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La investigadora Carolina Boix Fayos realizando observaciones en un terreno con suelos degradados. Cebas
De Murcia a Ámsterdam mirando al suelo y al campo
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De Murcia a Ámsterdam mirando al suelo y al campo

La investigadora del Cebas-CSIC Carolina Boix Fayos profundiza en Países Bajos sobre sus estudios para cuantificar las ventajas de la agricultura regenerativa respecto a la convencional, financiada por el Gobierno regional a través de la Fundación Séneca

Sábado, 1 de febrero 2025, 08:17

La agricultura ecológica no basta. La ciencia está empeñada en asegurar la productividad de los terrenos agrarios para que los siga aprovechando la población que aún está por llegar. Y para conseguirlo ensaya técnicas regenerativas, caracterizadas por ir más allá de la sostenibilidad del suelo para llegar incluso a mejorarlo. Suena perfecto, pero también suena el dinero al que el sector debe hacer frente para introducir mejoras que cada día son más vitales. La geógrafa Carolina Boix Fayos, investigadora del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas CSIC), sintetiza el reto reseñando que «las prácticas agroecológicas y de agricultura regenerativa, además de mejorar el medioambiente deben ser una actividad viable económicamente». Boix Fayos se encuentra desde el pasado septiembre en la Universidad Libre de Ámsterdam, en Países Bajos, profundizando en ello, en el marco de una línea de investigación en la que comenzó a desbrozar estudios hace tiempo.

«Llevamos bastantes años buscando y probando en el campo y laboratorio prácticas de manejo de los suelos que sean no sean dañinas con el medio ambiente», explica la científica, que continuará hasta el próximo junio con su estancia en la VU Amsterdam, como también es conocido el prestigioso centro neerlandés. Allí se afana en «la búsqueda de alternativas viables, como distintas prácticas de agricultura regenerativa y agroecológica, para realizar una transición hacia sistemas agrícolas más sostenibles medioambiental, económica y socialmente es imprescindible». En este marco de recuperación o restauración de suelos degradados, y de, al menos, impedir que se degraden por el uso humano los que se encuentra en buen estado, «necesitamos cuantificaciones de sus impactos con respecto a alternativas de manejo convencional».

La investigadora apela al interés de que la sociedad pueda «saber la necesidad de tener unos suelos sanos». Los terrenos agrícolas, detalla, «generan mucho más que alimentos: tienen una serie de funciones que producen servicios muy importantes para la sociedad». Por ejemplo, concreta, «regulan las inundaciones y los procesos erosivos, recargan acuíferos, pueden actuar como esponjas manteniendo la humedad, reciclan los nutrientes y son el hábitat de numerosas especies», por lo que aumentan la biodiversidad.

Carolina Boix en la Universidad Libre de Ámsterdam. cedida

Manejo sostenible

Además de su papel como «reguladores del cambio climático», al mitigar los efectos de las inundaciones y mejorar la resiliencia contra las sequías, continúa Boix Fayos, «el manejo sostenible de los suelos evita no sólo la degradación local del medioambiente, sino la degradación en una amplia área de influencia».

De ese modo, influye «también en el bienestar de las poblaciones locales, preservando la calidad de sus modos de vida, y siendo clave para preservar la economía local al favorecer e impulsar el comercio y el turismo sostenible».

El objetivo de las investigaciones que estos meses realiza en el Departamento de Economía Espacial de la VU Amsterdam «es llevar a una escala espacial superior gran parte de las investigaciones realizadas a escala de finca agrícola en el sureste español, incluyendo numerosas fincas en la Región de Murcia». Se trata, por tanto, de tomar distancia del objeto de estudio para, con una visión más amplia, profundizar en él. «Tenemos ya un amplio conocimiento adquirido a escala de detalle y de finca agrícola», revela Boix Fayos, «pero queremos saber qué impacto pueden tener estas prácticas aplicadas a amplios territorios». Obtener una «visión de impactos a distintas escalas», asegura, «es clave para la toma de decisiones a nivel técnico y político».

Durante su estancia investigadora en Países Bajos, financiada por la Consejería de Medio Ambiente, Universidades, Investigación y Mar Menor, a través de la Fundación Séneca, «estoy aprendiendo nuevas herramientas que integran la participación social con el análisis espacial cartográfico», apunta. De ese modo persigue cuantificar a escala regional, «o de comarca agrícola, el impacto de las prácticas regenerativas y agroecológicas sobre los servicios que los ecosistemas prestan a la sociedad, comparadas con el manejo convencional».

La investigadora relata que si bien, durante los años que su grupo lleva trabajando en el manejo sostenible de agroecosistemas, han observado «un progreso en conciencia social y política para manejar nuestros agroecosistemas de forma más sostenible», paralelamente, «la corriente dominante de los modelos productivos y de modo de vida actuales perpetúan una intensificación no sostenible en el uso de la tierra».

Así, a la vez que existe la necesidad de restaurar «la enorme degradación producida por el ser humano, que hace tiempo que está repercutiendo negativamente en nuestro bienestar a nivel de salud humana y medioambiental, y dejar la tierra en buenas condiciones para las generaciones futuras», estamos viviendo unas «crisis medioambientales sin precedentes».

Las claves

  • Uso

    Las claves

  • Abuso Una intensificación no sostenible del terreno pone en peligro su capacidad para seguir produciendo en el futuro, entre otros males.

  • Solución Las prácticas de agricultura regenerativa y de agroecológica aportan un beneficio económicamente cuantificable para sostener el sector.

Son fenómenos que conllevan «enormes repercusiones negativas para el entorno donde habitamos e impactos terribles en nuestra sociedad». Y entre ellos cita la degradación medioambiental de lagunas, humedales y cuencas hidrográficas, «con enormes pérdidas económicas y de calidad de vida para la población local, además de los riesgos acrecentados por el cambio climático con el enorme impacto de inundaciones y sequías».

La adaptación al marco del Pacto Verde Europeo y de la Política Agraria Común, con un mayor énfasis en soluciones verdes y sostenibles, «implica exigencias que suponen, en el contexto español, un gran reto y una difícil transición para muchos sistemas agrícolas, tanto de secano como de regadío», reconoce.

En la Región de Murcia, en especial, «existen conflictos socioecológicos muy profundos relacionados con el manejo agrícola en regadío en un contexto de graves enfrentamientos sociales». La crisis socioecológica del Mar Menor es el ejemplo más visible ahora. En secano, las crisis de sequía, la marginalidad de muchas explotaciones y la progresiva intensificación de otras con nuevas búsquedas de recursos hídricos, marcan las circunstancias para una difícil transición hacia otros sistemas de manejo sostenible que puedan encajar en ese Pacto Verde europeo y la nueva Política Agrícola Común, explica.

En tan difícil coyuntura, «existen muchas preguntas pendientes, búsqueda de soluciones y propuestas que necesitan cuantificarse y demostrarse», concluye la investigadora antes de remarcar que su «compromiso con este tema de investigación es total».

Básicamente, o cambiamos con ciencia la conciencia o será la realidad la que nos cambiará el modo de vida, y no se augura que pueda ser de la mejor forma posible.

Más ciencia frente a negacionismos, bulos y desinformación

El estudio de las prácticas agroecológicas y regenerativas del suelo «es una apuesta muy importante de la Comunidad Europea y a nivel internacional», en general, destaca la investigadora Carolina Boix Fayos, del grupo de Erosión y Conservación de Suelos y Agua del Cebas-CSIC. Pero, advierte, se precisa hacer más: «Necesitamos seguir profundizando, cuantificando, demostrando e investigando la necesidad de vivir y producir de manera sostenible y de forma inclusiva». Y hay que hacerlo, añade, «más en este momento de auge del negacionismo climático, de extremismos, de desinformación, de bulos y de rechazo a la transición verde y energética». El grupo de investigación de Boix «fue pionero en España en el estudio del manejo sostenible de suelo, en la búsqueda de soluciones para la restauración de ecosistemas, combinando trabajo participativo con actores sociales, trabajo de campo y laboratorio con modelización, a distintas escalas espaciales y temporales y con un enfoque interdisciplinar». Es clave, remarca, «estar al lado de los agricultores, técnicos y población local, y proporcionar apoyo e información a las decisiones técnicas y políticas»

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