En el lenguaje coloquial «flipar en colores» o «alucinar en colores», en sentido figurado, significa quedarse sorprendido con algo, quedar asombrado, valorar un hecho como ... increíble, aunque más frecuentemente es para mal. Tiene su justificación: «Flip» es un barbarismo que significa dar la vuelta y, en sentido figurado, refiere tener la cabeza al revés. Se le califica adicionalmente, con color, que lo percibe el ojo a través de la vista y gracias a la luz. Puede rememorar el mundo de la droga en el que se alucina y se relata, usualmente, que se perciben luces, colores, etc. Refuerza la emoción asociada al asombro y no parece necesario tomar drogas para alucinar o flipar. Basta con escuchar o ver alguna cosa sorprendente o increíble. Resalta el aspecto superlativo en la visión, asociado al color, frente al blanco y negro.
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Normalmente, los estímulos están asociados a sentidos concretos. Vemos con la vista o percibimos una rugosidad con el tacto. Puede darse, no obstante, que algunas personas reaccionan a un estímulo con otro sentido adicional al que se ha inducido primariamente. A esta multipercepción se le denomina sinestesia. Al entrelazar sentidos se puede decir que se escucha música evocando colores o que las palabras sugieren sabores o saborear algo provocando una sensación táctil en las yemas de los dedos. No es una alucinación, pero algo parecido. En el ámbito de la literatura, muchos autores han dedicado atención a figuras retóricas que incluyen formas sinestésicas, como podemos encontrar en Quevedo, por ejemplo, cuando dice: «Retirado en la paz de estos desiertos, / con pocos, pero doctos libros juntos, / vivo en conversación con los difuntos, / y escucho con mis ojos a los muertos». Hay muchas formas de presentación de la sinestesia, aunque las más usuales son la aparición de colores y formas vinculados a los sentidos del oído, el olfato, el gusto o el tacto.
Soluciones
Recientemente se ha referido el color del hambre, para destacar una historia vivida en un país africano en el que una niña pregunta a su madre por el color del hambre, lo que sirve de pie al relator para ahondar en las condiciones de necesidad del país africano y las difíciles circunstancias que se atraviesan en ese continente. Estrictamente, el hambre no puede tener color. La tristeza que conlleva solo permite asociarla con el gris o incluso con el negro. Rememorarían el silencio, la incógnita irresoluble, las fuerzas ocultas inextricables, el misterio y propicia el aislamiento, la ocultación, el suspense. Pero el hecho de que el hambre no tenga color, no es óbice para sentir su sensación, que denominamos apetito que recuerda la necesidad de ingesta para satisfacer la necesidad energética. Pero cuando el hambre irrumpe y no se detiene, genera un grave problema. Y a esto se llega con mucha facilidad cuando no se dispone de recursos suficientes para poder mitigar sus efectos. El número de personas que pasan hambre aumenta constantemente. Las cifras para 2021 son de 828 millones, un 9.8% de la población mundial, con un incremento de 46 millones desde 2020 y superando los 150 millones desde el inicio de la pandemia. 45 millones de niños menores de cinco años sufren desnutrición aguda y 149 millones de niños menores de cinco años sufren retraso en el crecimiento.
Salvar al menos la vida
Nuestro sincero reconocimiento a esas instituciones que dedican esfuerzos incansables cooperando las personas sensibles que afrontan el reto de proveer de alimentos a los necesitados. En sentido figurado, también, el hambre no tiene color ni tiende a colores partidarios y solamente apela a la sensibilidad ciudadana capaz de verse concernida por la mala situación de la gente que no tiene acceso al trabajo y tiene a necesidad de alimentarse para salvar al menos la vida. Llevar a casa la comida para los suyos es un imperativo dc cualquier ser humano. Afrontar el recibo de la luz, del agua, pagar el alquiler, ahora, en estos tiempos de Navidad, emergen y nos ofrecen la cara más triste de nuestra existencia. El hambre no tiene color, pero encuentra reflejo verde cuando se oye su lamento y acuden otros humanos con pretensión de ayudar a paliarla. No está nada mal que estos días dediquemos atención especial a semejantes que pasan por malos momentos. Es poner color tapando un gris horrendo para muchos. Somos libres, somos iguales, somos hermanos. Se trata, simplemente, de cambiar el color del escenario para percibir algo de esperanza.
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