', un barco de 7 metros de eslora, el más antiguo del puerto de Cabo de Palos con 70 años en sus mástiles, y también el precioso 'Cala Posidonia', «de 21 palmos». A su llegada, son apenas esqueletos amarrados por maderas desvencijadas, carcomidas y resecas por los años de faena en el mar y los de abandono acumulados en tierra. Pero las manos de El Calafate obran siempre la magia.

GLOSARIO

  • Acollar Colocar las fibras de la estopa sobre la costura dejando lo justo para retacar.

  • Calafatear Impermeabilizar la embarcación metiendo la estopa entre las costuras del forro.

  • Cuaderna Estructura básica o esqueleto de la embarcación sobre la que se dispone la quilla y se clava el forro.

  • Costura Espacios que quedan entre las tablas del forro.

  • Embón Centro del casco de una embarcación que marca el pantoque.

  • Encinta Cubierta de un barco.

  • Estopa Tejido de origen vegetal, generalmente cáñamo o lino, que se embrea para impermeabilizar las juntas de las tablas y evitar que entre el agua al barco.

  • Fasquiar Darle la curva adecuada a cada tabla del forro para que se adapte a la borda.

  • Forro Maderas que cubren el exterior del casco y que se unen con clavos a la cuaderna.

  • Mallo Mazo con el que se golpean los hierros o paletas para embutir la estopa en las costuras del forro.

  • Palo mechal o varenga Madera que une la quilla a la cuaderna.

  • Pantoque Zona del casco en el que este describe su curvatura máxima.

  • Quilla Pieza que va de popa a proa por la parte inferior del barco y en la que se asienta toda su armazón. Da estabilidad al barco y a su navegación.

  • Retacar Embutir en la costura, con un hierro más ancho, la estopa que se ha acollado.

  • Tapa de regala Maderas clavadas sobre la obra muerta o borda para poder pisarla y protegerla de golpes y rozaduras.

«Es casi como si se construyera de cero», cuenta el proceso sobre barcos que acumulan, «mínimo, 50 años», aunque advierte que «nosotros nunca hemos construido barcos nuevos». Primero une la quilla y las cuadernas con el palo mechal o varenga para, después, con la espina dorsal montada, empezar a forrarla.

Estado en el que llegó el casco del 'Cala Posidonia' al taller de El Calafate; y casco ya restaurado, a falta de la cubierta.

Se hace con tableros de pino rojo e iroco, de entre 2 y 15 cm de grosor, dependiendo de la embarcación, porque «aguantan bien la humedad», ilustra sobre estos tipos de madera. Pero esas tablas tienen que coger la forma.

«Lo primero es fasquiar el forro», afirma y explica que mediante un compás se da la curvatura necesaria a las tablas a partir de la borda o remate del casco, para luego recortarlas. Esta operación se repite con cada una de las tablas que cubrirán el casco, una detrás de otra. Y cada una de ellas, una vez recortadas convenientemente, deben cocerse para que sean más flexibles y se adapten a la forma curvada del casco que marca sus 'costillas'.

Con él, que ha recuperado más de un centenar de embarcaciones históricas, muchas de vela latina, se pierde un saber que es patrimonio inmaterial

«Cada barco se forra de la encinta o cubierta al centro o embón y de la quilla al embón, que es la última zona que se cubre», cuenta Rafa, mucho más parlanchín que su padre. «El embón –detalla ante los ojos de extrañeza de los profanos– lo marca el pantoque, la zona de máxima curvatura del casco», y sobre la que se adapta, siempre, la más fina de las tablas del forro.

'Cala Posidonia' ya a flote en el puerto de Cabo de Palos.

Sujetas con sargentos o gatos a las cuadernas para que guarden la forma, se fijan con clavos una a una antes de abordar el siguiente paso, el calafateado propiamente dicho.

Con paletas y hierros del grosor adecuado, El Calafate y su hijo se emplean a fondo para sellar las costuras que quedan entre las tablas del forro. Lo hacen acollando la estopa –colocando en las costuras la cantidad justa de estopa embreada–, un material de origen vegetal (normalmente de cáñamo o lino), que es la que «corta el agua para que no haya vías». Finalmente, se retaca la estopa –se embute en la costura con un hierro más grueso–.

Rafa, el hijo de Pepe El Calafate, calafatea las costuras de las tablas que hay sobre la cubierta.

Después, se lija, se cubre con masilla de tierra blanca y, por último, se pinta y se añaden los últimos detalles, como las tapas de regala para coronar la borda y protegerla de golpes y roces, y la instalación de cornamuzas y argollas para permitir el amarre, y bitas o roldanas para facilitar el izado o la recogida de las velas, si hicieran falta. Todo antes de transportar el barco a puerto para botarlo en el mar como nuevo.

Los hermanos Pedro (i) y Enrique García-Faria (2d) posan con Pepe (2i) y Rafa (d), tras entregarles las placas de homenaje por su gran trabajo.

Ya solo le queda soltar amarras, izar velas y volver a navegar sin hacer agua al menos otro medio siglo más, como han vuelto a hacer 'La Gitana', 'Cala Posidonia' y 'Cala Dorada' de los hermanos Fernando, Alfonso y Enrique García-Faria, respectivamente, que con sendas placas han querido agradecer la gran maestría de los carpinteros de ribera Pepe y Rafa, unos profesionales con los que se pierde un saber que es patrimonio inmaterial y que ha devuelto al mar a más de un centenar de barcos históricos, muchos de ellos de vela latina.

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