La escritura sagrada de Olga Tokarczuk
'Los libros de Jacob' ·
La aspiración a la novela total queda resuelta con maestría gracias a la combinación de historia, de política, de religión y de filosofía. Como un tejido preciosista, se van hilvanando las vivencias cotidianas de los personajes y los grandes acontecimientos históricos, en una Europa del siglo XVIII en la que no todo eran luces e IlustraciónLa alta literatura ha tocado sin contemplaciones a Olga Tokarczuk. Los libros de Jacob, editado en España por Anagrama, resulta uno de esos milagros artísticos ... que ocurren cada cierto tiempo y que marcan una época, aliando el nombre del autor al del personaje. Un libro colosal que sitúa a la escritora polaca en la cima de los mejores narradores actuales, descendiente merecedora de una saga de escritores eslavos que se inicia con Tolstoi y que han sabido describir como nadie el alma humana.
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Porque de eso trata Los libros de Jacob. La aspiración a la novela total queda resuelta con maestría gracias a la combinación de historia, de política, de religión y de filosofía. Como un tejido preciosista, se van hilvanando las vivencias cotidianas de los personajes y los grandes acontecimientos históricos, en una Europa del siglo XVIII en la que no todo eran luces e Ilustración. Tokarczuk reinventa el género histórico, tan de moda en nuestros días, y lo lleva hasta la exigencia máxima. El aluvión de nombres, de geografías y de datos se acompañan con un estilo apasionado, con cierto regusto mágico y sobre todo con una vocación mayúscula de contar lo incontable.
El 'frankismo' es un fenómeno que sucedió realmente, aunque la historia nos pueda parecer estrambótica. El éxito de la novela de Tokarczuk es acercarse a los acontecimientos con una cotidianidad asombrosa
Las heridas del mapa
La historia de la novela es compleja y una muestra de ello son sus más de mil páginas, enarboladas como raíces milenarias en un bosque de símbolos. El libro respira el enigma cabalístico por todas sus páginas, de ahí que la numeración sea inversa a la acostumbrada. Se sitúa la acción a mediados del siglo XVIII, en una Polonia que está a punto de ser repartida por las potencias. El este de Europa es un vaivén continuo de imperios y religiones. Los otomanos recuerdan los días dorados en los que estaban a las puertas de Viena. El Sacro Imperio Romano Germánico vive sus últimas décadas antes de desmembrarse. Rusia amenaza como un oso dormido. Prusia se presenta ante la historia como una nación fuerte y ambiciosa. Y en apenas unos kilómetros, conviven católicos, protestantes, ortodoxos, musulmanes y judíos. Es la Europa del crisol de culturas y está a punto de ser barrida por la modernidad de los tiempos y por Napoleón.
En ese punto, nace una secta del judaísmo encabezada por Jacob Frank, un hombre astuto y sin escrúpulos que se autodenomina el mesías. Él utiliza la persuasión para ganar adeptos. Camina por las ciudades como Jesús sobre las aguas, convirtiendo voluntades, escogiendo a su rebaño y transformado a una sociedad cansada de feudalismo, empobrecida y enquistada en el odio contra el vecino.
El frankismo es un fenómeno que sucedió realmente, aunque la historia nos pueda parecer estrambótica. El éxito de la novela de Tokarczuk es acercarse a los acontecimientos históricos con una cotidianidad asombrosa, con un dominio de la narrativa que convierte a los personajes en auténticos seres vivos, manteniendo la rigurosidad del tiempo y creando un espacio narrativo fascinante.
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Las entrañas del alma humana
Porque no es solamente una novela histórica, sino una aproximación psicológica al ser humano de todos los tiempos. Los capítulos van saltando la geografía. Van de aquí y allá movidos por un viento que arrasa con los personajes. Acompaña a unos, los desnuda, descubre sus pensamientos y los hace sincerarse frente al lector, para después soltarlos y que se extingan en el laberinto de la historia. No hay protagonistas, sino una masa de hombres y mujeres que conformaron esta historia. La autora les da voz a todos, sin importar sus nombres. Queda su obra, la sinrazón religiosa en una Europa que ya se preparaba para dejar de creer en Dios.
Sabe iluminar un tiempo oscuro, lleno de contradicciones. Y lo hace con una técnica que el lector español identificará con el realismo mágico. En las descripciones de lugares hay cierto grado de irrealidad
Los libros de Jacob sabe iluminar un tiempo oscuro, lleno de contradicciones. Y lo hace con una técnica que el lector español identificará con el realismo mágico. Hay cierto grado de irrealidad en las descripciones de lugares, en las posiciones históricas mantenidas por los personajes, porque no es posible contar la verdad de una secta como fue el frankismo sin dejarse llevar por la sensualidad de sus postulados. Se recrea la Galizia rebosante de judíos, la Esmirna de los mercaderes que fumaban opio, la Viena elitista y acaba en Hesse, en el centro de una Alemania que ya asoma por la historia.
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Olga Tokarczuk ha conformado un libro lleno de sutilezas, donde el hecho a veces es sugerido o descrito por terceros, donde cambian las voces narrativas y la acción aparece narrada por voces ocultas, en lugar de presentarse al lector de forma habitual. Su capacidad para revivir un tiempo asombroso y confuso resulta gratificante, así como la forma de conectar los hechos pasados con nuestro presente. La clave de la lectura está en una cueva perdida en el bosque polaco. Allí las páginas del libro se entrecruzan y cobran sentido las palabras. En sus paredes se esconde toda la historia de Europa, la que une un oscuro personaje mesiánico, Jacob Frank, con la tragedia del Holocausto. La escritura de la Nobel polaca ha sido capaz de crear una obra mayúscula, que se recordará durante décadas como uno de los libros cumbre de la literatura universal.
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